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Daniel Olivares: “Si al Congreso lo tomáramos en serio, algún día podría transformar el país”

Ha publicado el libro ‘Joder para transformar’, un detrás de cámaras de sus 16 meses como parlamentario. Perú21 entrevistó a Daniel Olivares.

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Daniel Olivares narra en un libro su experiencia como congresista.
Fecha Actualización
Daniel tenía 9 años y estaba frente al televisor. Era testigo del triunfo de Alberto Fujimori. Como sus padres, él esperaba que Mario Vargas Llosa alcance la presidencia. Recuerda la tristeza de su madre ante la derrota del escritor. Una derrota que los Olivares Cortés hacían suya. ¿Acaso nacía el político?
Aquella derrota se transformó en indignación. A los 15 años salió a protestar a la calle ante la destitución de los tres miembros del Tribunal Constitucional. Se lanzó a esa aventura acompañado de sus amigos del barrio. El fuego de la política se seguía avivando dentro de él. Como estudiante de Derecho, recuerda las vulneraciones a la institucionalidad entre 1995 y 2000, hacia la recta final del fujimorismo con Fujimori. “Y cada vez más se prendía mi vena institucionalista. Soy institucionalista”, se define Daniel Olivares, el excongresista que en su brazo izquierdo lleva tatuada la cifra 80,649 por el número de personas que votaron por él; es uno de los más de 20 tatuajes que tiene y está encima de un árbol de floripondio. Fue 16 meses congresista, entre 2020 y 2021, experiencia que deja escrita, o tatuada, como un detrás de cámaras, en el libro Joder para transformar. Mi última rendición de cuentas (Debate).
En los últimos cinco años ha sido administrador del edificio donde vive. ¿Es política? Asegura que sí. Postuló y reemplazó a la señora Margarita, quien estuvo 14 años. No tuvo competidores, nadie quería asumir la administración. Y ahora llama a elecciones en enero. Esta vez hay dos candidatos. “La política la entiendo como participación”, me dice por Zoom desde Urubamba, donde trabaja como consultor en una fundación y administra a distancia su edificio barranquino.
-¿En Cusco está conectado con la política o alejado de ella?
He sido un ciudadano entrometido toda mi vida. Estoy acostumbrado a ser un ciudadano que está tratando de aportar. El Congreso ha sido un pequeño momento de una vida de activismo. Estoy como siempre: activo y atento.
-¿Qué implica ser un ciudadano entrometido?
Dependiendo del espacio donde estés, tratar de generar algún tipo de mejora. Por ejemplo, cuando recién me mudé al distrito donde vivo, al toque empecé a buscar cuál era la junta vecinal de la cuadra, cuáles eran las temáticas del distrito. Ahora voy a empezar una nueva etapa en enero en políticas públicas vinculadas a conservación. Siempre trato de encontrar, desde el espacio donde esté, alguna forma de aportar.
-¿Por qué comprometer su tiempo e ideas de esa forma? Capaz estaría más tranquilo sin ese compromiso.
Es que no sé si los que no se involucran están tan tranquilos. Yo creo que lo que sienten es una gran frustración. El ciudadano común está muy frustrado. Es como de chico, o ibas a recoger la pelota o esperabas; yo soy de los que van a recoger la pelota. Esperar no es algo que a mí me acomode.
-Pero trabajar en el sector público para muchos es, más bien, frustrante.
Es que hay que manejar las frustraciones. Cada uno tiene sus capacidades, y creo que mis capacidades están en la escucha y en la representación, y meterme en temas que a la gente normalmente le parecen aburridos o frustrantes, pero yo los disfruto.
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-En la primera oración del libro dice que ser congresista es un trabajo muy bonito. Sin embargo, es quizás el trabajo más vilipendiado. ¿Cómo entender esa provocativa frase y, además, creer que es así?
Para creerme tienen que leer el libro y van a ver un montón de ejemplos de cosas bacanes y positivas que se pueden hacer. El congresista el 90% del tiempo está atendiendo personas, y no como ventanilla, sino viendo las causas elegidas, tendiendo puentes, frenando algo negativo; y todo se hace detrás de cámaras. Mucha parte del trabajo es muy positiva, si es que decides hacerla. Hay políticos que, una vez que los eligen, ni dan entrevistas ni rinden cuentas. Yo rendía cuentas todas las semanas y lo disfrutaba, era una terapia. Se pueden hacer tantas cosas si eres un ciudadano entrometido.
-¿Por qué eligió la política, de donde muchas veces no se sale ileso?
Camino con la tranquilidad de haber hecho mi mejor esfuerzo. Si al Congreso lo tomáramos en serio, algún día podría transformar el país. El Congreso es muy importante, solo que no ha mostrado lo potente que puede ser.
-¿Alguna vez lo mostró?
Ha habido congresistas que han mostrado la importancia de ser congresista. Momentos.
-¿Se puede joder y transformar desde el Congreso? El acto de joder lo relaciono más con la ciudadanía en las calles.
Como congresista eres un ciudadano con un poder temporal.
-Tal vez el congresista se olvida que es ciudadano.
La autoridad en el Ejecutivo y Legislativo cree que, una vez que es elegida, tiene un poder ilimitado, cuando el poder viene de la gente. Pierdes esa conexión cuando dejas de rendir cuentas. Cuando empiezas a hacer tonterías y no cumples con lo que te ha mandado la gente, pierdes el poder.
-¿Qué hizo mal en el Congreso?
(Se queda en silencio unos segundos, exhala, inicia una palabra y la deja a medias). Traté de hacer lo mejor. Ha habido momentos más difíciles que otros, donde he estado menos seguro. Por ejemplo, cuando hubo esta ley de ir sacando dinero de las AFP; para mí fue un momento tenso porque la gente necesitaba dinero. Tenía que decidir sobre si es que se estaba debilitando una institución como la pensión o si en pandemia había que relativizar la importancia de las pensiones. Seguramente he cometido errores, pero si regresara el tiempo, trataría de hacer las cosas en la misma línea.
-Dice que esta es su última rendición de cuentas. ¿Ya no volverá a postular al Congreso?
No lo sé. Con el libro cierro una etapa. Por un tiempo participaré desde otro lado, fuera de lo electoral. Me gustó mucho mi trabajo. Hoy te diría que probablemente me provoque más adelante volver a ser representante.
AUTOFICHA:
- “Soy Daniel Federico Olivares Cortés. Tengo 40 años. Nací en Lima. Acabé el colegio y estudié Derecho y Ciencias Políticas, porque me gustaba el Congreso, porque todos mis referentes periodistas eran abogados y porque era pésimo en matemática, no me gustaba”.
- “Si retrocediera, creo que sería historiador, porque creo que cometemos los mismos errores muchas veces por ignorar lo que pasó antes. Tratamos de inventar cosas que ya fracasaron más de una vez. Sería como una forma más eficiente de hacer las cosas”.
- “Estoy pensando en la importancia de documentar las cosas que te van pasando. Entonces, ahora que voy a empezar un nuevo proyecto, creo que voy a ir escribiendo algunas cosas de lo que me vaya pasando; y si vale la pena, después armar un libro, que es lo que hice con Joder para transformar”.
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