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Ronald Elward, autor del libro ‘Los incas republicanos’: “El Perú se convirtió en una república de muy pocos”
Ronald Elward es autor del libro 'Los incas republicanos'. Desde Holanda propone que el Perú recupere el optimismo de la independencia. Lo entrevistamos.
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¿Qué tienen en común La Haya y Cusco? A Ronald Elward Haagsma y el libro Los incas republicanos. Una obra que busca responder la pregunta de qué pasó con los descendientes de los incas, qué ocurrió con la élite indígena cusqueña entre la asimilación y la resistencia cultural, en el intervalo de 1781- 1896. Investigación que tardó una década y que empezó con su llegada al Cusco.
Pero esta aventura tal vez comenzó con los mayas y el interés precoz por la historia de los pueblos lejanos. El estudiante de primaria imaginaba a los mayas en la cima de sus templos mirando las estrellas. Sabía de los incas por la invasión española. Hasta que viajó al Cusco para conocer más. Revisó 150 mil documentos, entrevistó a representantes de 35 familias que le hablaban de su herencia inca. El libro, publicado por el Fondo Editorial del Congreso del Perú, es una manera de vincular a las personas con sus antepasados.
Ronald Elward pensaba que era más importante tener un trabajo donde ganar un sueldo seguro. Por eso estudió Ingeniería Alimentaria en Holanda. “No había tanto trabajo para historiadores”, apunta desde La Haya. Pero, como él dice, tarde o temprano el interés personal, o lo que algunos llaman vocación, se impone. Y cruzó el Atlántico para seguir una maestría en Historia en San Marcos. Le pregunto si es historiador o ingeniero. Responde de manera factual que es director de dos colegios de primaria en Holanda.
-¿Por qué no eligió estudiar a los mayas?
Fui a México antes. Pero de los mayas se sabe mucho más. Los incas aún es un poco misterioso: de dónde vienen, cómo han construido su imperio, cómo funcionó todo; sabemos de los restos arqueológicos y es más un mercado turístico, algo romántico para el turismo.
-¿Podría afirmarse que el conocimiento de los incas aún es incipiente?
Sabemos muy poco. Por ejemplo, no hay una película sobre Pachacutec o series de televisión sobre Tupac Yupanqui o Huayna Cápac.
-Sin embargo, parte de la idealización de la historia podría hacer impensable, y hasta contradictoria, la figura de un inca republicano. ¿Cómo perviven los incas republicanos hoy?
Investigo Cusco como parte urbana y a los pueblos de San Jerónimo y San Sebastián. En estos dos últimos viven la mayoría de familias que son descendientes. Los ayllus imperiales fueron reducidos a estos dos pueblos. Los ayllus ahora se llaman comunidades campesinas.
-Un tramo del libro cita el renacimiento inca entre los siglos XVII y XVIII que, de alguna manera, culmina con la rebelión de Túpac Amaru. ¿Cuánto se ha idealizado ese periodo?
Este renacimiento implica que había mucha atención por el arte, el idioma quechua, por el papel de este grupo social. Pero naturalmente este grupo social quería más derechos y no ser un grupo subordinado a los europeos. Eso pasó en Lima con la rebelión de Huarochirí en 1750 y 30 años después, en Cusco, con Tupac Amaru. Había una reclamación de derechos que el poder colonial no quería dar, que resultó en esas rebeliones y con el fin del papel de esta élite. En Lima desapareció la élite indígena y en Cusco se invisibilizó: las familias siguieron siendo importantes pero no eran vistas. No podían pintar sus cuadros ni hablar quechua. Tupac Amaru al inicio quería ser parte de este grupo de incas coloniales, no logró tomar su posición y entró en una dirección en contra del poder colonial. Pero mi libro empieza justo después, con la pérdida de la visibilidad y hacia el siglo XIX con la independencia y los hechos que pasaron después. El antes era visibilidad y participación política; y el después, pérdida casi total de la posición, que tomó casi todo el siglo XIX hasta el final, donde la población indígena no tenía ningún derecho.
