Jordi Puig, arquitecto peruano formado entre Lima y Barcelona. (FOTO: JESUS SAUCEDO / GEC)
Jordi Puig, arquitecto peruano formado entre Lima y Barcelona. (FOTO: JESUS SAUCEDO / GEC)

Describe a su padre como un chico de familia bien, burguesa y de derecha. Fue apresado por los republicanos en la . Y estuvo cautivo casi toda la guerra. El dictador Francisco Franco ingresó a Barcelona y los republicanos se llevaron a su padre hasta la frontera con Francia, pero él escapó. La familia lo envió a América para olvidar aquel episodio.

Su padre catalán le llevaba 18 años a su madre piurana. La vio por primera vez en un recorte de periódico. Quedó fascinado. “Le escribió una carta, se conocieron y aquí estamos todos”, me dice el hijo de aquella unión, Jordi Puig Raygada, arquitecto formado entre Lima y .

Era el primer gobierno de . 1988. “Salí disparado”, recuerda. Hizo el viaje contrario del padre. Con pasaporte español en mano, partió a Barcelona dejando atrás la crisis económica y los coches-bomba. “Llegué más que feliz”, agrega sobre su arribo a una ciudad que se alistaba para las Olimpiadas de 1992, donde participó en el equipo de diseñadores. Lo asignaron para trabajar en la ciudad de Montjüic, que en la década del 30 alojó la prisión donde estuvo su padre.

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-Los espacios interiores de las casas han cobrado un protagonismo particular en medio de la pandemia.

Estos meses de encierro nos han servido para darnos cuenta de las carencias de nuestras casas y aparte de eso, prepararnos para posiblemente un año y pico que vamos a necesitar estar más tiempo en casa. Lógicamente, eso depende de los bolsillos. Definitivamente, hay otro tipo de necesidades en la casa y que capaz se quedarán así, porque la gente se está dando cuenta de que trabajar en casa es válido.

-Hoy asistimos a transmisiones en video por Internet, ya sea por trabajo, para charlas, por estudios o placer, y eso también podría generar la necesidad de comunicar algo: cómo es nuestro espacio personal, cómo somos. ¿Es así?

Yo creo que más que mostrar es una cuestión de funcionalidad, de cómo nos sirve la casa para mejorar este nuevo estilo de vida. La parte social de la casa ya pasó a una especie de segundo plano y lo que queremos es una casa más funcional. El peruano estaba acostumbrado a tener una casa preparada para la visita.

-¿Por qué tendría que ser relevante el diseño interior en medio de un tiempo en el cual la prioridad la tiene la salud? ¿El ambiente en que vivimos también puede influir positivamente en nuestra salud emocional?

El comedor para muchas familias se ha convertido en un gran estudio. Entonces, esa mesa de comedor pasó a ser un área de estudios y capaz comes en una mesita en la sala. Las funciones de la casa han cambiado. En la mesa del comedor trabajan los padres y estudian los hijos. Necesitamos que los espacios sean más funcionales, donde mezclemos nuestra vida privada con el trabajo y el estudio.

-¿Qué recomiendas hacer para lograr esa funcionalidad?

Capaz necesitas sacar de tu casa ese sofá que era cómodo pero que te ocupaba un montón de espacio, porque ahí pondrás un gran escritorio. La sala capaz ya no tiene la función de sala. Las tareas de los chicos tienen que hacerse en otra área lejos del trabajo del padre o la madre. Es complicado y se realiza a la medida de cada familia, porque no todos tienen las mismas necesidades. Las casas han pasado a ser más funcionales que estéticas, porque ahora se ha juntado en la casa todo: salud, ejercicios, trabajo, estudios.

-¿Y eso para ti es un reto o, más bien, algo frustrante?

Es muy pronto para saberlo. La tendencia es que la casa tendrá que ser mucho más funcional. En Europa la gente cuando queda con amigos lo hace en restaurantes. Es poca la gente que te invita a cenar o a comer en sus casas. Cuando vuelva la normalidad, creo que la vida será más hacia afuera; la casa será más personalizada.

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-En Europa fortaleciste tu formación, llegaste a trabajar para las Olimpiadas.

Yo trabajaba en una empresa que hacía los espacios interiores para todo lo que iba a ser prensa hablada y televisiva de las olimpiadas. Me di cuenta de que me gustaba mucho todo lo que era interiores, el detalle. En vez de hacer una especialización en urbanismo y restauración, me metí a un instituto de diseño e hice mi segunda carrera, que es la de Diseño.

-¿Qué aprendiste de esa experiencia en las olimpiadas?

Imagínate, yo tenía 23 años. Estaba más feliz porque había gente de todas partes del mundo trabajando. Era una maravilla. Trabajo y fiesta constantes (ríe).

-¿Y por qué volviste?

Pensaba quedarme, pero luego de 10 años, vine de vacaciones al Perú y un amigo me dijo que me presente para hacer los interiores de unas tiendas. Era el año 98. Mandé mi propuesta, gustó y me contrataron. E hice mi primer restaurante, que fue un éxito. El concepto que se dominaba en Lima era bien Miami y yo venía con una onda totalmente europea, y eso encantó. Me vine a Lima por un año y me quedé.

-¿Un arquitecto de interiores es también un artista?

Hay arquitectos que se dedican más a la construcción, a la educación. El que diseña y es creativo sí entra en la calificación de artista.

-¿Esta pandemia arrojará nuevas estéticas en la arquitectura y el diseño?

No. El estilo se va adecuar a la función, a las necesidades.

-¿Que la funcionalidad tenga más importancia que lo estético no te corta un poco las alas?

Tiene que ser equivalente. Si es solo funcional, puede hacerlo cualquiera. Lo ideal es encontrar el punto medio dentro de lo estético y funcional, y para eso estamos los profesionales, para generar confort pero de una manera estética.

-Más de 20 años después de volver al Perú, ¿estuvo bien?

Soy una persona con suerte porque hago lo que me gusta y me gano la vida con lo que me gusta. No tengo sufrimiento de salir a trabajar (ríe).

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AUTOFICHA:

- “Soy Jordi Puig Raygada. Mi papá nació en Barcelona, pero vino a Perú y se quedó. Yo nací en Piura. Tengo 55 años. Estudié arquitectura en la Universidad Ricardo Palma y de ahí fui a especializarme en Arquitectura de Interiores en la Elisava Escola Superior de Disseny”.

- “Los diseños comerciales me han dado bastante satisfacción, como el barco Aqua en el Amazonas, uno de lujo. También el Titilaka, un hotel de lujo que está en el lago Titicaca. Frida de comida mexicana, un hotel boutique, los interiores del Hotel B, etc.”.

- “Fuera de los interiores de edificios, estoy haciendo casas de campo y edificios en Miraflores. No volveré a la televisión y no por mí, porque decidieron que yo saliera y no entendí el motivo, el programa era sintonizado. Fueron 12 años de televisión, por poco le ganamos a Gisela Valcárcel (risas)”.

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