Merlin Chambi, historiador y youtuber: “A veces parece que en el Perú las victorias nos duran poco”

Era el mejor narrador de historias. Alguna vez aseguró que por donde vivía pasaron los chilenos durante la guerra, que en Mirave se selló la independencia con Guillermo Miller o contaba las leyendas de la sierra de Tacna. Sucesos que Merlin no escuchaba en el colegio. Todos los veranos iba a visitarlo a Chulibaya, camino a las alturas de Tacna, pueblo por donde surcaba un río, rodeado de chacras de cebolla y ají. Cenaban a las 6 de la tarde, y era el momento en que el abuelo Cirilo daba rienda suelta a la historia y, quizás, a su imaginación.

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Tiene nombre de mago y apellido de fotógrafo. Pero Merlin Chambi es historiador, profesor, youtuber y escritor. Enseña historia universal a estudiantes de segundo a quinto de secundaria y produce el canal La Biblioteca de Merlin en YouTube, donde a través de videos aborda la historia: explicar el año en que Chile tomó Lima, la historia del fútbol en el Perú o si tendremos una tercera guerra mundial. Alista una sección de viajes a lugares históricos y su segundo libro, al que llamará Historia fantástica del Perú, cuentos alrededor de hechos históricos con un final fantástico.

Cirilo Gallegos tiene 85 años, más o menos. Es curioso, de buena memoria, le gusta preguntar, le gusta contar. Ya vive en la ciudad, pero fue un hombre de campo, de voz grave, profunda y pausada pero que la elevaba para provocar tensión, con tono y ritmo de narrador. “Quiero ver el pasado”, pensó alguna vez Merlin, cautivado por la sabiduría del abuelo que no culminó la secundaria. “Eso quiero hacer”, dijo entonces y hoy lo repite con voz grave, profunda y pausada, y una sonrisa.

-Deduzco que por la forma cómo abordas la historia, ¿en el colegio donde enseñas debes ser el profesor con quien todos quieren seguir el curso?

Tengo colegas que son muy buenos, pero sí creo que estoy dentro de lo que se esperaría de un ‘profe chévere’. De hecho, eso lo copié de un profesor cuando estudié en la academia Saco Oliveros, del profesor Julius Torres. Él también era historiador, pero su magia para enseñar era tal que, cuando se cambiaba de salón, había un séquito que lo seguía, era casi una devoción mesiánica. Y yo dije: “Esa es la mezcla perfecta”.

-¿Hasta ahora la docencia de historia en el colegio se lleva de una manera acartonada?

Lamentablemente, debo decir que sí. Hay un aura de tratar estas áreas de las ciencias sociales como un intelectual del siglo XIX, y eso ha causado la invisibilización de los que han estudiado las carreras de ciencias sociales frente a la opinión pública. Una vez, en una reunión de amigos, se dio la pregunta clásica: ‘¿Qué has estudiado?’. Yo respondí Historia. “Ah, docente”, me dijo uno de ellos. “No, Historia”, respondí. Y me dijo una cosa brava: “Yo pensé que los historiadores solo eran viejitos”. Espero que pronto las nuevas generaciones se encarguen de acercar la historia, que se ve como “una carrera hobby”, en vez de algo útil.

¿Dónde estaría lo útil?

Por ejemplo, una persona que hará una campaña de marketing, estudia el impacto de otras campañas; en la historia, es la revisión de los antecedentes de la humanidad, y pensar de qué forma se puede evitar repetir errores. El Perú es un círculo eterno de errores, que creo se han tenido que superar en el siglo XIX, pero que se siguen cometiendo ya sea por desidia, desinformación o porque simplemente no hemos encontrado otra forma de vivir más que dentro del dolor; a veces parece que las victorias nos duran poco. Hace poco hubo una victoria de la selección, ¿cuánto nos ha durado? Tenemos días de descanso y volvemos a la eterna crisis.

-¿Por qué elegiste Historia?

Ingresas pensando estudiar a los dioses griegos, las guerras mundiales, pero la realidad es que tres años de la carrera es metodología (risas). Lo que pensabas que ibas a estudiar detalladamente se lleva en unos cuantos seminarios. Y ahí verdaderamente adquieres la dimensión de la carrera: no te brinda profundidad absoluta, pero te da las herramientas para que tú profundices. Y justamente dije: “No soy un historiador vestido al estilo de la ilustración”, y cuando pensé en sacar el canal tuve la idea de romper el estereotipo, hacer una figura más dinámica, apegada a lo que son realmente los jóvenes que hoy estudian Historia.

-¿Los contenidos históricos están divorciados de las plataformas digitales?

El lenguaje es lo que separa a estos dos mundos. Por ejemplo, fui a una conferencia y comentaron un artículo acerca de las panaderías y cómo en el virreinato eran los lugares de castigo más temidos. Y tenía lógica, porque los esclavos preferían ser azotados a que los metan en una panadería, porque ahí el calor, el trabajo de la noche hacían que se convierta en un infierno en vida. Yo dije: “esto es bacán y a la gente le gustaría saberlo”. ¿Pero cómo? Y así se me van prendiendo los primeros foquitos para el canal. Mi intención no es que se queden en el video, por eso siempre muestro la bibliografía. Que YouTube sea la pólvora y tú ya cavas la veta y encuentras el oro.

-Hace poco regalaste más de 150 libros y me cuentas que hubo cuadras de colas. ¿Eso qué te dice?

Hay un interés en crecimiento. En estas épocas de tanta incertidumbre y rodeados de tanta información que no sabes si es verdadera o falsa, la gente está volviendo un poco a los orígenes. Umberto Eco decía: “nada va a superar al libro”.

-¿También hay un creciente interés por la historia?

Hay algo más interesante: a la gente le interesa buscar las fuentes correctas de historia. Se dice en cierto modo: “Abro Wikipedia y ya está”. Pero aquí comienza una revaloración del libro, de que no todo está en Internet, y lo que hay no estoy seguro de dónde viene. Por eso se recurre al historiador y empiezan a buscar en los libros.

-¿Cómo quisieras pasar a la historia?

Nadie puede sobrevivir fácilmente a la maquinaria de la historia. En cierto modo, el canal de YouTube funciona para ello. Quizás no es un canal de millones, pero sí hay muchas personas que tienen estima al trabajo que hago y eso me reconforta. Es una suerte de promesa de no olvido. Quisiera que me recuerden.

AUTOFICHA

- “Soy Merlin Chambi Gallegos. Mis padres son muy religiosos y había un pastor con ese nombre. Sobre el primer apellido, hay un cierto vínculo con la familia del fotógrafo, pero quizás debería profundizar; mi padre vivió cerca del pueblo de Coasa, donde nació Martín Chambi”.

- “Tengo 32 años, nací en Tacna. Cuando tenía 2 años, mi familia se vino a Lima. Mi padre es militar y lo cambiaron de cuartel. Primero pensé en estudiar Periodismo, luego Psicología, de ahí Física. Finalmente, ingresé a Historia en la Universidad Nacional Federico Villarreal”.

- “Todavía no he sacado la licenciatura. Decidí especializarme en historia de las mentalidades. Soy audiófilo, tengo reproductores de sonido de alta fidelidad, soy un poco fetichista con el tema del sonido. He publicado el libro Cuentos de la Biblioteca de Merlin, cuentos que escribí entre 2013 y 2016″.

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