-¿Y cómo resistieron las élites indígenas?
En el Cusco perdieron su posición como élite, pero eran más parte de una clase media. Mientras que en San Sebastián y San Jerónimo mantuvieron su posición, lo que es visible en la vida política, que se nota en el siglo XX cuando hay elecciones libres, porque varios representantes de esas familias fueron elegidos alcaldes, lo que afirma que han mantenido su posición de liderazgo en sus comunidades.
-¿Qué perdimos con la independencia?
En cierta manera, la independencia misma no fue una gran brecha porque muchas cosas siguieron funcionando igual que antes. Por ejemplo, el tributo que fue abolido Bolívar lo retomó. Ahora, pagando la contribución daba cierta autonomía al campo, no era tan malo ser indígena y vivir en el campo. El guano aparece como fuente de ingresos y la contribución ya no era necesaria; parece mejor no pagar un impuesto; pero si no pagas nada, tampoco puedes reclamar nada. Entonces, en la segunda mitad del siglo XIX empiezan los latifundios y las haciendas grandes y muchos pueblos indígenas empiezan a ser parte de estas haciendas y ya no hay ninguna autonomía. El guano sí cambia mucho la situación, pero para peor.
-Entonces, ¿qué se ganó con la independencia?
La independencia empezó bastante bien. Los criollos e indígenas participaban en la formación del Estado. Pero cada vez se disminuyó la participación de los indígenas y al final (1896) casi nadie participaba. La independencia empezó optimista. Y la reflexión es recapturar este optimismo y regresar a la idea de hacer las cosas juntos, porque luego el Perú se convirtió en una república de muy pocos, cuando debe ser una república de todos.
-¿Qué le ha enseñado estudiar a los incas?
La perseverancia es algo bien impresionante. También me llamó mucho la atención que durante la época colonial, siglo XIX, mucha gente buscaba la ruta judicial para obtener sus derechos. Claro, naturalmente hubo rebeliones como la de Túpac Amaru, pero en su gran mayoría la gente buscaba la vía legal y eso es bien civilizado. Es una lección de civilización en un sentido. En otro capítulo toco sobre la colonización de la mente. Estamos muy acostumbrados de ver todo desde una manera europea. Pero Europa es un continente muy chiquito y lo más violento en el mundo con dos guerras mundiales. En cambio, la cosmovisión andina es tan diferente y quizás puede dar mejores soluciones para un futuro en vez de este modelo de conflicto y dominación que ha salido de Europa. El imperio inca era otra manera de ver la agricultura, sostenible en un entorno difícil. En Europa es fácil con la lluvia y todo plano y verde; en cambio, Perú con desiertos, montañas y selva no es tan fácil, pero la gente ha desarrollado culturas importantes. Hay que revalorizar la base de la nación peruana que es indígena, no solo para el país, sino también para el mundo.
-Estuvo 10 años investigando para el libro, ¿no pensó en quedarse en el Perú?
(Ríe). Bueno, 10 años ya es bastante tiempo.
-El Perú es difícil.
Un poquito, pero también bien interesante. El Perú es un país fascinante porque tiene tanta diversidad. Lo único es que no es tan fácil de encontrar la manera de conocer esta diversidad.
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AUTOFICHA:
- “Nací en 1965, en Holanda. Estudié Ingeniería Alimentaria en Holanda. Luego en 2016 estudié en San Marcos, donde hice la maestría en Historia. Hoy trabajo en dos colegios de primaria en Holanda, en ambos soy director”.
- “Los incas republicanos es mi primer libro en el Perú. En Holanda, a los 21 años, publiqué un libro sobre castillos y casonas. Holanda fue parte del imperio romano y tenemos restos romanos aquí. También me interesa mi propio país, por eso escribí ese libro sobre castillos”.
- “Estoy pensando en escribir un libro que es más sobre mis experiencias personales investigando este tema (de los incas republicanos) y viviendo en el Perú por 10 años. Aún no he leído El espía del inca, quiero leerlo porque me parece un tema bien interesante; es importante que estos temas entren a un público más amplio”.
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