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José Luis Pérez-Albela: “La quinua es el alimento más perfecto de la Tierra”
Impulsa un estilo de vida saludable y la medicina integrativa y preventiva. Estudioso del magnesio en la salud humana. Su madre falleció cuando él se estaba graduando como médico; desde entonces, todo cambió. Perú21 entrevistó al doctor José Luis Pérez-Albela.
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Su madre falleció cuando él se estaba graduando. Ella ya lo sabía. Cuatro años antes le habían dado el diagnóstico. “Hijo, ya eres médico, ya tengo que irme”, le dijo. Pidió que los cinco hermanos vistan de blanco, que pongan música de Vangelis, velas; si no, no se llama velorio y el cajón cerrado para que la recuerden viva. Al tercer día del velorio, tuvo una experiencia metafísica que lo cambió. Asegura que una voz telepática le dijo: “Tu mensaje llegará, millones te seguirán y te escucharán”.
José Luis Pérez-Albela es médico cirujano, hizo un máster en Medicina Natural. En 1995, fundó el Instituto Bien de Salud, desde donde impulsa un estilo de vida saludable y la medicina integrativa y preventiva. Conferencista, autor de libros y comunicador en televisión, radio y prensa escrita. Estudioso del magnesio en la salud humana, mineral que lo usa (y propone) en terapias.
“Somos eternos, la muerte no existe, compare”, me dice el médico de 70 años, y sonríe. Carga un morral en el que lleva revistas, libros, manuales, pequeñas cajas y sobres sueltos de su marca Magnesol. Cada vez que es necesario, mientras ingresa a Perú21, saca algún texto o el mineral, y los ofrece a quienes lo saludan. Pero primero les pregunta: “¿Tomas magnesio?”.
Es el mediodía y nos sorprende un inusual brillo solar. “Donde entra el sol, nunca entra el doctor”, me dice y otra vez sonríe.
-Doctor, pero Lima es una ciudad gris.
Cada vez que puedas, hay que buscar sol. Pero si no hay sol, uno tiene que convertirse en un sol. ¿Cómo? Activando tu plexo solar con la risa. ¿Cómo? Tratando de entender que el cielo, cuando está azul, es que ya salió el sol, no se ve pero está. También madrugando, estando al aire libre. Y siendo solidario: ser como el sol, dar tu luz a diario. Y entrando en calor; si no hay calor, genéralo.
-¿Qué le deja la pandemia?
Una prueba de que hay que concentrarse en cuidar el peso corporal. Casi 90% de los que fallecieron tenían sobrepeso. La vida es circulación, todo circula. Esto ponlo subrayado: el microbio es casi nada, el terreno lo es casi todo. El terreno es el cuerpo pues. Echo azúcar acá, un poco de miel; vienes en tres días, ¿qué encuentras? Bichos, moscas. Es igual pues: la gente tiene que preocuparse que tenga las tripas limpias, comer fibras, que la gente bote sal. ¿Para qué vas a comer si no has sudado, si no has descargado? Hígado graso, medio sonso, angustiado, suspirando. Somos seres articulados. El estiramiento hace que circule todo. Hay complejo de lechuza: 12 de la mañana tragando. El hígado sufre, tu cerebro sufre, porque ni digieres ni duermes. ¿Por qué hay tanto mal aliento? La gente tiene fermentación y putrefacción por comer tarde.
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-¿Cómo hacen quienes trabajan hasta tarde?
Si has trabajado hasta tarde, qué hacen los chinos: tienen su panetela de arroz en su ‘refri’. Te quita el hambre. O un caldito de verduras. El arroz es el cereal que más fácil se digiere, pero con quinua; la quinua es el alimento más perfecto de la Tierra. Si llegas tarde a tu casa y tienes hambre y sueño, dúchate, baja la intensidad de la luz, deja el celular.
-¿Por qué la quinua es el alimento más perfecto?
Tiene todo. Se digiere fácil. Los incas, cuando estaban enfermos o apenados, comían quinua negra, te quita la tristeza, tiene litio. Todavía falta la costumbre de comer quinua y kiwicha a diario. La kiwicha es el pan de los incas y la quinua es el arroz de los incas. El miedo, el temor bajan las defensas.
-¿Y qué hacemos con el miedo?
