Mariana de Althaus, dramaturga y directora de teatro, presenta la obra Fantasma. (GEC)
Mariana de Althaus, dramaturga y directora de teatro, presenta la obra Fantasma. (GEC)

Mariana cumplió 46 años en cuarentena. “La verdad es que todos mis cumpleaños siempre han sido un poco en cuarentena”, dice y ríe. Se define como poco sociable. “Lo que me cuesta es tener a mis hijos en cuarentena, que no puedan tener una vida normal con amigos”, agrega la dramaturga y directora de .

Fantasma es de las primeras puestas en escena limeñas que se han adaptado a la nueva realidad, aquella que nos dicta quedarnos en casa mientras se enfrenta la . “Conseguimos tener la sensación de estar haciendo teatro”, señala la directora. Fantasma vuelve a la próxima semana. “En 20 minutos mil emociones” o “bravo, bravo, bravo, seguiré aplaudiendo” son algunos de los comentarios que dejó el debut online y tal vez las razones para este retorno, donde actúan Denise Arregui y Jely Reátegui.

Mariana no está escribiendo. “Es un poco difícil sentarse a escribir”, dice. Escribía cuando sus hijos se iban al colegio. “El primer día de colegio fue el último día de colegio”, añade con cierta resignación. Hoy en casa, no solo se hace cargo de sus hijos, en compañía de su pareja, el también escritor Jeremías Gamboa, sino también hay que atender las angustias del . “Escribir sería demasiado ambicioso”, explica y reconoce que no hay mucha claridad para sentarse a hacerlo. Y solo lee cuando se duermen los niños.

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-En 2018 te entrevisté y declaraste: “Tengo 44 años y he pasado las peores pruebas”.

¿Eso dije? Qué dramática (risas). No creo que haya pasado las peores pruebas.

-Por lo pronto, una pandemia no estaba en esa lista.

Nadie imaginó esta pandemia. Creo que el teatro estará a prueba por mucho tiempo.

-¿Qué se pone a prueba?

Sobre todo las conquistas de los últimos años. Si bien el teatro en el Perú está todavía en pañales, también es verdad que en los últimos 20 a 30 años se ha construido un montón. Se ha ampliado muchísimo el público, las producciones han subido de nivel, la dramaturgia se ha difundido mucho más, la cantidad de gente que trabaja en diferentes rubros en el teatro ha crecido, se han hecho varios festivales y concursos. Ahorita duele la posibilidad de que todo eso se venga abajo y que tome igual cantidad de años recuperarlo, que ni siquiera era lo suficiente para equipararnos a las industrias culturales o teatrales de algunos países vecinos.

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-En Fantasma se preguntan qué hemos perdido.

Todos hemos perdido la tranquilidad. Y muchos se preguntan si han perdido futuro. Creo que todavía lo peor está por venir. Hemos pasado de los primeros días de miedo, angustia, frustración y rabia a una fase de agradecimiento. Finalmente, los que hemos trabajado en teatro por tantos años estamos agradeciendo que aún sigamos con salud y que algunos de nosotros tengamos la posibilidad de seguir trabajando. En el teatro estamos muy conscientes de la necesidad de tender lazos entre nosotros. Somos un medio muy precarizado, no hay redes de ayuda ni ningún tipo de organización para enfrentar la ausencia del Estado.

-Soy consciente de que lo peor puede estar por venir. Pero escucharlo (leerlo) es aterrador.

La muerte no se ha detenido y es muy probable que todos perdamos a gente querida; por otro lado, vamos a tener que enfrentar durante años la pérdida económica y reconstruirnos como país y personalmente. Estamos en una fase de sobrevivencia.

-Ya hablamos de lo perdido. ¿Hemos ganado algo?

Es muy pronto para preguntarse eso. Quizás lo único que puedo sacar de positivo de todo, al menos en el mundo del teatro, es que se han visibilizado nuestras carencias como rubro cultural y la necesidad urgente de organizarnos y convertirnos en un gremio que tenga capacidad de ayudar a los más desprotegidos.

-¿Y el mundo interior qué ha perdido y qué ha ganado?

