Había una vez un niño tan pobre que tenía que imaginar sus juguetes. Durante el día recogía del suelo alambres, ramas, resortes y cartones que, luego, ponía en una cajita bajo su cama, en uno de los cuartos que compartía con su abuela en el tugurio conocido como El Buque, en el Cercado de Arequipa. En las noches, antes de irse a dormir, sacaba esos objetos y creaba sus propios mundos e historias. Con los años, ese niño fue poeta, mimo, artesano, estudió Sociología, viajó por el país y, luego, se convirtió en el prolífico escritor José Alvear Corimanya. Toda la imaginación que aplicaba en sus juegos de pequeño la plasmó en los casi 1,000 cuentos y cientos de poemas que él mismo ha publicado en folletines y ediciones populares.