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Jorge Henderson: “Lo más hermoso es que estoy en la memoria de la gente”
Alcanzó reconocimiento con el recordado programa 'Enhorabuena', estuvo muy cerca de la muerte antes y después de un trasplante de hígado y hoy vuelve al primer plano con ‘Yo soy’. Perú21 entrevistó a Jorge Henderson.
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Jorge o la historia de un bigote. Lo tiene desde que terminó la secundaria. Un mostacho que le trajo problemas en el curso de Instrucción Premilitar, donde estaba prohibido llevarlo. Terminó el colegio a los 16 y a los 17 ingresó a trabajar al entonces Seguro Social, pero trabajaba desde los 13 años, porque en casa había que mantener a la familia. Sus estudios superiores los llevó en la universidad de la calle. Y desde los 17, aquel bigote lo acompaña. No sabe si lo usó para parecer mayor, por placer o porque simplemente crecía. “O para ahorrarme la gillette”, dice y ríe. Sí recuerda que una vez lo perdió en una apuesta con una periodista. “Nunca fueron tantos fotógrafos a ver cómo me quitaba el bigote”, me dice y vuelve a reír.
Su nombre, sobre todo, está asociado a la televisión de la década del 80 y 90, aquel periodo de violencia terrorista y crisis económica. Enhorabuena era una isla del entretenimiento en medio de un país sin futuro y Jorge Henderson viajaba por Iberoamérica, como pocos peruanos podían hacer, entrevistando a artistas que hoy son íconos. Periodo que bastó para ocupar un lugar preferencial en la historia de la televisión peruana.
Pero estuvo 21 días en coma. Desde una silla de ruedas narraba su drama: necesitaba un trasplante de hígado. Se hizo realidad, pero su destino era incierto. Un día despertó y llamó al capellán del hospital para que le dé los santos óleos. El sacerdote, de apellido Horabuena, llegó bailando y silbando la canción del popular programa de televisión. Le dio la bendición y lo abrazó. “Fue una alegría”, recuerda cuando se enteró que había vuelto a nacer. Llevaba tres años sin caminar, pero a los tres meses que despertó, ya era el hombre de siempre, risueño y tenaz. Hace una década, también nacía el programa Yo soy (Latina), de los más exitosos de la televisión, del que hoy es parte como jurado. “Y acá me tienes”, me dice el hombre detrás del frondoso bigote, donde parece estar grabado el apellido Henderson.
-¿Hasta antes de Yo soy se sintió relegado, que no volvería a la televisión, quizás con un mal sabor?
No voy a negar que sí, que a veces se sentía esa tristeza. Pero los tiempos se habían dado así. Lo último realmente fuerte que hice fue Magneto; y yo me fui por una gran discrepancia con un gran ejecutivo del Canal 4 que no estaba de acuerdo con que yo trajera a tantas personas y tuve que poner plata para poder traerlas, porque Magneto eran como nueve pasajes. Yo los pagué. Y después me fui, me alejé.
-¿Mauri Stern, una de las voces de Magneto, habrá influido para que lo llamen a Yo soy?
No, él no sabía nada. En realidad, fue obra de Cristian Rivero, fue a quien se le ocurrió que Henderson podía ser y aquí estoy. Me encanta ver esa televisión con ocho cámaras, con la cámara pluma pasando por encima de nosotros; ese tipo de cosas que no teníamos antes. Enhorabuena lo hacía con una cámara que yo compré.
-¿En qué circunstancias la compró?
Cuando algún contacto de México me decía que Leo Dan o las Pandora me estaban esperando, yo pedía cámara, pero no había; entonces, no me podía supeditar. Fue Luis Ángel Pinasco quien me dijo que me compre una cámara.
-¿Usted propuso Enhorabuena?
Yo lo propuse, yo le puse nombre. Venía haciendo un programa de radio por muchos años y pretendía convertirlo en un programa de televisión. Así como trabajé con César Hildebrandt, Alfredo Barnechea y había entrevistado a presidentes, me dije: “Si puedo hacer eso, ¿por qué no puedo lograr una entrevista con José José?”. Y lo más hermoso de todo es que estoy en la memoria de la gente. En esa época no había Internet. Las entrevistas las hacía con telégrafo. Fueron diez años. Era un programa cómodo, bonito y barato.
-Casi, casi era un youtuber...
