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Daniel ‘Zhimpa’ Moreno: “En el tatuaje también hay ciencia y tecnología”
Dibuja desde niño, estudió pintura en Bellas Artes, cumple 20 años como tatuador y hoy radica en Nueva York. Perú21 entrevistó a Daniel ‘Zhimpa’ Moreno.
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Tenía miedo de llevar un tatuaje visible. Eligió que su primer grabado personal descanse en la pierna, en una zona donde permanezca oculto. Y sigue ahí, es un cráneo con puntas que le tatuaron a los 17 años. A sus padres, un médico y una ama de casa, sí les contó porque pensaron que solo se haría uno.
Pintó guacamayos y alcanzó el tercer puesto del concurso nacional de pintura. Estaba en tercero de secundaria, la Escuela Nacional de Bellas Artes lo becó como alumno libre. Acabó el colegio, entró al Centro Pre y logró ingresar a Bellas Artes en primer puesto, lo que –dice– es algo que pocas veces cuenta. “Pero sí, es un logro”, acepta en voz baja. Ya tatuaba y aprendía por su cuenta. No terminó la carrera de Pintura, pero emprendió el camino del tatuaje. Han pasado 20 años desde entonces y hace tres años se mudó a Nueva York, epicentro del arte en el mundo, y donde hace siete meses abrió las puertas de su propio estudio, Inknation.
Lo primero que tatuó fue un dragón en tribal, pero se borró, dice que salió “súper feo”, y ríe sobre aquel episodio de enero de 2002, en un cuarto de su casa, donde tatuó a sus amigos del barrio de Magdalena. El segundo tatuaje también se borró. “No cobré, yo debería haber pagado”, recuerda el artista que hoy dibuja rostros que superan a las fotografías, tortugas que parecen nadar en las profundidades del mar, personajes de ciencia ficción que cobran vida en los brazos de sus clientes, calaveras, dragones, tigres y luces de neón. Realismo mágico.
Estamos en uno de los ambientes de Zhimpa Tattoos, su estudio en Lima, de paredes negras y una pared de vidrio que mira a la cuadra ocho de la avenida Larco en Miraflores. Daniel ‘Zhimpa’ Moreno se cerca a la grabadora, casi de perfil. En el lado izquierdo de su cabeza luce un tatuaje que dice equilibrio al revés.
-En Lima te estaba yendo bien, ¿por qué te fuiste?
Siempre hay límites, bordes que uno toca.
-¿Habías tocado techo acá?
Había hecho bastante acá, me había hecho conocido, tenía clientela, estaba muy cómodo. Pero hay un top mundial y la única forma de alcanzarlo era empezar a viajar, empecé a hacerlo hace siete años; llegué a Europa, Estados Unidos, China. Y me salió la oportunidad de moverme a Nueva York, donde poco a poco comencé a tener más clientela. Estoy en un proceso de crecimiento. Es como si en Nueva York estuvieran todos. Con Inknation estamos dando un paso grande.
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-Hace 20 años, cuando empezaste, ¿qué era el tatuaje en Lima?
Me acuerdo mucho del primer celular que tuve, un Nokia (ríe). Había muy poco Internet, apenas había revistas, no había para conseguir una buena máquina para tatuar ni buenas tintas. Todo era muy limitado. Tatuadores buenos eran pocos. Pero mi valor agregado fue que yo dibujaba. El 90% de tatuadores de esa época solo copiaban o hacían tribales.
-¿Y hoy cómo es?
Hoy el tatuaje es un arte. Se le ve como una forma profesional para crear. Hoy ya la mayoría de tatuadores son artistas y el público conoce más, hasta los abuelos entienden lo que es un tatuaje.
-Si ya hacías pintura en tu adolescencia, ¿qué te llamó la atención del tatuaje?
Fue súper casual. Me daba curiosidad porque era un medio diferente. Entré a la escuela de Bellas Artes, pero en esa época estaba en huelga. Tenía un primo que trabajaba en una tienda de Galerías Brasil. Lo visité y su tatuador no dibujaba nada, y le dije: yo te enseño a dibujar y tú me enseñas a tatuar.
-En esta época del año muchos jóvenes entran en el dilema de qué estudiar luego del colegio. ¿Por qué ser tatuador puede ser una alternativa?
Ha cambiado mucho el estilo de vida del tatuador. Hoy existen tatuajes muy artísticos que cuestan mucho. Me he tatuado la pierna y he pagado 5 mil dólares. Es el valor del arte, de un tatuaje que llevarás toda la vida. Se ha especializado el tatuaje y es súper bien remunerado si lo realizas profesionalmente. Pero es un camino largo.
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-¿Qué prejuicios aún existen contra el tatuaje?
La mayor parte de músicos tienen tatuajes; la mayor parte de futbolistas tienen tatuajes; hace poco salió una reportera que tenía un moko maorí en el rostro, el tatuaje tradicional polinésico; hay políticos y abogados con tatuajes, médicos con tatuajes.
-Pero siento que todavía persiste el prejuicio de que si te tatúas, puedes ser discriminado laboralmente o tener problemas en el sistema de salud.
En cuanto a la salud, cualquier químico o sustancia se evapora a través de la respiración y circulación. En cuanto a lo laboral, las leyes prohíben la discriminación; en Estados Unidos si te discriminar por llevar un tatuaje, puedes ir a juicio. Es más, hay entidades que contratan a tatuados para cubrir cuotas de inclusión.
-¿Ser pintor todavía está en tu horizonte?
Tengo ganas increíbles de hacer cosas grandes con la pintura. En estos años hice varios cuadros.
-¿Envejecerás siendo pintor?
No me imagino dejar de tatuar. Me imagino retomando la pintura al nivel del tatuaje.
-Muchos deben tener la concepción de que ser pintor es un nivel superior a ser tatuador.
La pintura es personal y libre. En el tatuaje hay un vínculo entre dos personas, hay un consenso. Uno no es mejor o peor que el otro. En la pintura hay arte puro, en el tatuaje también hay ciencia y tecnología.
-¿Por qué te tatuaste la palabra ‘equilibrio’?
Porque es el fin equilibrar todos los factores de tu vida, tanto laborales como de familia, de la vida.
-¿Tu equilibrio está en Nueva York?
El fin está dentro de uno, no importa dónde estés, importa cómo estés. Estoy donde estoy no porque lo haya buscado. Nunca quise ser empresario, tener tiendas. El fin fue el arte, tenía que pasar. Hay que concentrarse en lo artístico.
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AUTOFICHA:
- “Soy Daniel Arturo Moreno Elías, pero me dicen ‘Zhimpa’. De adolescente me decían ‘Chimpandolfo’, porque era medio cavernícola (ríe), por el personaje de Chespirito. Me empezaron a decir ‘Chimpamigo’, ‘Chimpatattoo’, ‘Chimpa’, y solo le cambié ‘c’ por la ‘z’”.
- “Tengo 37 años. Nací en Lima. Acabé el colegio, entré a Bellas Artes, pero me quedé en cuarto año, por temas personales y porque me salieron trabajos como tatuador. Un día estaba en el taller pintando, agarré mi mochila, me fui y no volví nunca más a la escuela”.
- “Mi padre es médico, especialista en asma y alergia, y mi madre se dedicaba a la casa. No conozco otro artista como yo en mi familia. En 2022 estaré enfocado en la creación, en lo artístico. Ya aprendí a hacer el realismo en color y ahora toca evolucionar. En Nueva York estoy aprendiendo mucho”.
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