'Ritual Paracas' será el nuevo disco de Manongo Mujica.
'Ritual Paracas' será el nuevo disco de Manongo Mujica.

Lagartijas deslizándose por la arena fina, aves surcando la nada y el vacío, la sensación de espacio infinito, caminatas al borde del éxtasis, la música, la pintura y Manongo Mujica. Todo ello pasó en el desierto de , donde estuvo tres meses. “Imagínate el éxtasis de estar en el absoluto silencio”, me dice desde el teléfono fijo de su hogar en Lima. No usa celular, porque prefiere no ser invadido ni interrumpido. “El celular es otro de esos juguetes macabros de la modernidad”, sentencia y lanza una carcajada.

La Reserva Nacional de Paracas es su refugio, aquel para encontrar la libertad interior y donde acaba de terminar su próximo disco, Ritual Paracas. En este paraíso de la nada y del todo, también ha , al parecer lo suficiente como para, a fin de año, si la crisis sanitaria lo permite, montar una muestra en una galería de Uruguay, a propósito del libro Huacas del viento, que publicó en 2019. Pero Paracas también es una razón para alzar la voz. Hoy advierte que la construcción de un almacén de concentrado de minerales, en plena zona de amortiguamiento de la reserva, puede dañar de manera irreversible el ecosistema y la belleza paisajística.

Mientras la Organización Mundial de la Salud anunciaba que estábamos en , en marzo, Manongo Mujica se encontraba confinado en el desierto y entregado al arte, a la vida. Si el mundo se acababa en ese instante, no se iba a enterar. “Felizmente”, agrega y vuelve a reír.

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-Hace cinco años lo entrevisté y me dijo que los músicos cuentan historias con silencios. Hoy el silencio podría narrar el miedo, la incertidumbre o la amenaza.

(Se queda en silencio) Ufff... Bueno, el silencio es la materia prima del sonido; entonces, no puedes llegar al sonido sin haber estado previamente en el silencio. Es una materia con la que todo músico tiene que conectarse. Sin esa quietud, es bien difícil. Ahora, si lo conectamos con lo que está pasando hoy, es un silencio dramático.

-¿Un silencio dramático que nos sostiene o nos quiebra?

Las dos cosas. Por un lado, es la alerta del planeta que nos está diciendo: “La cagaron (risas). Se equivocaron, señores; su tecnología, su aparente sofisticación, su modernidad, sus expectativas, sus sueños se acabaron. Entonces, ahora reflexionen, ¿qué han hecho mal?, ¿qué están dispuestos a reparar?”.

-¿Y le haremos caso al llamado del planeta?

Hay mucha sordera, quizás por el ruido, pero al mismo tiempo no pierdo la esperanza de que esto tiene que llamarte a un replanteamiento de cómo hemos estado viviendo; este es el lado positivo del no contacto humano.

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-Usted no usa celular y ya me explicó sus razones. Sin embargo, la tecnología también es útil para el arte.

Definitivamente. Yo por primera vez estoy trabajando con un músico noruego que es Terje Evensen, compositor, músico electrónico y baterista. He hecho un disco con él que se llama Ritual Paracas, es una ficción sonora sobre el desierto de Paracas, acerca de su magnitud y su belleza. De alguna manera, es el soundtrack del libro Huacas del viento. Y me doy cuenta de que con la tecnología de hoy se puede lograr atmósferas de paisajes sonoros.

-Lo que quiere decir que debemos saber usar la tecnología.

De lo contrario, te traga.

-¿Merecíamos esta pandemia?

Asu... Tú lo quieres ver como Crimen y castigo (risas). Eres milenarista (risas).

-¡Apocalíptico!

Yo creo que sí; podemos dramatizarlo también desde ese punto de vista. Yo creo que es un gran accidente y que obviamente tiene un fondo apocalíptico.

-Antes de empezar esta entrevista, leí velozmente un titular, lo más probable un fake news, que anunciaba que Japón ya cuenta con un protocolo para cuando lleguen los ovnis. Sin embargo, no desentona mucho con el ‘momento de ficción’ que vivimos.

Esto es como Matrix. De alguna manera se le está dando la razón a Borges cuando le preguntaron cuáles eran sus libros predilectos de ciencia ficción y él dijo: El Corán y la Biblia.

-¿No cree que también hay un placer en el ser humano por encontrar su final o, al menos, pensar en él? ¿O es muy poético o absurdo decir eso?

Felizmente estás siendo poético (risas). En buena hora, porque estás transformando la realidad en algo... Cuando me preguntan “¿qué haces?”, respondo “mejoro la realidad”, porque creo que la poesía es eso en el fondo, ya sea en la música, en la pintura, en la literatura. La poesía es como un estado de gracia.

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-Insisto con el silencio. ¿Trae incertidumbre o es el silencio que esperaba?

Yo tengo poco contacto con los seres humanos y, entonces, este silencio para mí es como un regalo del cielo. Pero también es un silencio cargado de drama, un silencio pesado, un silencio sordo, un silencio amargo. Y tiene su contraparte, que es un silencio que te da libertad para no dejarte tomar por el encierro sino hacer que el encierro sea una puerta a tu propia libertad interior.

-¿Y qué ha encontrado en esa libertad interior?

En Paracas he podido replantear mi trabajo musical, mi trabajo pictórico. Me he dado cuenta de que en realidad el verdadero castigo es la paranoia de la gente urbana, de la gente citadina. Todos están viviendo un estado de paranoia intensa, creo que ahí está la pandemia.

-Usted tiene 69 años, es parte del grupo de riesgo.

(Risas). Sí, soy un riesgo definitivamente.

-Siempre ha estado en el grupo de riesgo, entonces.

