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¿Por qué en invierno la regla duele más y sangras menos?
Conoce qué efectos tiene el frío del invierno sobre la menstruación.
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El frío ya ha quedado algo lejos de nuestro lado del mundo, pues los días se ponen cada vez más calurosos con la llegada del verano, lo que es una buena noticia para los amantes de los día soleados y todo lo que implica esta estación. Y debe ser especial en las mujeres pues, a diferencia del invierno, no trae algún efecto doloroso en su regla.
Muchas mujeres coincidirán en que el frío conlleva más dolor durante la regla, además de suponer una menstruación menos abundante, pero más duradera.
Sabemos que esto no aplica para todas las mujeres, pero estos factores son bastante comunes en invierno, y tiene sentido, pues el calor es una recomendación frecuente para disminuir el dolor de la regla.
Sin embargo, ¿alguna vez te has preguntado las razones que llevan a ello? ¿Por qué el invierno cambia la forma en que se dan los efectos de la menstruación y por qué el calor es el mejor aliado para paliar con ello? Conoce las razones.
¿Por qué duele la regla?
En lo que avanza el periodo menstrual, el útero se prepara para alojar a un posible embrión, en caso el ovocito ovulado ese mes sea fecundado, por lo que el endometrio se va engrosando, para facilitar la implantación.
Cuando la fecundación no se da, el endometrio se descama, lo que da lugar al sangrado. Para que el tejido pueda desprenderse en su totalidad, el útero genera contracciones, mucho menos intentas pero similares a las del parto.
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Estas contracciones hacen que los vasos sanguíneos del útero se contraigan, cortando por momentos el suministro de sangre y oxígeno en él. Esto hace que el cuerpo libere sustancias para controlar el dolor.
Uno de estos es la prostaglandina que mejora la contracción del músculo liso uterino; pero, a su vez, aumentan la sensibilidad de las terminaciones nerviosas relacionadas con el dolor.
Su relación con el frío
El frío hace que lo vasos sanguíneos tiendan a comprimirse, y suponiendo la contracción inicial en el momento de la menstruación, es lógico que se intensifiquen sus efectos, por ello el calor bajo el vientre puede ayudar a calmar el dolor de la regla, por su efecto vasodilatador.
Según un estudio publicado en 2018 en Scientific Reports, este remedio, entre comillas casero, podría tener efectos similares a los antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno.
No obstante, el estudio se realizó en un grupo relativamente pequeño de participantes, por lo cual no deben darse como resultados determinantes, tómalo con cautela, pues en situaciones aisladas o particulares podría no ser la mejor opción.
Asimismo, las bajas temperaturas podrían conllevar a un sangrado más escaso, pero los días de duración se extenderían: la regla de invierno sería más dolorosa, más escasa y más larga que la del verano.
Regla de invierno contra la del verano
El cerebro, entre las muchas funcionalidades que tiene y órdenes que da, está sujeto muchas veces a su entorno. La luz, en este caso, la que tiene mayor componente azul de espectro electromagnético, le informa a nuestro cerebro que es de día, por lo cual inhibe la secreción de melatonina, que desencadena el sueño.
Algo parecido ocurre en la menstruación. Según un estudio publicado en 2011, se analizó datos menstruales de 129 mujeres rusas, a quienes se les hizo un seguimiento desde 1990 a 2008, en el cual se les tomó la medida de tres niveles de hormonas vinculadas al ciclo mesntrual:
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La hormona foliculoestimulante (FSH), la hormona luteinizante y la prolactina. También se hicieron mediciones del tamaño de los folículos ováricos, pues nos ayuda a ubicarnos en la fase del ciclo en que está cada mujer.
Todo esto llevó a concluir que en verano los ciclos son más cortos, de modo que hay más ovulaciones y, por lo tanto, más reglas. Por lo tanto, en invierno tenemos reglas más largas, más escasas, más espaciadas en el tiempo y más dolorosas. En cambio, en verano serían más frecuentes, pero más cortas, abundantes y menos dolorosas.
Si bien este es un resultado general en estos estudios, el caso es que cada persona es un mundo diferente, pues su organismo funciona de manera distinta a otra. Si el dolor es excesivo en invierno, no hay que echarle la culpa al frío y aguantarlo. Si se hace diferente a lo habitual, es mejor consultar con un profesional.
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