Primero hay que dormir bien.
-¿Mínimo cuántas horas?
Depende de la cantidad de veces que comas. Si comes tres veces al día, necesitas nueve u ocho horas; si comes dos veces, que es lo correcto, solo seis horas, porque el aparato digestivo es el que más energía gasta. La gente nunca deja de comer, la gente come 70% más de lo que debería. Puedes estar cinco días sin comer, te rejuveneces, pero no cinco días sin dormir; el cerebro comienza a morir. Más importante que la comida es el sueño. Una ley de la salud fundamental que ayuda a eliminar el temor es el humor y el amor, y el poder del verbo. ¿Qué hacían los mayas, los incas? Temprano se levantaban, abrían piernas y brazos, una antena humana, y decretaban. Si empiezas renegando, todo el día vas a renegar y eso baja las defensas. Hay que decretar: miedo y temor, viniste de la nada, y a la nada regresa. ¡El mar! El mar tiene un poder curativo... Yo digo que es como un útero materno. Y el mar de las alturas son los baños termales. Hay que hacer un plan de desintoxicación, mucho verde, muchos extractos, mucho apio, muchas algas. Y cuando tienes cansancio, hay que descansar. Nunca hay que luchar con el sueño, el sueño siempre vence.
-Su último libro es Vivamos más y mejor, y usted ya está en los 70 años. ¿Se siente en su edad?
Mi edad cronológica es 70, pero la fisiológica es 30.
-¿Qué le molesta?
Cuando se pierde el respeto a los niños. Padres, pediatras y profesores fueron preparados para niños Tico, los de ahora son Fórmula 1. Me saca pica cuando medican demasiado a un niño hiperactivo. Me saca pica que se invierta poco en el jardín de infancia: los primeros siete años son la base.
-¿Ha calculado hasta qué edad le gustaría vivir?
Te respondo con la ciencia. Rapidito. Todo animal vertebrado mamífero, estamos en ese rubro, vive 5 a 6 veces más de su máximo crecimiento de huesos. Si el animalito creció hasta los dos años, vive de 10 a 12 años. Nuestros huesos crecen hasta los 20, no en altura necesariamente, sino anchura; entonces, deberíamos vivir de 100 a 120 años, pero violamos las leyes de la salud. Comemos demasiado, nos movemos poco, abusamos de la luz eléctrica y hemos complicado lo simple. Hay que simplificar lo complicado. Como hacen los japoneses, cada dos horas salgan 10 minutos a mirar un punto lejano, estirarse y respirar.
-Me quedo con “hemos complicado lo simple”.
Y hay que imitar a la naturaleza, que se llama biomimética: imita al árbol, bien enraizado, respeta las raíces de tu pareja, los ignorantes se burlan de los suegros, a la burla se llama ingratitud y la ingratitud te lleva a la decrepitud. Imita al sol, que sale para todos, tenemos que ser soles en la Tierra. Imitemos al río que va para adelante, ¿el río retrocede?
El doctor se despide pero antes saca del morral un número de su revista Bien de Salud y dos cajas de Magnesol. Los obsequia y reparte consejos. Camina hacia la puerta, cruza el umbral y se despide. Luego de unos 10 minutos, tal vez más, está sentado sobre la vereda de la calle, como si estuviera en el sofá de su casa, conversa por celular y sonríe. Y llega un taxi.
AUTOFICHA:
- “Soy José Luis Pérez-Albela Beraún. Mi mamá nació en Huánuco, yo nací en Lima, la familia de mi papá es de Ica pero él nació en Lima. Acaba de cumplir 98 años y mi mamá partió cuando yo me estaba graduando. La gente tiene que morir en su casa”.
- “Fui finalista en el Maracaná, año 75. Soy corredor. Ya me sentía campeón sudamericano, pero faltando 30 metros, quedé cuarto. Fui campeón nacional. Medalla de oro en Chile, fui a Colombia. Tengo cuatro hijos, soy abuelo, tengo tres nietos”.
- “Tengo un programa que está en primer lugar, a las 6 de la tarde, en Radio Felicidad. Se llama Las leyes de la salud. Quiero seguir investigando, decirle a la gente que estamos en un cambio intenso. Vamos a retomar los retiros de salud que hacemos en el Cusco”.
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