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Santiago Roncagliolo: “Debe haber sido difícil para Alan García vivir consigo mismo”

Santiago Roncagliolo es un escritor limeño que radica en Europa. Y es uno de los diez autores del libro 'El código García'.

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Fecha Actualización
Cuando Alan García se suicidó en Lima, Santiago Roncagliolo estaba en un almuerzo con periodistas en Barcelona. Una reportera le dijo: “Tu expresidente se ha pegado un tiro. Lo están llevando al hospital”. Lo primero que pensó el escritor limeño fue que se trataba de un montaje para evitar la cárcel. Llegó a su casa y sonó el teléfono. Contestó y era un editor de Lima que le propuso: “Alan acaba de morir, ¿quieres escribir el libro?”.
Por lo pronto, Santiago Roncagliolo es parte de El código García (Penguin Random House, 2020) con “Enemigos íntimos: la relación entre Alan García y Víctor Polay”. El libro reúne diez miradas para descifrar al otrora dirigente aprista que llegó a ser presidente del Perú dos veces y que falleció el año pasado. Obra que se presenta este sábado, a las 11 a.m., vía la plataforma virtual Zoom. Más detalles en la cuenta de Facebook de Me Gusta Leer. La publicación ya está a la venta como ebook y en edición impresa.
Sus primeros recuerdos son de México. Su familia fue deportada por el gobierno militar del 70. “Yo llegué al Perú como un extranjero”, dice. Su imagen del país eran los perros colgados por Sendero Luminoso en la década del 80. Él no quería volver a ese país, al Perú de Víctor Polay, jefe del MRTA, al Perú de Alan García. Santiago Roncagliolo regresó y se volvió a ir. Hoy, sentado en la Costa Brava de Cataluña, coge el teléfono y atiende esta llamada. Mientras mira al mar desde su balcón, vuelve al Perú de esos años.
-¿Qué respondiste cuando te propusieron escribir el libro sobre Alan García?
Con esa vida y ese final, era un personaje de novela. Pero era imposible escribir el libro. Es un personaje demasiado grande. Tienes que ir a Colombia, a Francia, trabajar en el Apra olvidado, recuperar la historia de Haya, ir a Brasil por el caso Odebrecht. Tiene tantas aristas. Es una cosa tan monumental de investigar, que simplemente es imposible de financiar (risas).
-Cuando Alan García recibió la banda presidencial por primera vez, ¿dónde estabas?
Yo tenía 10 años. Recuerdo un gran entusiasmo al principio, seguido por una gran decepción. Incluso, el MRTA se decepcionó de Alan (ríe). El principio del gobierno de Alan es Polay dándole una tregua. Y el final del gobierno de García es Polay escapándose de Castro Castro con decenas de presos, para humillar a Alan, básicamente. Él quería escaparse antes de que acabe el gobierno aprista, como una señal más de su fracaso. Aunque quedó la eterna sospecha de que Alan García trataba de ayudar al MRTA por Polay.
-Como relatas en El código García, Polay ya había ayudado a su entonces amigo Alan en Europa.
Habían sido muy buenos amigos. Habían sido del círculo íntimo de Haya de la Torre. Pero era imposible que fuesen aliados, porque cada uno de ellos representaba dos almas del Apra que ya no se podían reconciliar. Asociamos naturalmente la sublevación a la izquierda, al comunismo, pero en realidad durante toda la primera mitad del siglo XX, la sublevación fue del Apra; fue el partido que montó revoluciones, golpes de Estado, conspiraciones y asaltos al poder. Tanto Polay como Alan son hijos de militantes apristas que han pasado la vida entrando y saliendo de las cárceles, que fueron perseguidos constantemente. El Apra finalmente decidió jugar con las reglas del sistema, pero todos sus revolucionarios lo consideraron una traición y, entonces, Polay recupera esa historia y la canaliza en el MRTA. Alan era el elemento perfecto del sistema.
-Recuerdo un reportaje de Panorama en la selva peruana, que informaba sobre la llegada de terroristas del MRTA. Muchos peruanos nos enteramos de la existencia del grupo armado aquella noche. ¿Dónde estabas cuando pasó eso?
Creo que fue cuando toman Janjuí y debe ser, incluso, en los 80. Supongo que estaba en mi casa. El MRTA a diferencia de Sendero siempre tuvo una estrategia de comunicación muy elaborada. Les importaba que hubiese prensa. Ellos se veían más como los cubanos. Yo estaba en el colegio. Todas estas eran discusiones entre mi padre y sus amigos, que eran gente de la izquierda democrática. Pero yo estaba pensando en cosas más banales.