Era un youtuber, cómo es, ¿no? Yo grababa la entrevista y me iba a una tienda, le sacaba una copia, que era la que llevaba al aeropuerto y buscaba en Aeroperú a alguna persona que vaya a Lima. Le decía: “Hermano, hazme un favor. ¿Puede llevar esta entrevista? La van a buscar, habrá una persona con tu nombre”. Y así fue. La gente que hacía cola para Perú, normalmente, ya me conocía. Fue mucho esfuerzo. Lo estuve buscando desde el año 76, 77 que empecé. También trabajé con Marco Aurelio Denegri, con Alfonso Baella, hasta que se me presentó Enhorabuena y le renuncié a Hildebrandt, que me declaró persona no grata, porque quería que vaya a ver el problema de la ETA en España. “Te vas a convertir en una vedete”, me dijo.
-¿No quiso ser músico?
No. Soy un hacedor de éxitos. Es más, las disqueras me llamaban para escuchar el disco del artista y decirles cuál era a mi parecer el gran hit.
-¿Y con qué canción ocurrió?
“Querida” de Juan Gabriel.
-¿Su dedicación vehemente y apasionada al trabajo fue tal vez la razón para no ser padre biológico?
Yo creo que sí, has acertado. No podía ser tan irresponsable de tener una familia y mandarme a mudar; yo vivía con una maleta hecha. Debo haber hecho más de 130 viajes y a veces me quedaba dos meses en México o Hildebrandt me mandaba un mes a Nicaragua.
-Sin embargo, usted tiene dos hijas que le dicen “papá de corazón”...
Claro. Las conocí cuando una no llegaba a los dos añitos y la otra tenía tres años y medio. Y nunca nos hemos separado. Ellas me han demostrado tanto cariño, tanto amor, siempre se han preocupado por mí, eso no tiene precio. Fue un amor a primera vista.
-¿Qué es ser padre?
Estar permanentemente sintiendo en tu alma que lo más importante que pueda pasar es lo que les pase a ellas.
-¿En qué se parecen ellas a usted?
Todo lo quieren para ahora, ya. Mi forma de ser: estoy detrás de todo el mundo.
-En su faceta de hijo, ¿cómo le fue?
Me llevé bastante mal con mi padre. En su momento, él se portó mal con mi mamá. Me convertí en el padre de la casa y en el papá de mi hermana menor, que hoy es una gran abogada.
-Bueno, entonces, usted ha asumido la paternidad de distintas formas y en distintos momentos...
Estás tocando temas de los que nunca he hablado. Una vez llegué a mi barrio y todos me miraron con una cara... Entré a mi casa y mi mamá estaba golpeada. Mi padre era un abusivo conmigo cuando yo era menor; y entonces le dije: “Mañana aquí amanece uno, o tú o yo”. Y al día siguiente se fue él. Asumí la casa, asumí todo. Mi primera hija lograda fue Lucy Henderson, mi hermana. Y luego he sido padre de dos niñas, de Antonella y Daniela. Entonces, esa es mi responsabilidad y mi mayor orgullo. Padre es el que cría, el que educa, no es solo el que engendra. Pero al final mi papá se dio cuenta...; es más, me abracé con él y, en otras palabras, lo perdoné. No sé quién soy yo para perdonar... Cuando salí de verlo, iba a entrar mi hermana y dijeron que ya no, porque acababa de fallecer. Él estaba esperando que lo abrace.
AUTOFICHA:
- “Soy Jorge Henderson Palacios. Tengo 67 años. Nací en Lima. Acabé el colegio porque yo me matriculé, nadie me matriculó. Todos mis amigos se habían ido al colegio y yo fui, toqué la puerta, porque quería estudiar, fui solo”.
- “Acabé el colegio y ‘estudié’ trabajar (risas). Mi primer trabajo fue a los 13 años, en el Jirón de la Unión, vendiendo La Gran Jugada. No tuve tiempo de estudiar, tenía que generar porque había que pagar luz y agua, había que darles de comer a mi hermana y mi madre”.
- “Creo que cuando logré la entrevista para César Hildebrandt de Alfonsín en Argentina, que acababa de ser nombrado presidente, fue una gran medalla. He pasado por todas. Y en este momento soy muy feliz haciendo Yo soy. Me gustaría crear una gran estrella que la reconozca todo el país, trabajada por mí”.
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