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Buscando un atajo

Usualmente toma mucho tiempo llegar al poder. Lula fue un eterno candidato durante 20 años hasta que finalmente lo eligieron mandatario. Aunque a veces ocurren sorpresivos giros en el estado de ánimo del ciudadano que terminan colocando a cargo de un país a alguien que no lo estaba esperando; Fujimori el 90, y Toledo, una década más tarde, son los ejemplos más claros.

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

En todo caso, siempre se espera que los partidos políticos o agrupaciones de cualquier tipo realicen un paciente trabajo de convencimiento para intentar lograr apoyo del pueblo a las propuestas de gobierno que les estarían presentando.

Sin embargo, con la actual tendencia mundial de los indignados hay quienes buscan un atajo para influir en la marcha del país sin la molestia de pasar por el lento proceso democrático. "Si yo sé lo que es bueno para el pueblo, qué sentido tiene perder el tiempo esperando un voto para apoyarnos. Así que vamos a la calle a rechazar al Gobierno, quién sabe, con un poco de suerte hasta podríamos derrocarlo". Es lo que podrían estar pensando más de un iluminado.

Incluso, a los ansiosos jóvenes se le sumaron en las protestas un grupo que parecían salidos de un pabellón geriátrico. El Frente Único de Izquierda –FUI– da la impresión de estar conformado por jubilados. Incluso en conjunto sumarían más años de edad que el número de votos que han logrado. Pero igual quieren obtener en las calles el poder que nunca les dio el electorado.

Por otro lado, los sindicatos, cuyos afiliados en el sector privado son tan escasos que con suerte llenarían un estadio, logran siempre –quemando llantas y creando desmanes– intimidar a los gobernantes, quienes atemorizados no reforman una legislación laboral que condena a la informalidad a millones de peruanos. Así que mientras los líderes sindicales no sean enfrentados quedará la desafortunada sensación en el aire que el recurrir a la calle da algún resultado.