Yo nací en el grupo de riesgo (ríe). Hay que caminar al borde del abismo. Me he enterado de que Dylan ha sacado un disco apocalíptico también, hay que escucharlo.

-El disco Alturas, que publicó semanas atrás vía Buh Records y en conjunto con otros músicos, por momentos puede ser desolador y por otros, sanador.

Ambos son aspectos de ese trabajo. El elemento sanador existe en el sonido, hay ciertos acordes que te pueden dar una gran tranquilidad, una gran paz. La paz y el silencio están íntimamente vinculados.

Alturas.
Alturas.

-¿Y el aislamiento está íntimamente vinculado con la labor del pintor?

Es un arte mucho más solitario e introspectivo. Y pienso ahora en un amigo, que se ha ido hace muy poco y él decía que los perros son muchísimo más humanos que los humanos.

-Entonces, sí merecíamos esta pandemia.

Estoy seguro de que hubiera aprobado tu comentario. Por otro lado, yo creo que la pintura y la música son una unidad. El sonido es posible verlo. Igual puedes escuchar un cuadro.

-En Huacas del viento claramente se escucha a Manongo Mujica y en Alturas los sonidos pintan. ¿Cómo se logra eso?

Ufff... Bueno, son años de años de búsqueda, de experimentación, es entrar en un estado especial para que se dé.

-¿La pintura y la música se encuentran en Manongo Mujica o es muy pretencioso decirlo?

En la medida en que no te lo tomes en serio y que sepas que es un juego de la creatividad, todo va bien. El problema es cuando el ego empieza a usurpar el espacio que no le corresponde. Justamente en el desierto te das cuenta de que el yo no existe, quizás porque el espacio es tan vasto y tan grande, te das cuenta de la falsedad del yo. Es un nosotros, es estar unido al viento, al mar, a la luz, a la arena, a la vastedad del paisaje. Es una sensación de plenitud desde el vacío. El arte es aprender a jugar seriamente.

-Urgente, los peruanos tenemos que visitar el desierto.

(Ríe). Sí, es muy importante que los artistas y los que no estamos satisfechos con las maneras ordinarias de vivir hagamos uso del paisaje del Perú, que es extraordinario. Para unos puede ser la selva o la sierra; para mí es el desierto. Cada artista debe nutrirse de esta maravilla de naturaleza que tenemos que desgraciadamente está siendo afectada también por la codicia de las grandes empresas y que no saben apreciar la belleza o el legado cultural peruano.

-Para alguien que ama el valor del silencio, tener hijos y nietos, y no pocos, debe ser complejo. ¿O no?

Es una delicia tener hijos y nietos, porque son como espejos que reflejan aspectos tuyos y, al mismo tiempo, aspectos de ellos que son siempre desconocidos. Estar con tu nieto y nieta es como ver a tus hijos y verte a ti cuando eras niño. Recuperas sabores de infancia y aspectos de tu vida que, de pronto, los has olvidado. Y el niño tiene tanta espontaneidad y naturalidad, que esto es precisamente lo que nos falta a los adultos, recuperar esa libertad y espontaneidad.

-¿Se siente un niño?

Un niño de 70 años (risas).

-¿Qué quiere ser el niño de 70 años cuando sea grande?

Ojalá nunca sea grande. Fue una promesa que me hice a los seis años, mirándome al espejo, en La Punta. Me di cuenta de que yo sabía dónde estaba el paraíso y los grandes no, porque hablaban todo el tiempo, y yo decía por qué hablan tanto; por eso es que no saben dónde está el paraíso. Me prometí no ser grande nunca.

-¿Y encontró el paraíso?

Sí. El paraíso portátil está presente a cada instante.

-¿Cómo es el paraíso?

Tienes que escuchar el disco Ritual Paracas para averiguarlo (risas).

-Los 70 años son el momento ideal para mostrar el paraíso.

Es una nueva etapa de madurez, reflexión, felicidad y de búsqueda, porque la búsqueda no se detiene nunca.

AUTOFICHA:

- “Soy Manuel Mujica Pinilla, pero mi nombre artístico es Manongo. Nací el 17 de noviembre de 1950, en Lima. Terminé el colegio en Viena, Austria, y de ahí me fui a Londres a estudiar Música y talleres de arte. Londres en los 60 era un centro extraordinario de búsqueda”.

- “No he vuelto de Londres, me quedé allá. Este es el otro Manongo (risas). Creo que he publicado más de 10 discos. Huacas del viento es mi primer libro conjuntamente con Pauline Barberi, que es la fotógrafa. Hemos reflejado nuestro amor por el desierto”.

- “Con Buh Records, que está a cargo de Luis Alvarado, que hace una tremenda labor de difusión de los trabajos underground diría yo, publicaré el disco doble Ritual Paracas, que tendrá distribución internacional. Sale en octubre o noviembre. Es un disco bien poderoso, potente, diferente. Wire, la revista inglesa de música de vanguardia, ha escogido un track de Ritual Paracas para el próximo CD que sale en agosto con la revista.

- “De la colección de música afroperuana, hemos lanzado ya el disco de Chocolate, Hechicero, de Cotito y ahora viene el disco de los hermanos Ballumbrosio, que es un homenaje a El Carmen, un disco extraordinario, escucharás a la familia Ballumbrosio en su verdadera dimensión, tocando canciones familiares y zapateando como los dioses. Y después viene Perkutao, una banda de percusionistas jóvenes, afroperuanos que de alguna manera representan para mí lo que fue Perú Negro hace 50 años. Y vamos a terminar la colección con un disco de Victoria Santa Cruz, que era la gran maestra de lo afroperuano.

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