Desde este lunes, pueden leer a Alvina Ruiz en Perú21 en la columna ‘Historias mínimas’. (Foto: Martin Pauca).
Desde este lunes, pueden leer a Alvina Ruiz en Perú21 en la columna ‘Historias mínimas’. (Foto: Martin Pauca).

Se iba a dormir con un mosquitero, una vela para la oscuridad de cada noche y la lección aprendida: “Si escuchas que están ‘tostando cancha’ y que ese sonido crece y se acerca más, debes correr hacia la habitación que está al final de la casa, jalar el colchón y esconderte debajo del catre”. Ese sonido podía ser una balacera y, finalmente, fue una granada que estalló en la puerta de su casa en Juanjuí, en plena Amazonía. Esa madrugada, su madre le tapó la boca y con el dedo índice de la otra mano le hizo el gesto de silencio. , de 7 años, hizo caso y cerró sus ojos hasta el día siguiente. Por la rendija de la puerta se veía los uniformes de los terroristas del MRTA y se escuchaba sus pasos fuertes. La casa fue tomada como trinchera.

Alvina Ruiz migró a Lima y años después se convirtió en periodista. Hoy es una de las figuras de América TV y Canal N, y desde este 17 de junio publicará en Perú21 a través de la columna Historias mínimas que saldrá todos lunes.

Al día siguiente, se asomó a la calle y encontró un personaje casi rubio, o pacucho, como dicen en la selva. Vestía pantalón militar y pateaba la puerta de la casa de su amiga donde ella iba a jugar. Sacaron al padre de su amiga en calzoncillo porque era el notario de Juanjuí. Esa escena la volvió a ver cuando era practicante de periodismo, después de buscar aquel pasado en los archivos periodísticos. “Encontré la foto del pacucho ese que me llamaba la atención”, me dice. Era Peter Cárdenas Schultz, el segundo del MRTA, hoy liberado. “En algún momento he pensado entrevistarlo, como decirle ‘ha pasado el tiempo, aquí estoy yo’”. Una historia que podría ser un libro.

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Llevas una sonrisa serena y amable, incluso cuando narras las noticias. ¿Por qué?

Yo creo que es una cuestión de personalidad y de actitud. Uno llega a los cuarenta y tantos y ya tienes un aprendizaje de vida, y llega un momento en el que uno tiene que concientizarse que para poder avanzar, la actitud es un gran porcentaje. Las noticias pueden ser muy negativas y, de todas maneras, al aire nos indignamos, pero también hay que tratar de…

Es que muchas veces el Perú es tragicómico. La política ya parece una comedia.

Es lo absurdo. Solo falta que nos llueva del suelo para arriba.

Retomando lo de la actitud: te caes en pleno noticiero y ‘revives’ con una gran frase: “Caerse está permitido, levantarse es obligatorio”.

(Risas). Parto del hecho de no tomarte las cosas tan en serio, parto del hecho de que a todos nos puede pasar. En el suelo yo me estaba riendo porque no podía creer lo que me estaba sucediendo. Son situaciones muy humanas. Hay mucha gente que piensa que los periodistas somos muy rígidos. Humanizarnos un poco no está mal. Cometemos errores, nos caemos. Pero por personalidad yo era una carcajada.

Naciste en Trujillo, ¿pero esa personalidad jovial tiene que ver con haber crecido en Juanjuí?

Sí, claro… Y Trujillo también. Somos personas que venimos de provincia y somos alegres.

Desde este lunes, pueden leer a Alvina Ruiz en Perú21 en la columna ‘Historias mínimas’. (Foto: Martin Pauca).
Desde este lunes, pueden leer a Alvina Ruiz en Perú21 en la columna ‘Historias mínimas’. (Foto: Martin Pauca).

¿Qué te saca de tus casillas?

Que me mientan, me molesta que no me digan las cosas directamente.

¿Pero cuándo mientes?

(Ríe). Trato de no mentir y eso me trae problemas. La mentira se ha naturalizado; mira nomás la frase de los abuelos: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Tenemos que encaminarnos a decir la verdad, cruda, siempre.

A propósito de la política, qué momento el que vivimos. ¿Cuál es tu sensación?

Cuando tratas de analizar algo, te encuentras con algo mucho peor. Cada proyecto que se plantea en el Congreso, con contadas excepciones, tiene intereses muy particulares. La política ha caído en unos niveles de mediocridad…

¿Se ha normalizado la mediocridad en la política?

Yo creo que sí. Proyectos que llegan al Pleno que en muchos casos los parlamentarios ni los han leído y que responden a intereses particulares. Y ni siquiera lo disimulan.

Acabas de culminar un MBA. ¿No has pensado dejar el periodismo, que también agota?

El periodismo no me agota, es una pasión.

Ibas a estudiar Derecho.

Sí, solo que no había tanto dinero en casa. Ya conozco el periodismo, todo el esquema de información y quería conocer el otro lado, lo empresarial, la organización de las empresas.

Desde este lunes, pueden leer a Alvina Ruiz en Perú21 en la columna ‘Historias mínimas’. (Foto: Martin Pauca).
Desde este lunes, pueden leer a Alvina Ruiz en Perú21 en la columna ‘Historias mínimas’. (Foto: Martin Pauca).

Ahora, en el periodismo empezaste haciendo calle. ¿Cómo fue aquella primera comisión?

Antes había esta escuela de que tu reportaje o tú no salían de buenas a primeras en pantalla. Tenías como un año una especie de acompañamiento. Yo era asistente de Günter Rave, por ejemplo. Fue como una pasantía. Ya cuando me tocó hacer sola mi primer informe, creía que lo había hecho bien. Me tocó un director que recibió mi nota en papel, no me dijo nada y lo rompió en pedacitos, y me dijo vuélvelo a hacer.

Después de un año de pasantía con Günter Rave.

(Risas). Yo no sabía si llorar o irme…

¿Y qué hiciste?

Volví a hacerla. Siempre he sido una persona que quiere aprender, no le tengo miedo a las formas. Si me dices que está mal, está mal. A la segunda fue lo mismo. A la tercera me dijo “ya déjalo, ya terminamos la pauta y no va a salir” (risas). Y en cámara estuve mucho tiempo donde solo salía mi mano (risas). Tuve que pasar por muchos intentos. Aprendí así. Ha sido progresivo ir ganando seguridad.

AUTOFICHA:

-“Soy Alvina Beatriz Ruiz Alva. Nací en Trujillo y volví a Juanjuí. Mi padre ha sido de todo: ingeniero agrónomo, de ahí empezó a trabajar como administrador de unas avionetas en la selva y de ahí lo tentaron para que sea regidor, fue dos veces alcalde y salió elegido diputado en el 90″.

-“Cuando mi familia vino a Lima era empezar de cero. Mi padre se hizo de dos micros, la ruta San Germán. Uno chocó y solo nos quedó uno. Y fui cobradora casi un año, los fines de semana. Hoy mi papá vive más fuera del país. Se salió de la política, quedó asqueado”.

-“(La imagen de mi papá) no la he usado como una carta, entré a los medios como un ser humano normal. Inclusive, en algún momento a mi papá un poco lo resintió porque yo no quería ser ‘la hija de…’. Yo tenía que hacer mi propio camino, era más liberador. Recién hace tres años he empezado a decirlo”.


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