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Deportistas vencen prejuicios y revelan lo que es vivir con depresión
Durante mucho tiempo entre los deportistas, la depresión era un tema tabú, pero ahora sale poco a poco de entre las sombras.
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Cada vez son más los que dicen que se sienten mal, signo también de una mejor gestión de los problemas psicológicos, algo necesario para pasar por una pandemia que no parece que vaya a irse a corto plazo. Por mucho tiempo se habló sobre un tema tabú entre los deportistas, la depresión.
Hace poco la nadadora francesa Béryl Gastaldello, de 25 años, entró en una depresión severa en 2018 y confío: “Caí muy, muy bajo. Ya no tenía ningún control sobre mi cuerpo. Me recetaron medicamentos”. Este testimonio de una deportista en mitad de su carrera, con opciones de participar en los Juegos Olímpicos de Tokio, sigue siendo bastante raro.
Otro caso es el del tenista australiano Nick Kyrgios, de 25 años, quien desveló recientemente su “situación triste y solitaria” mientras luchaba contra la depresión provocada por el ritmo arrollador del circuito ATP. Otro deportista, el basquetbolista estadounidense Kevin Love también hizo pública su ansiedad y su depresión.
Pero la mayoría de las veces, estas confesiones se realizan cuando los deportistas ya están retirados, como el multimedallista olímpico Michael Phelps.
“Se han abierto mucho, los deportistas aceptan hablar un poco más de lo que sienten, son humanos, no robots”, explica a la AFP Cécilia Delage, psicóloga del deporte, que sigue a futbolistas del Lens pero también a saltadores y esquiadores.
“El deporte de élite no rima especialmente con la salud mental”, recuerda Makis Chamalidis, también psicólogo del deporte. “Sintiéndose en una misión”, pueden estar “en los extremos” y pasan de la “omnipotencia” de ganar al “‘soy pésimo’” del fracaso, explica.
El final de una carrera o una lesión que dura mucho tiempo pueden ser también momentos difíciles.
En el INSEP, un instituto francés del deporte y el rendimiento, donde crecen los campeones en potencia, el equipo de psicólogos ha aumentado en los últimos años.
“Cada vez tenemos más solicitudes de apoyo de los deportistas con una doble dimensión: psicológica y ayuda al rendimiento”, explica Anaëlle Malberbe, uno de las cinco psicólogos. “Los entrenadores son más abiertos con este tema”, señala.
“El freno es: ‘eres un deportista de alto nivel, no tienes derecho a fallar’. Eso es falso”, describe. El rugbier neozelandés John Kirwan, que sufrió depresión, tituló así su libro: “Los All Blacks no lloran”.
Trastornos de ansiedad, episodios depresivos, problemas de comportamiento alimentario, adicciones... “el deportista puede encontrarse con los mismos problemas que todo el mundo”, explica Malherbe.
Dentro de la población, una persona de cada cinco sufre o sufrirá una depresión a lo largo de su vida.
Desde 2006, los deportistas de élite hacen una entrevista psicológica por año, dos en caso de ser menores, como parte de su seguimiento médico.
¿Existen deportes que sean más duros psicológicamente?
“Hay deportes donde existe una fuerte carga de entrenamiento, como la natación, la gimnasia, el tenis de mesa”, explica Malherbe, con un riesgo de “sobreentrenamiento”, la variante del ‘burn out’ o desgaste profesional entre los deportistas.
“No es lo mismo golpear un balón que contar las baldosas cuando nadas 15 km por día”, profundiza Chamalidis, evocando la “soledad” de los “deportes de repetición”.
El nadador francés Yannick Agnel, víctima de un ‘burn out’, dijo el año pasado que lamentó no beneficiarse de un apoyo psicológico suficiente.
“En el fútbol, hay muchos jugadores y pocas plazas, nos encontramos jóvenes que invierten demasiado en su práctica y no lo consiguen”, detalla también Delage.
Un punto positivo, dice ella, es el hecho de que ahora los psicólogos deportivos estén “identificados como una necesidad e integrados en los ‘staff’”, lo que permite la prevención.
Chamalidis también menciona la ajetreada vida de los entrenadores, “que viajan mucho, lejos de sus familias, exprimidos como limones (...)” teniendo como consecuencia “una vida personal no siempre muy equilibrada”.
Con la crisis del covid-19, los deportistas profesionales se han visto a prueba. Desde fines de noviembre, Malherbe observa “más problemas depresivos menores” entre los deportistas, al igual que el resto de la población por culpa de competiciones con periodicidad irregular, un “vínculo social limitado” y quizá también familiares afectados por el virus.
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