Viernes, 29 de mayo del 2020

Cuarentena y solidaridad

Las personas que se encuentran por debajo de la línea de pobreza son las que enfrentan el mayor desafío.

Cuarentena y solidaridad
Hay un grupo de peruanos que necesitan de nuestro apoyo solidario para superar los retos que imponen estos días de pandemia y aislamiento.

Dr. Ramón León Donayre

Docente de la Facultad de Psicología

Director de la Editorial Universitaria

La vida activa de todos los peruanos (adultos mayores, adultos sencillamente, jóvenes, adolescentes y niños) se detuvo abruptamente a partir del día en que el Gobierno decretó la cuarentena.

Las salidas apresuradas al trabajo y al colegio (o tal vez al gimnasio), los cafés a la media mañana o al caer la tarde, las visitas sin propósito definido a los centros comerciales, las excursiones de fin de semana, el sábado cinemero o el domingo de almuerzo con la familia extendida y la respectiva sobremesa, la celebración de cumpleaños: todo eso ha entrado en receso desde entonces.

Cierto, algunas cosas se han hecho un poco más laxas entre tanto, pero igual todos sentimos que se trata de un periodo excepcional, único en nuestra vida Esperemos por cierto que sea la única cuarentena que se decrete y que no ocurra lo que se dice en Europa que puede ocurrir: otra cuarentena por un recrudecimiento de la epidemia.


PEQUEÑAS HISTORIAS

Hace unos días escuchaba a un amigo mío decirle a su hijo adolescente que cuando fuera abuelo tendría mucho que contarles a sus nietos sobre estos inéditos días. Aislados y en convivencia las 24 horas con nuestra familia (otros con la soledad), los adultos mayores —el que escribe es uno de ellos— de pronto descubren el placer de quedarse en casa, la distensión de muchas tareas laborales, y dedican tiempo a la lectura, a ordenar papeles, a “arreglar la casa” o a practicar algún pasatiempo dejado de lado.

Otro amigo me contaba que él y su esposa dedican la tarde del sábado a ver películas por cable (“Tenemos muchas ofertas y no gastamos nada, porque el pop corn lo hace mi esposa en casa”). Algunos recurren al teléfono para comunicarse con familiares, así como también para transmitir sus buenos deseos a amigos con los que no se comunicaban desde mucho tiempo atrás.

Pero probablemente sean los adolescentes los más afectados. Acostumbrados a la universidad o al colegio, a las reuniones de compañeros de estudio y a todo lo que forma parte de la vida juvenil, muchos de ellos perciben estos días como un encierro, solo en parte aliviado por las llamadas por WhatsApp o Skype.


A PONER EL HOMBRO

Sin embargo, hay un gran grupo de peruanos, jóvenes o ancianos, para los que estos días suponen un gran desafío. Son las personas que se encuentran por debajo de la así llamada “línea de la pobreza”. Muchos de los pequeños placeres que cada uno de nosotros descubre y cultiva en estos días son inaccesibles para ellos, por falta de dinero, de oportunidades o porque se enfrentan a la pérdida de su trabajo.

Es ese inmenso número de personas el que requiere toda suerte de apoyo en estos momentos: apoyo material, médico, psicológico y espiritual, unido, por supuesto, a un consistente y sistemático programa estatal que alivie en lo posible muchas de sus dificultades y penalidades.


El Estado somos todos, y por tanto, esta época tan difícil para ellos demanda nuestra solidaridad, que se puede expresar en ayuda material como también en gestos, en la medida de las posibilidades de cada quien. Una señora joven que compra víveres a una pareja de ancianos, donaciones de alimentos, aportes a cuentas para ayudar a los más necesitados. Todo cuenta.

Este periodo de aislamiento es un periodo también de intensa solidaridad, uno de los valores fundamentales de cualquier nación.

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