Henry Vallejo, director de 'Manco Cápac'. (FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO)
Henry Vallejo, director de 'Manco Cápac'. (FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO)

Parece que está cerca de un aeropuerto. El paso de aviones interrumpe por momentos nuestra conversación. Se encuentra en un hotel de Los Ángeles, hasta donde ha viajado para promocionar Manco Cápac, su segundo largometraje, cinta que representa al Perú en la prenominación de los ; hasta ahora, el vuelo más elevado del cineasta que nació en Puno, la región altiplánica que supera los 3,800 metros sobre el nivel del mar, aquella que también vio nacer a Wiñaypacha, del director Óscar Catacora, que acaba de fallecer a los 34 años.

Desde Estados Unidos, Henry Vallejo, de 51 años, busca que su avance entre las favoritas y que los 50 miembros elegidos de la Academia, entre unos 10 mil, le presten atención al filme. Según los medios estadounidenses, está en el puesto 16. El objetivo es alcanzar las 15 mejores posiciones, lo que elevará las posibilidades de competir en los Oscar. Película que comenzó a gestarla hace 11 años y que hoy se estrena en las salas de cine a nivel nacional.

Terminó el colegio y ganó una beca para estudiar Ingeniería Eléctrica en Argentina. Pero prefería asistir como alumno libre a las clases de fotografía. Buenos Aires vivía un tiempo de crisis para las salas de cine, había ofertas de tres películas por una. Al menos dos veces por semana iba al cine. Sin calcularlo, consumía seis a nueve filmes semanales. Descubría el placer frente a la pantalla grande. Ya no podía sostenerse y tuvo que volver. Intentó seguir Contabilidad, pero había decidido estudiar Comunicaciones. “Si estudias Comunicación, no te ayudamos para nada, olvídate, no hay ningún centavo para esa carrera, tú sabrás cómo haces”, le advirtieron sus padres.

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-En El País de España señalaste que te sientes como si hubieras despertado de un sueño, 11 años después.

En realidad, han pasado más años, desde que hice mi primer largometraje. Dieciséis años. En el caso de Manco Cápac, tuvimos tropiezos con el personaje, la producción, el primer actor se fue, el presupuesto ya no daba para más. Felizmente, salió el presupuesto de la DAFO (Ministerio de Cultura). Solo así empezamos a filmar.

-¿Hacer cine en Puno es más difícil?

En Puno no hay escuelas de cine y ya no hay escuelas de actuación. Para lograr algo hemos trabajado mucho, sentimos como si hubiéramos hecho cuatro películas.

-Sin embargo, ya son dos cintas puneñas prenominadas al Oscar en los últimos años. La otra fue Wiñaypacha. ¿Qué tiene el cine puneño?

Las iniciativas se han llevado con cierto rigor. También tiene que estar bastante claro el sueño de hacer cine. Ser perseverante. Por otro lado, está la ayuda del Estado, a través del Ministerio de Cultura. Sin la ayuda del Estado, no habría sido posible realizar Manco Cápac. PromPerú también nos está apoyando en esta aventura.

-¿Hay alguna coincidencia entre Óscar Catacora y tú? ¿Tal vez el narrar con el silencio?

Creo que él también se apoyó en su familia para las filmaciones. No nos hemos conocido mucho. Escuché que a él le gustaba el cine japonés. En mi caso, me ha gustado mucho el neorrealismo italiano, el cine ruso, el cine europeo. Ambas cintas tienen estilo minimalista, pero son distintas.

-¿Puno otorga una sensibilidad particular?

Puno es bastante cosmopolita. Y está cerca del campo; a 10, 15 minutos te encuentras con lugares inhóspitos. Estamos rodeados de tres idiomas: español, quechua y aymara. Estos contrastes enriquecen. También estamos a dos horas de la frontera con Bolivia.

-¿Cuánto tiene por mostrar el cine puneño?

Tenemos una organización que se llama Puno Audiovisual; por el momento, hay alrededor de 200 miembros, y muchos ya están con sus cortometrajes y largos. Es toda una bola imparable que se viene en los próximos años.

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-Por muchos años has sido guía turístico, ¿por qué?

Un amigo se iba de viaje y necesitaba un reemplazo de un mes. Y me quedé 20 años como guía, hasta hace poco. Finalmente, me gradué en Ciencias de la Comunicación y trabajaba como guía.

-¿Cómo convenciste a tus padres, que no querían que estudies Comunicaciones, para que incluso te ayuden a financiar Manco Cápac?

Nunca los convencí completamente (risas), sobre todo mi papá; para él era un hobby. Quien me entendía más era mi mamá. Ambos profesores. Mis cinco hermanos también me ayudaron.

-¿Qué le dijiste a tu madre para que te pueda apoyar?

Por orgullo yo quería terminar la película. Cuando se nos acabó el dinero, me presté plata para montar una moto sanguchera.

-¿Tú mismo vendías?

Sí y yo mismo los preparaba, estaba aprendiendo a cocinar (ríe). Así pude amortiguar un poco los préstamos. Mi mamá me vio varios meses así, sufriendo. Tenía tres deudas por la película y solo trabajaba para eso. El rodaje se había detenido como un año. Los bancos ya no me podían prestar dinero; entonces, ella me ofreció prestarse dinero y con eso pudimos terminar la película.

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-Narras la historia de Elisbán, que viaja del campo a la ciudad para estudiar. Más allá del nombre, ¿por qué afirmas que es un homenaje a los incas?

Hay que ver la película.

-¿Por qué tendrían que nominar a Manco Cápac?

Es lo que menos estamos esperando. La película no se hizo en busca de premios o reconocimientos. Se hizo porque había un sentimiento de contar esta historia. Pero ya que estamos acá, haremos el mejor intento.

-Si ocurre, será histórico.

Yo estoy muy contento con haber terminado la película. Lo que viene después, que se defienda sola la película. Estar en esta instancia ya nos dice que sí podemos seguir haciendo cine; teníamos tantas dificultades, que por un momento pensé que esta sería mi última película. Pero parece que vamos a seguir haciendo cine.

Henry Vallejo, director de 'Manco Cápac'. (FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO)
Henry Vallejo, director de 'Manco Cápac'. (FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO)

AUTOFICHA

- “Soy Henry Armando Vallejo Torres. Tengo 51 años. Nací en Azángaro, que es un pueblo como a 120 kilómetros de Puno, hacia el norte. Pero casi no he vivido ahí. A los dos, tres años nos fuimos a Puno, donde nos quedamos toda la vida. Llegué a estudiar Comunicaciones”.

- “Cuando lanzamos el primer largo, a fines de 2004, El misterio del Kharisiri, pude ganar un poco de dinero, y en enero de 2005 me fui a estudiar a Cuba por un mes, a la Escuela de San Antonio de los Baños. El 2007 hice un diplomado en Colombia. He hecho unos cinco cortos”.

- “Tengo cinco a seis ideas en borrador para un siguiente largometraje. Quisiera seguir en el cine y de vez en cuando seguir como guía turístico porque se tiene mucho contacto con la gente y se aprende mucho. Y con mi hermano hemos construido un remolque sanguchero, tal vez lo alquile o venda”.

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