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Marisa Minetti: “El Perú es parte de mi historia; y sí, vuelvo a que me abriguen”

Nació en Buenos Aires y vivió en Lima 25 años. Hace un mes y medio retornó de Argentina, donde estuvo una década. En unos días estrena la obra de teatro ‘El hijo’. Sale de un divorcio, pero abraza su oficio y abraza al Perú. Perú21 entrevistó a la actriz Marisa Minetti.

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Marisa Minetti regresa.
Fecha Actualización
El padre era peruano. Estaba divorciado de la madre de Marisa. Ellas vivían en Argentina. Terminó la carrera de Turismo y le dijo: “Mamá, me gustaría volver a ver a papá”. Le respondió: “¿Estás segura?”. “Quiero verlo”, insistió la hija que se carteaba con el padre. En esas cartas siempre le decía: “Marisita, te extraño mucho”. “Me voy a Perú”, anunció con voz firme. Aquella primera vez, hija y padre se fueron al norte, a vivir días de playa. Quizás serían dos o tres meses. “¿Y cuándo vuelves?”, le decía la madre. Y no volvía. Empezó a dar clases en un gimnasio, le propusieron un casting. “¿Qué es un casting?”, preguntó. Los meses se convirtieron en 25 años.
Hace una década, finalmente, regresó a Argentina. Pero ya tiene un mes y medio en Lima, y tendrá un segundo debut, esta vez en la obra teatral El hijo, de Florian Zeller, en la que comparte roles con el actor Ismael La Rosa, con quien actuó en la primera novela que grabó en el Perú, La rica Vicky. En la telenovela fueron hermanos y ahora en la obra, que se estrena este 6 de octubre, son esposos y tienen un hijo. Puesta en escena que aborda la salud mental. Va hasta el 5 de diciembre en el Teatro de Lucia, en Bellavista 512, Miraflores. Entradas en Joinnus. “Es importante que se hable de la depresión sin miedo ni vergüenza”, dice Marisa Minetti con una mirada fija, penetrante, como si sus ojos hablaran, fortaleza que esconde algo.
La madre vive hoy en España. Dice que de ella posee la fuerza e histrionismo y de él, la picardía y el atrevimiento de hacer lo insólito. Marisa es la hija, la única que tuvieron. A sus 90 años, la madre quiere que se vaya con ella. Pero la actriz se abraza al Perú.
-Me dices que en Buenos Aires estuviste haciendo teatro under. ¿Vuelves a Lima al mainstream?
Correcto. Y es una propuesta que no dudé en aceptarla. El público en Perú me conoce más que en Argentina. Cuando estoy en Buenos Aires aprovecho para entrenarme.
-¿Qué hay que entrenar?
El actor entrena absolutamente todo. Y ojalá pudiera entrenar hasta mis últimos días. El actor nunca deja de aprender, sobre todo por la versatilidad que uno puede demostrar. El teatro es una exploración constante.
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-Lo under debe ser una fuente de inspiración, es tal vez más retador.
Es mucho más retador, a puro pulmón, es autogestión al 100%; estás como actor, productor, maquillador, vestuarista, boletero, promotor, tienes que buscar tu guion, buscar la locación. Es todo un entrenamiento. Siempre me preguntan qué le recomiendas a un actor: que aprenda a autogestionarse, no podemos estar esperando que nos convoquen.
-La autogestión te da piel para todo.
Para crear, para vivir, para seguir soñando, para seguir creyendo en nuestro oficio.
-¿Alguna vez no has creído en el oficio?
Muchas veces. Es un oficio encantador, te tiene arriba y te tiene abajo, bien abajo, porque a veces llegas al fondo, donde nadie te convoca o donde sientes que ya no se acuerdan de ti, y tienes que estar con los pies bien sobre la tierra. Se habla de fama, pero eso no existe, son momentos. Por eso siempre fui de la idea de tener un trabajo complementario que me permitiera hasta psicológicamente darme esa tranquilidad. Durante 20 años tuve una empresa de eventos.
-¿Y por qué dejaste el Perú?
Me casé. Tenía la empresa y un programa de bodas.
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-¿Dejaste todo por el amor?
Correcto.
