Enrique Sánchez Hernani, sociólogo, poeta y periodista. (Foto: Cesar Campos / @photo.gec).
Enrique Sánchez Hernani, sociólogo, poeta y periodista. (Foto: Cesar Campos / @photo.gec).

Era periodista. Se acercó, le habló, le dijo. “Eres el más grande, el verdadero genio de la ” fueron sus palabras en medio del bullicio de la discoteca. “No, en el Perú les gusta Rubén Blades”, respondió. “No, tú estás pintado en las paredes. Cuando vengas a Lima, el Callao saldrá en procesión a recibirte”, lanzó el presagio. Y lo persuadió. “Ven, peruano”, dijo. Caminaron a la trastienda. Enrique Sánchez Hernani sacó su grabadora para entrevistar por primera vez a Héctor Lavoe, que esa noche cantaba en Nueva York, pero aún no se había presentado en Lima. La música –la salsa y el rock– es una constante en su vida, pero no fue músico y está de acuerdo cuando le propongo que lo más cercano a serlo es ser poeta.

Es poeta. Su más reciente publicación es Parábola de las ideas impuras (Fondo Editorial Cultura Peruana, 2021), poemario que empezó a escribir luego de dos o tres meses del fallecimiento de su amigo y poeta Tulio Mora.

Sentado en este café / en la mesa rezagada / que da al patio donde danzan en tímida concordia / las dóciles amapolas / y las copas de jerez / estoy esperando la aparición de la peste / que se está llevando a mis amigos.

Así da inicio al poema ‘Antes que la caída nos humille’, que empezó a confeccionar un año antes del inicio de la pandemia, otra vez detrás del presagio.

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-Escribir tras la muerte, escribir sobre la muerte y hacerlo en medio de una pandemia, que simboliza la muerte, puede ser agotador. ¿Cómo está?

Estoy más tranquilo, con confianza en el futuro, no tengo la angustia original que motivó la escritura de este libro. Podría ser que me equivoque en mi optimismo, pero creo que hay que confiar en el futuro. Imagino que vendrá pronto una sociedad que pueda ir descubriendo la medicina para este mal, que no solo ha sido físico sino espiritual, íntimo. Prueba de eso es el libro que escribí, y que una vez que lo publiqué, he hecho una especie de catarsis y dejé de escribir; hasta cuándo, no lo sé, pero será pronto, porque mi forma de escribir tiene dos fuentes: la propia realidad y el hecho de que me dedico a leer poesía que me hace fructificar ideas en la cabeza.

-¿Las lecturas nos preparan para el futuro?

Tal como lo dices. Uno va leyendo y va interpretando lo que lees de acuerdo con el estado anímico, y lo proyectas hacia el futuro. Tu proyección hacia el futuro de lo que lees hace que modifiques tu propia conducta, con lo que modificas la conducta del entorno e influyes bastante en la realidad.

-Al final de todo, ¿la poesía debe ser optimista con el futuro?

En los peores momentos de la humanidad los poetas han sabido responder hasta con ironía. La aparición de la Primera Guerra Mundial, que fue uno de los eventos más trágicos, originó que se formase el dadaísmo, una poesía aparentemente desconectada, pero que buscaba hacerte sonreír. Luego con la Segunda Guerra Mundial vino el surrealismo, que liberó el sueño, la sexualidad, también de una forma discontinua, que no era por eludir la realidad sino era por no sumarse al sufrimiento. Pero también ha habido poetas del dolor e incluso poetas suicidas; mira la poesía de Alejandra Pizarnik, que es muy fuerte.

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-¿La poesía de usted, en este libro, es más contemplativa?

En este libro podemos decir que mi poesía podía haber sido predictiva, dado que los primeros poemas los escribí antes de que viniera la pandemia. También comencé a tomar conciencia de mi edad, 68 años; ha muerto mucha gente de mi generación, lo que me hacía notar que estoy más próximo a la eternidad que a continuar en este mundo.

-¿Un poeta le tiene miedo a la muerte?

Mira que no. A lo que le tengo miedo es a causarles dolor a mis nietos, a mis hijos. No creo que vuelva a escribir sobre la muerte muy fácilmente.

-Hoy somos como sobrevivientes y usted se pregunta: “¿Qué hace un sobreviviente con la memoria / de la espalda que ha perdido en la escaramuza?”.

El ser humano tiene que tender hacia la vida siempre, hacia el erotismo, hacia la alegría, hacia el amor, hacia la diversión. Yo tengo tres nietas y un nieto y no puedo sumergirme en la melancolía, no me lo permito.

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-¿El optimismo no está sobrevalorado?

El optimismo y pesimismo siempre son sobrevaloraciones de la realidad. Y la realidad tiene de ambas cosas, y uno tiene que tratar de aferrarse a lo que te hace persistir en la vida sin olvidar que vendrán nuevas tristezas.

-Porque a veces se puede pensar que la literatura en general, cuando se aferra al optimismo, puede rozar la autoayuda. Y no sé si eso es bueno o malo.

Mira, la única poesía de autoayuda que existe es la poesía de amor, como Neruda, Pedro Salinas. Pero el resto de poesía, incluso la melancólica, se convierte en un reflejo en el espejo de lo que eres.

La obra de Enrique Sánchez Hernani.
La obra de Enrique Sánchez Hernani.

-Pensando en el poema ‘Post morbus’, ¿cuándo diremos “recuerdo cuando acabó la peste”?

No lo sé. El ser humano es muy estúpido, no aprende. El Perú es un país muy difícil, que encierra múltiples países, enfrentados como en una guerra.

-A veces el Perú es como el poema ‘La fatalidad va de paseo’: este es el cielo gris y jodidamente mórbido / que más parece el toldo funesto de un nosocomio / para enfermos incurables que siempre se santiguan.

Exactamente. Soy agnóstico, pero creo que el gran apego a la religión es producto de las grandes desigualdades sociales; qué te queda, pensar en Dios pues y la esperanza de ser feliz en el cielo porque en la Tierra no lo serás.

-En 2017 usted dijo que “las personas felices no pueden ser escritores”. ¿Lo reafirma?

Es totalmente cierto. Como no te complace la realidad exterior, inventas la tuya. Escribir poesía es un gran acto de psicoanálisis público. Los poetas vivimos en una angustia permanente.

AUTOFICHA:

- “Soy Enrique Oswaldo Sánchez Hernani, tengo 68 años. Nací en Lima, hijo de padre y madre arequipeños. Mi ADN total es arequipeño, he nacido en Lima de casualidad. Acabé el colegio y estudié Sociología en San Marcos, y también fui alumno libre de Literatura”.

- “Me dediqué al periodismo cuando ya había publicado dos libros. Soy prácticamente fundador del diario La República. Ingresé cuando tenía dos meses de vida; Guillermo Thorndike me dio la oportunidad, desde ahí no paré. He publicado 13 libros, incluidas antologías”.

- “Tengo un libro inacabado de poemas sobre niños, no para niños, donde tengo poemas a todos mis nietos. Tengo otra plaqueta que sí está acabada, sobre una visión distinta de un romance a través de la virtualidad; son diez poemas más un ensayo sobre el erotismo. Y quisiera reunir mis crónicas”.

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