-¿Escribir libros no fue un sueño adolescente?
No. Incluso, cuando estudiaba Literatura, escribir libros parecía algo inalcanzable. Piensa que a principios de los 90, Vargas Llosa era candidato a presidente, García Márquez viajaba con Fidel, Carlos Fuentes cenaba con Bill Clinton. El personaje de un escritor era algo casi heroico, algo que sentías que nunca serías capaz de dar la talla. Por suerte, luego de eso, en los 90, los escritores se volvieron más humanos (ríe), menos tótems.
-¿Qué dirías que tienen en común Alan y Polay, además del aprismo inicial?
Algo que les dejó el aprismo inicial a los dos es un sentido profundamente serio e histórico de sí mismos, no es gente que se pueda reír de sí misma. Los dos consideraban tener misiones trascendentales. El suicidio de Alan es una señal de que no puede verse en la indignidad de ir preso.
-¿El suicidio es una derrota o un triunfo para García?
Lo que más me sorprendió cuando se suicidó es que todo el mundo estaba a favor o en contra. Cuando la gente se muere, hay días de silencio. Inmediatamente después de su suicidio, la mitad del país consideraba que había sido una huida cobarde y la otra mitad estaba convencida de que lo habían matado sus enemigos. Todo en Alan era, a la vez, una derrota y un éxito. Era considerado una estafa por la mitad y un hábil estratagema por la otra.
-¿En qué mitad te ubicas?
No soy nada fan de Alan. Pero tampoco soy de los que lo detestan; en realidad, no soy alguien que deteste o adore a los personajes de ningún tipo. Pero me parece fascinante su capacidad de sobrevivir, lo que es curioso tratándose de un suicida. Solo iba a morir por su propia mano, pero pudo sobrevivir a la izquierda, a la derecha, al socialismo, al liberalismo, sobrevivió al Apra.
-Pero no sobrevivió a su ego.
Era una forma de decir ‘si voy a tener una salida fea, yo decidiré cuál es esa salida’. Debe haber sido difícil para Alan vivir consigo mismo.
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-¿Tienes algo de Polay o de Alan?
(Se queda en silencio). Esa fascinación de los dos con su misión en el mundo es algo que a todos nos gustaría tener. Lo que pasa es que ellos fueron conducidos por esa obsesión a finales terribles en ambos casos. Creo que todos queremos hacer algo más que comer, dormir, ir al trabajo y volver. Es la ambición por cambiar la sociedad.
-¿Hubieras querido ser un joven revolucionario en las décadas del 60, 70?
No, difícilmente. Yo creo que soy demasiado burgués para eso (risas). Conozco demasiados revolucionarios de salón en mi gremio, como para tomarme muy en serio la aspiración de un burgués clasemediero que cree que está transformando el mundo desde Twitter. Pero creo que las historias ayudan a cambiar un poquito el mundo, incluso sobre personajes que no nos gustan, que hacen cosas que no haríamos, como Alan García y Víctor Polay. Al entenderlos a ellos, entendemos mejor el mundo en el que vivimos y si lo entendemos mejor, haremos algo por cambiarlo. Nunca creeré que si cojo un fusil y lidero a 100 personas o si me hago presidente del país, el mundo será mejor. No es que no crea en el mundo; es que no creo en mí para ser capaz de hacer esas cosas (ríe). Más que grandes héroes, si todos fuésemos capaces de hacer pequeñas cosas, el mundo sí sería mucho mejor.
AUTOFICHA:
- “Nací en Lima, en 1975. Estuve en México hasta los 10 años de edad. Volví al Perú desde mediados de los 80 hasta el 2000. Llevo más tiempo fuera del Perú que adentro. Pero mi conexión con el Perú sigue siendo muy fuerte. Sigo fascinado con nuestra historia y con contarla”.
- “Mis historias me han llevado a las cárceles, donde hago una pequeña obra social con la Fundación Dignidad Humana y Solidaridad, herederos del padre Hubert Lanssiers. Hacemos un premio literario en las cárceles para defender la literatura como una forma de libertad”.
- “Estudié Literatura y luego Guión de Cine en España. He publicado novelas, no ficción y libros infantiles. Más de 15. Preparo la novela Líbranos del mal con Planeta; tiene que ver con los escándalos de pederastia peruanos de los sodálites. Y tengo proyectos de guiones para México, España y Perú”.
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