Estamos cambiando un poco nuestra lista de prioridades. Empezando a valorar algunas cosas que dábamos por sentadas. Hemos pasado a una fase menos banal de la existencia. Abrazando las cosas verdaderamente importantes. Hemos ganado quizás algo, pero mira a qué costo.

Fantasma.
Fantasma.

-¿El teatro es importante en tiempos de crisis?

Sí. Pero somos un país que ha abandonado su cultura, no nos hemos construido desde ahí. El teatro son los ojos de la humanidad. Con el teatro vemos más allá de la cotidianidad, de lo concreto. La pérdida puede ser simbolizada desde el arte. El teatro no es un arte masivo en nuestro país, pero quienes lo consumen y lo aman sí pierden algo por la ausencia del teatro. El teatro es ese espejo a veces incómodo y, a la vez, que hermana.

-¿Se debe aprovechar esta crisis para reconstruir el país desde la cultura o es mucho pedir?

Sería ideal, pero cada vez que uno dice la palabra cultura, saltan cientos a decirnos frívolos. La cultura no es entretenimiento, son cosas diferentes. Si una sociedad se construye desde la cultura, se construye también desde la solidaridad, la conciencia del dolor ajeno, el amor al bien público.

-Profundicemos en la idea de que la cultura no es entretenimiento.

Entretenimiento pueden ser un montón de cosas, pero cultura es algo específico. Por supuesto que la cultura puede convertirse en entretenimiento, ojalá. Pero el fin de la cultura no es entretener.

-Y tu teatro no persigue entretener.

Los que hacemos teatro tenemos diferentes capaz a las que aspirar. En la capa más baja está el entretenimiento. Si el público se aburre, no tiene sentido lo que hacemos. Tenemos que captar su atención, conseguir que se quede durante la función. Por otro lado, tenemos que darle algo más: incomodarlo, hacerlo sentir y pensar.

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-¿Es un tiempo ideal para la creación?

No. Estamos en el ojo de la tormenta. Estamos tratando de sobrevivir y de estar para los nuestros, de cuidarnos, de entender qué pasa, de comprender el sinsentido. La obrita online que estoy haciendo es una expresión de desesperación, en realidad; una forma de tratar de autoconvencernos de que estamos vivos, de que las cosas pueden continuar, que seguimos siendo creativos, de que todavía podemos comunicarnos con el público.

-¿El teatro online llegó para quedarse?

No creo. Es un manotazo de ahogado.

-¿Es teatro?

No, no. No es teatro. Da la sensación porque es en vivo y estamos tratando de contar una historia. Pero aun siendo en vivo, como no tenemos al público cerca influyendo, no es teatro. Es un premio consuelo, mientras no podemos entrar al teatro.

-Luego de la pandemia te atreverás a decir: tengo 46 años y he pasado las peores pruebas.

No. Eso que te dije debe haber sido un momento de máxima frivolidad.

-Pero, Mariana, luego de una pandemia...

Todos estamos pasando por una gran prueba que nos está poniendo, realmente, en una situación en la que podemos demostrar lo mejor y peor de nosotros en un mismo día. Estamos pasando por una gran prueba. Pero, sobre todo, limpiando un poco la casa, tratando de recuperar lo verdaderamente importante. Y no creo que para nada haya pasado por las peores pruebas.

AUTOFICHA:

- “Soy Mariana de Althaus Checa. Acabo de cumplir 46 años. Acabé el colegio y estudié Literatura en la Católica. También seguí algunos talleres de actuación y dramaturgia. Debo haber escrito unas 16 obras de teatro. Estoy leyendo una novela maravillosa de Toni Morrison”.

- “Empecé leyendo Beloved y ahora La canción de Salomón, de Morrison. Tratando de concentrarme. El 4 y 6 de julio se vienen dos nuevas funciones de Fantasma. Entradas en Joinnus. La del 6 de julio será en homenaje a los profesores del Perú, porque es el Día del Maestro”.

- “Hacer Fantasma ha sido un momento emocionante en medio de las angustias por la pandemia. Fue recuperar un poco la conversación con el público”.

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