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[Opinión] Andrés Chaves: “Enemigo común”

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(Foto: Pixabay)
Fecha Actualización
Han sido días nefastos para el Perú y aún no está claro el desenlace. Las protestas continúan en distintos lugares del país, sobre todo, provincias. Intentar generalizar sobre las razones de estas es tan ingenuo como improductivo. No todos los que protestan son terrucos ni tampoco hay un clamor popular por una Asamblea Constituyente.
Pero algo resaltante es la creciente influencia de la minería ilegal. Antes del autogolpe, ya era evidente la cercanía entre Castillo y Perú Libre con estos grupos, con licencias extraordinarias y como fuente de financiamiento. En los recientes conflictos hemos visto una intervención organizada: bloqueos de carreteras, movilizaciones interprovinciales y participación en saqueos y vandalismo.
Periodistas y organizaciones de derechos humanos vienen advirtiendo de los terribles costos colaterales de la minería ilegal: abuso infantil, trata de mujeres, atropello de derechos laborales y una brutal contaminación ambiental. Desde estos grupos también se hace lobby para modificar leyes que protegen a poblaciones nativas y santuarios naturales (como hemos visto recientemente con la ley PIACI).
Una izquierda democrática y preocupada por los más vulnerables no puede estar tan cómoda con los vínculos actuales con la minería ilegal. Desde la derecha, que hoy se muestra solidaria y agradecida con la policía y las FF.AA., es necesario reconocer que muchas veces estos grupos representan su mayor amenaza, como hemos visto hace algunos meses en enfrentamientos violentos en Chala o Puerto Maldonado.
Entre la recatafila de faltas y agravios cometidos por Pedro Castillo debe tener un lugar especial el fortalecimiento de grupos al borde de la ley (desde minería y tala ilegal, universidades bamba, combis informales y narcotráfico). El crecimiento caótico y sin freno de estos grupos siempre afecta más a los más vulnerables y son grandes desestabilizadores del orden. Es necesario acercarlos a la formalidad y al cumplimiento mínimo de normas sociales. Entre tanta polarización y diálogo de sordos, quizás en esto podemos acordar.
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