El padre Daniel Wankun radica en Andalucía, España.
El padre Daniel Wankun radica en Andalucía, España.

Era un adolescente de 14 años que tenía pensado ser médico. Frecuentaba el Santuario de Santa Rosa porque participaba en un grupo juvenil. Un día ingresó a un museo del santuario donde se registraba la actividad de los misioneros dominicos en la selva. Se paró frente a cada imagen, las observó quizás primero con asombro y luego con ilusión por saber cómo sería llegar a esos lugares. ¿Un sacerdote cura el alma? “Jesucristo dice: ‘Yo he venido a sanar a los que están enfermos’. En el sacerdocio, de alguna manera, ejercemos esa función sanadora de Cristo, al buscar perdonar y reconciliar”, me dice Daniel Wankun, quien finalmente viajó a la selva, donde vivió 20 años ejerciendo el sacerdocio, al cual lleva dedicados 26 años, hoy como director espiritual de la Hermandad de la Virgen del Rocío, en Jerez de la Frontera, Cádiz, Andalucía, en .

Cuando le propuse hacer la entrevista, me pidió que sea al día siguiente, porque aquella tarde saldría a ver la procesión en las calles de Jerez de la Frontera. ¿Y cómo son? Pueden comenzar a las 3 de la tarde y prolongarse hasta las 10 de la noche. Se participa a través de hermandades, que son donde se sostiene la tradición religiosa. Aquella tarde encontró siete hermandades, siete procesiones, cada una con dos imágenes, la de Cristo y la Virgen. Una banda de música las acompañaba por las calles, alrededor había tribunas levantadas para los creyentes o visitantes. Una ciudad paralizada, pero a la vez movilizada por la fe en .

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-Vivimos prácticamente en el mundo virtual, en los celulares y quizás alejados de la religiosidad, ¿qué lectura tiene de que la tradición de salir en procesión perviva en lugares como Jerez de la Frontera?

Llevo en Jerez de la Frontera como siete meses y lo que he notado es cómo esa vivencia de la religiosidad se intenta vivir muy ligada a la familia. Siempre hay presencia de niños; veía que algunos niños se encargan de encender los cirios porque con el paso del caminar se apagan, y ellos corren a encenderlos; los niños también se encargan de repartir estampitas a la gente. Por un lado, hay un ambiente festivo; por otra parte, se cuida que no se convierta solo en un espectáculo, sino que de algún modo haya también cierto recogimiento.

-¿Cuál es la esencia de la Semana Santa?

Está pensada para que seamos partícipes, no solo espectadores, tiene que pasar por nosotros. Revivir esos días importantes de Jesús, de los últimos días de su entrega antes de la cruz, pero finalmente llega la esperanza. El centro de la Semana Santa es vivir ese paso de la muerte a la vida, ese paso para una experiencia profunda de fe que debería transformarnos.

-¿Cómo llegar a quienes no son creyentes?

Justo hoy venía de comer con unos amigos. En la mesa estábamos cinco. Tres creyentes, uno creyente ‘a medias’ y otra persona que no creía. Y salió el tema de la fe. Y hablé de la experiencia de la Pascua, que se transmite a través de un testimonio de aquellos como, por ejemplo, San Pedro, que en un primer momento dice “daré la vida por ti”, y después le entra miedo y reniega; luego de la resurrección, pierde cualquier miedo a que lo maten y entiende que el sentido profundo es amar a Jesucristo y practicar ese amor hacia los demás sin importar las consecuencias. Puede atraer que nosotros podamos dar testimonio de nuestra fe a través de hechos concretos y habrá oportunidad para que aquellas personas que no creen puedan, por lo menos, preguntarse por qué lo hacen; a lo mejor hay algo más, a lo mejor la vida puede tener un sentido distinto y no es pérdida, sino ganancia.

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-¿Qué es lo trascendental en un Jueves Santo?

Jesús quiere comer la Pascua con sus discípulos y ahí se instituye la Eucaristía, que es el recuerdo de la última cena. Es el día de la Eucaristía, es el momento en que por primera vez Jesucristo nos da como alimento a él mismo. Lo otro es el Día del Sacerdocio. Y, por otra parte, es el recuerdo del amor fraterno; Jesucristo da un mandamiento: ámense unos a otros, como yo los he amado. Y también se recuerda el lavatorio de los pies, el mejor ejemplo de amor, servicio y humildad que Jesucristo nos da.

-Pero también está presente la traición en la figura de Judas.

Es lo que nos ocurre siempre: quien apuesta a amar corre también el riesgo de salir herido.

-Por lo tanto, muchos evitan amar para evitar la traición.

Pero pierdes la oportunidad de amar. O vivo una vida egoísta hacia mí o corro el riesgo de amar.

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-¿Qué nos dice la Semana Santa en un mundo con pandemia, la invasión rusa en Ucrania y la crisis política que vivimos en el Perú en los últimos años?

La experiencia de Jesús es de paz, pero también es cruenta. A veces se piensa que, cuando hablamos de Dios, hablamos de pajaritos, de caminar en algodón; no, hablar de Dios es empaparnos con una realidad muy dura de traición, de muerte, de intereses económicos, políticos e incluso religiosos, pero ante esas vivencias es que Jesucristo ha venido para llamarnos la atención y decirnos qué mundo estamos haciendo, pero no a nivel macro, sino sobre los valores que imperan en la familia. “Ah, te pegó tu compañero; a la próxima vez, tú le vas a pegar más”, y así comienza la espiral de violencia.

-Así empiezan las guerras.

Y cómo tratamos a los hijos, cómo se tratan entre hermanos y padres. A veces nos quejamos de la corrupción, pero, cuando llegamos tarde al trabajo, pedimos: “Oye, ponme que he llegado a tal hora”, la picardía peruana, y eso después se traduce en los gobiernos. Pero no todo acaba en la cruz. La resurrección nos habla de un Dios que, en medio de esas circunstancias, da vida, da un sentido nuevo y transforma esa realidad.

-¿En tiempos difíciles como estos la fe se renueva o crece el escepticismo?

Las personas de fe tenemos que dar testimonio, no podemos ser observadores. Tenemos que proponer y vivir los valores. En estos tiempos difíciles la fe se renueva en la medida que seamos capaces de ser testimonio.

AUTOFICHA:

- “Soy Daniel Wankun Vigil. Mi apellido paterno es de origen chino, mi abuelo fue chino. Tengo 52 años. Nací en Lima. Acabé el colegio el 85 y el 87 comencé mis estudios: tres años de filosofía, me fui a Colombia un año y tres años de teología en Salamanca, España”.

- “Volví al Perú, hice dos años más de filosofía para sacar el bachiller y la licenciatura, y me ordenaron de diácono y luego de presbítero sacerdote. Trabajé 20 años en la selva. Estuve dos años en Lima y, después de eso, estimamos que era más conveniente venir a España”.

- “A España vine en el año 2018. Pero di clases en La Habana más o menos un año, y en setiembre me integré a la comunidad donde estoy en Jerez de la Frontera, Cádiz, Andalucía, donde soy el director espiritual de la Hermandad de la Virgen del Rocío, y luego comparto el trabajo en esta iglesia”.

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