-¿Estuvo bien?
Sí, no me arrepiento. Son decisiones. Y ahora vuelvo recargada.
-¿Por qué vuelves?
Me divorcié. Pero todos los años he estado viniendo a Lima por proyectos. Estuve en Te volveré a encontrar; en Ven, baila, quinceañera; en La Rosa de Guadalupe; hace unos días acabo de grabar nuevamente. Estoy en casa.
-Hace un rato graficaste una curva de altas y bajas. ¿Dónde estás ahorita?
Estoy continuando.
-Se pensaría que, luego de un divorcio, este regreso también es una forma de salir de ese entorno.
Totalmente. Salgo de un entorno que para mí sigue siendo muy duro y vengo a mi abrigo, a mi calor, al amor.
-A buscar el abrazo del Perú.
El Perú es parte de mi historia; y sí, vuelvo a que me abriguen (sonríe). Vengo a buscar ese amor, ese cariño.
-El hijo aborda la salud mental. ¿La depresión ha sido un tema para ti?
Sí. He pasado por una etapa de depresión. En Argentina es pan de cada día. La salud mental allá está muy desarrollada, la gente lo habla, lo comunica. Es más, es muy extraño decir que no vas a terapia. En situaciones óptimas también he ido al terapeuta, porque lo siento como un guía. Siempre el ser humano tiene dudas, algo que quizás necesita ajustar.
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-¿Qué tienes que ajustar?
Salir de lo triste de este divorcio y saber que puedo por mí misma. Es duro, porque han sido 10 años de matrimonio.
-Desde afuera tengo la percepción de que eres una persona fuerte, autosuficiente, alguien a quien no le afectaría un divorcio.
Y soy así, pero soy sensible. Tengo carácter muy fuerte, pero a la vez me podés ver muy dulce. Y, bueno, se tomaron decisiones.
-Me gusta eso de “se tomaron decisiones”.
Es fundamental: tomar decisiones, aunque sean dolorosas. Hay que aprender a tomar decisiones, por más dolorosas que sean. No sé con qué me puedo encontrar, pero estoy aprendiendo a vivir el día a día. Soy afortunada porque estoy abrazada a mi oficio y tengo amigos y la familia que me sostienen; y me abrazo bien fuerte.
-Y el Perú te abraza.
Sí y eso es un regalo; qué pastillas antidepresivas ni qué ocho cuartos (risas).
-En la obra de teatro eres madre. ¿En la vida real fue una elección no tener hijos?
No llegué a quedar embarazada. Insistimos, pero...
-¿Qué significó ello?
Fue un punto de quiebre muy importante, muy triste al principio. Y no lo logré. Fue duro también. Luego solté ese tema y seguí adelante.
-Cuando te miras al espejo, ¿qué le dices a tu otro yo?
Me hablo mucho, porque a veces soy tirana conmigo misma. Hago de cuenta que tengo una Marisa adulta y una Marisa chiquita.
-¿Cómo es la chiquita?
Boicotea, es dura, es cruel.
-¿Y la Marisa adulta?
Le dice: “Pará, pará, pará, ahora estoy actuando, la estoy pasando bien, no vengas a hacerte la engreída...”. Pero hoy, como resumen de nuestra conversación, he tirado una red al mar y voy a ver qué saco. Así está Marisa hoy.
AUTOFICHA:
- “Soy Marisa Mariela Minetti Herrera. Cumplo 50 al próximo año. Nací en Buenos Aires, en mi casa. Mi mamá ya tenía todo preparado en un cuarto y papá iba a asistir el parto. Nací con el cordón umbilical dando dos vueltas en el cuello”.
- “Papá me dio respiración boca a boca cuando nací y luego de eso lloré. Estudié Turismo. Teatro lo estudié en Argentina y Perú. Debo de haber hecho más de 30 novelas. Ahora estoy con Utopía y Diario de un gigoló en Netflix”.
- “Hemos salido en Argentina con El robo mundial y acá No me digas solterona. El hijo debe ser mi décima participación en teatro. Estoy abriendo mi canal de YouTube, lanzando Boda y Tendencias, mi programa de bodas y doy clases de teatro físico, entrenamiento corporal”.
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