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Pachi Valle-Riestra: “La danza me ha ayudado a salir de muchas dificultades”

Pachi Valle-Riestra es coreógrafa y profesora.

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Pachi Valle-Riestra es coreógrafa y profesora.
Fecha Actualización
Una foto. El bailarín Jaime Lema sostiene con los brazos arriba a Pachi Valle-Riestra. Está suspendida en el aire. Se ha roto la tira de su vestido y él cubre un pecho con la mano izquierda. Se miran, cómplices. Están en medio de un coctel corporativo. Hace 19 años. Como ella recuerda, era una de las formas de ganarse la vida, lejos de la fantasía de los escenarios para la danza moderna y contemporánea. Pero detrás de la fotografía hay libertad, juego y valentía, tal vez los fundamentos para la danza, quizás los fundamentos de Pachi. “Hay mucho bailarín que se avergüenza de eso (trabajar en un corporativo), porque es como prostituirse. Yo he disfrutado de bailar en distintos momentos y objetivos”, precisa.
Ha vuelto tres veces al Perú. La primera a los tres meses de nacida en Estados Unidos. Luego, a los 15, tras vivir 8 años en Colombia. Y, finalmente, por una pena de amor en Nueva York. Ella le propuso matrimonio. Y él le dijo que no. Debía tomar distancia de su expareja, librarse de aquel dolor. “Fue lo más sabio”, agrega. Desde entonces ha creado una consistente carrera como bailarina, coreógrafa y profesora.
Pachi será parte de los talleres de Escena Contemporánea. Dictará el curso virtual ‘La danza de las múltiples manifestaciones’, desde el 29 de setiembre. Informes e inscripciones: escena.contemporanea.lima@gmail.com
Es tataranieta de Miguel Grau. Raíz familiar que celebra y respeta. Pero aclara que no siente que ese factor la haga más ni menos. En un país de estigmas, no quiere ser estigmatizada, ni para ser favorecida ni para ser perjudicada. “Es el deseo de vida lo que a mí me mueve”, define.
-El 2 de mayo publicaste en Facebook: “48 días de encierro y con pánico de salir”. Hoy, más de cinco meses después de decretado el estado de emergencia, ¿cómo estás?
El pánico a salir ya se rompió, porque nos ha tocado salir. Pero esta situación es dura, es terrible lo que estamos viviendo y no veo las horas que se acabe.
-¿La danza ayuda en algo a sobrellevar este momento?
El acto de bailar a uno lo hace sentirse mejor; en ese sentido, te ayuda a tener buenos momentos. Todo lo relacionado a la danza me da un sentido de objetivo en la vida. Ahora y siempre la danza me ha ayudado a salir de muchas dificultades. Yo ya no bailo por mi lesión: una artrosis severa en la parte interna de la pierna. Es irreversible. La única opción es ponerse una prótesis de rodilla, que lo ha postergado la pandemia. Pero eso no significa que no me mueva. Siempre tengo que estar en movimiento. El movimiento es vida.
-La bailarina Inés Coronado me dijo que la fragilidad también es necesaria para reconocer tu fuerza. ¿De la fragilidad sacas fuerzas o te paraliza?
De acuerdo. Y la fragilidad no me anula, lo cual no significa que no sienta miedo. El miedo no tiene por qué anular. En mi caso, el miedo me hace encontrar otras maneras, me vuelve proactiva. Pero sentirse frágil no me parece una sensación agradable.
-¿De dónde sale tu fuerza?
La fuerza sale del deseo. Tengo mucho deseo de las cosas, de las experiencias de vida, que me regocijan. Ese deseo de vida que he tenido desde chica implica tener distintas experiencias, duras o menos duras, placenteras o jodidas. En ese sentido, agradezco varias de las cosas que me han tocado vivir, aunque no hayan sido fáciles.
-¿Enterarte de que no podrías bailar fue más difícil que saber que el mundo vive una pandemia y que la muerte casi nos respira en la nuca?
Yo sentía que el mundo continuaba, que seguía rodando y yo estaba paralizada. Una sensación de sentirse fuera, aislada, marginada. La sensación en la pandemia es aterradora, pero todos estamos en esta situación.
-Hoy los talleres, webinars, charlas, etc. han sido como refugios para aprender y/o entretenerse. ¿Un taller sobre danza cómo suma?
Todo está conectado. Conocer sobre la historia de la danza es conocer sobre los distintos hechos y perspectivas de muchos aspectos en la vida. Por ejemplo, yo he tomado un taller sobre la historia del jazz y tomé otro sobre la historia del rock, y hay bastantes cruces con temas que me pueden interesar; de pronto, estoy comprendiendo de manera más sólida el racismo, la terrible historia de racismo que se ha vivido en EE.UU. Y mi curso, para aquellos que no saben nada de danza, es la presentación de un mundo fascinante y nuevo, pero a la vez es como contrastar experiencias y momentos de muchos otros aspectos de la vida. Nada es tan aislado, todo ocurre dentro de un contexto. Yo abarcaré 120 años.
-Lo positivo de esta pandemia es que las ofertas para aprender, en distintos niveles, son numerosas.
Se ha desatado un deseo y la oportunidad de aprender, pese al teletrabajo. No tener que salir de casa y no tener que trasladarnos para acceder a cosas que nos interesan es provechoso.
-¿La danza se debe entender y sentir, o hay que elegir uno de ellos?
Cada quien recibe la danza como le interese y pueda. Hay personas que funcionan más del lado que necesitan entender cosas. Otras se enriquecen sintiendo. O las dos cosas a la vez. Sentir es una manera de entender. Sentir y entender son parte de una misma cosa.
-¿La danza es transversal a todo?
El ser humano siempre se ha tenido que mover de manera ‘no funcional’ para socializar, expresar, por catarsis, para pensar, proponer ideas. Es transversal. Danzar implica un montón de cosas.
-Pero el baile es muchas veces un acto social, que hoy parece suspendido.
Sí, pero el acto de bailar no va a morir nunca.
-¿Todos debemos bailar?
Uno no es que deba hacer algo. Pero recomiendo que lo hagan solos o acompañados y en sus casas. Me siento afortunada de haber podido disfrutar de todas las funciones que la danza me ha dado.
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AUTOFICHA:
- “Soy María Paz Valle-Riestra Ortiz de Zevallos. Tengo 51 años. Nací en Ithaca, Nueva York, Estados Unidos. Acabé el colegio y estudié danza en Nueva York, donde estuve ocho años. Volví a Lima con la idea de migrar a Europa, pero aquí me fue excelente y me quedé”.
- “De manera más profesional comencé creando a los 21 años, con un grupo en Nueva York. Y no he dejado de crear hasta hace tres años que empecé con la maestría de Artes Escénicas, que ya la terminé. Pero no llevo la cuenta de las piezas que he hecho en mi vida”.
- “Desde el año 2000 trabajo en la PUCP. Estoy en la especialidad de danza. En los últimos tres años he sido parte de la creación y elaboración de un libro de historia de la danza moderna y contemporánea en el Perú. Hemos entrevistado a 61 personas. El libro sale de manera digital este año”.
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