Con la conquista de los incas, los españoles trajeron enfermedades que diezmaron a la población andina.
Dr. Wilfredo Kapsoli Escudero
Docente
Miembro de Número del Instituto Ricardo Palma
Carlo Cipolla, conocido historiador italiano, publicó en 1984 un hermoso libro titulado ¿Quién rompió las rejas de Monte Lupo? Se refiere a la peste bubónica producida en Italia en el año 1630. Como no se conocía la causa de la epidemia, se pensó en un castigo divino, y para aplacar la ira de Dios, la Iglesia propuso hacer misas, cadenas de oración, procesiones y alabanzas al Señor que, lejos de atenuar el mal, propiciaban su expansión. Las pulgas de las ratas encontraban en esas abundantes concentraciones a quien contaminar.
Durante un tiempo se creyó combatir los agentes patógenos matando en masa a perros y gatos, pues se supuso que el pelo de dichos animales era portador del miasma pestífero. Al contrario, esto facilitó la proliferación de las ratas. Luego, los médicos y las autoridades intuyeron que se debía aislar a los pacientes y a los muertos sepultarlos fuera de la ciudad.
En el siglo XVIII se produjeron otras pestes que afectaron notablemente a la población colonial. Hacia 1918 y 1919, la gripe española tuvo efectos letales en el continente europeo y hacia 1957 la gripe asiática causó la muerte de casi un millón de personas. En las últimas décadas, nuestro país ha sufrido el cólera y la gripe aviar, incorporadas también al mundo de las epidemias.
UN NUEVO DESAFÍO
Hoy en día asistimos a una pandemia totalmente desconocida que ha trastocado la salud y la economía de todos los habitantes del mundo. Originada en China, rápidamente expandida al continente europeo y americano, la ciencia médica aún no logra descubrir una vacuna que pueda frenar los efectos malignos del nuevo coronavirus.
Los Estados y los gobernantes hacen esfuerzos extraordinarios por afrontar esta coyuntura de crisis, que ha puesto por los suelos todos los sistemas hospitalarios y medicinales. Hay que resaltar que este virus maligno se intensifica en ciertas geografías urbanas y metrópolis que albergan el movimiento económico, social y turístico, sin distinción de edad ni de condición económica.
La cuarentena, el aislamiento social y la angustia son los referentes que afectan nuestra cotidianidad, pero que debemos afrontar estoicamente con el apoyo de la tecnología de uso masivo para la educación, la cultura y las actividades económicas. Esperemos que esta experiencia de un mal universal nos haga repensar en el valor de la ciencia médica y de la previsión social para que, una vez que pase, nunca más se repita.