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José Antonio García Belaunde: “El Perú avanzó y no puede regresar a lo anterior” [VIDEO]
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Su abuelo Víctor Andrés Belaunde fue un pensador, político e intelectual permanentemente preocupado por comprender y explicar la identidad peruana. “La peruanidad es una síntesis comenzada pero no concluida. El destino del Perú es continuar realizando esa síntesis, ello da un sentido primaveral a nuestra historia”, escribió en 1943, y hoy, 78 años después, esa frase sigue teniendo vigencia. El embajador José Antonio García Belaunde –quien ha publicado recientemente su último libro, Dos siglos de desafíos en la política exterior peruana, en el que reflexiona sobre la conmemoración del bicentenario del Perú a partir de la labor de la Cancillería– comparte esa visión esperanzadora de nuestro país que, al cumplir 200 años de su independencia –dice– tiene una nueva oportunidad para decidir su destino tras la pandemia.
-La Cancillería peruana se ha batido muchas veces en la región y en el mundo para mantener un prestigio que pocas cancillerías tienen. ¿De qué madera están hechos los diplomáticos peruanos?
No sé de qué están hechos. Lo que sí estoy seguro es de que el Perú tuvo problemas internacionales desde inicios de la vida republicana. Al principio teníamos que preservar nuestra identidad como nación independiente y buscar que nos reconocieran los grandes países; incluso el Vaticano se demoró 40 años para reconocernos. Después había que definir los límites y era muy difícil porque la cartografía de la época era muy compleja. Luego vino el desmembramiento que produjo la guerra con Chile, donde se perdió mucho territorio y poblaciones peruanas íntegras; entonces, sí creo que fue el país el que necesitó de gente que supiera defender sus intereses (…) somos producto de ese proceso histórico.
-¿Cuáles fueron los grandes desafíos o los momentos que han marcado la historia del Perú frente al mundo?
En el siglo pasado, dos momentos: en 1800 tuvimos que buscar el reconocimiento internacional y tratar de definir el territorio (…). Hemos tenido casi toda la independencia preocupados por el tema de límites terrestres, ese es uno. El segundo es cómo buscar la solidaridad y la integración, y uno de los ejemplos más hermosos de lo que es una carrera diplomática hecha concienzudamente, pero a través del tiempo con precisión en los objetivos y con manejo eficaz de los medios, es el tema del mar. Entre el doctor Bustamante, en el año 47, en que se proclaman las 200 millas marítimas y el fallo de La Haya, de 2014, pasan más de 60 años en los que hay una política peruana con respecto al mar que es consistente y que va adquiriendo pequeños triunfos hasta lograr, primero, consagrar las 200 millas y luego, consagrar los límites marítimos con Ecuador y con Chile. También muy importante es la presencia que hemos tenido en los organismos internacionales...
-Vamos revisando uno a uno estos grandes desafíos. Dices en tu libro que el Perú nació vulnerable porque no teníamos límites acordados con nuestros vecinos. ¿Nos ha costado casi 200 años terminar de ajustar nuestras controversias limítrofes?
Sí, porque los tratados de límites del Perú se hacen a partir del siglo XX, básicamente. Muy movidos los primeros tres: Brasil, Bolivia y Colombia, por la obsesión del país por recuperar lo que se llamaban las provincias cautivas: Tacna y Arica (…). El cuarto tratado, que es el del año 42 con Ecuador, no termina porque en el año 60 el presidente Velasco e Ibarra declara que es nulo ese protocolo y tuvimos el 81 Paquisha y el 95 a Cenepa, dos guerras. ¿Cuándo se acaba? Cuando hay el Acta de Brasilia en 1998 y ya los dos países asumen que ese es el acuerdo definitivo.
-Luego hemos tenido controversias con Chile hasta que se resuelve el tema de los límites marítimos, en 2014, en La Haya. ¿El hito que ha marcado nuestra historia, de cara al exterior, fue la guerra con Chile o el desajuste al momento de emancipación cuando no se establecieron de manera conversada y coordinada los límites?
Al nacer con cuatro países y no tener los papeles en orden, como hoy en día, la cartografía insuficiente (…) no era fácil definir eso, creo que ahí nos concentramos mucho. El tema chileno es mucho más complejo porque es el producto de una guerra y del desmembramiento. Primero perdimos Tarapacá y luego perdemos Arica en el acuerdo definitivo. Yo diría que son parte de ese proceso histórico un poco y es el de formación del espacio territorial que nos corresponde, son dos momentos de un mismo proceso.
-En ese camino nuestra Cancillería tiene que recurrir al derecho internacional para intentar que estos ajustes, sus soluciones, sean pacíficas, y no tuvimos suerte siempre, pero tuvimos mucho más suerte que otros países.
Hay mucha imaginación o cierta historia no muy verdadera sobre lo que fue el Perú en términos territoriales y lo que es hoy. La verdad es que el territorio peruano se fue reduciendo durante todo ese proceso virreinal (…). Creo, como dijo el doctor Porras en su momento, y García Bedoya, que lo sustantivo con que llegamos a la vida republicana se ha mantenido. Ha habido intercambio de cosas; con Bolivia se intercambió unas zonas por otras, pero la gran pérdida es la de la guerra.
-Esa guerra que ha marcado tanto al Perú y no tanto a Chile, aparentemente.
Exactamente.
-¿Nos marcó solo por haber perdido tanto o nos marcó la humillación de no poder, a lo largo de tantos años, terminar de resolver ese conflicto que nos ha demorado, en términos de ajustes limítrofes, hasta 2014?
Creo que lo que más nos marcó fue el conflicto mismo, la presencia chilena durante cuatro años en nuestro territorio, el saqueo que hubo. Ese país que había sido tan importante en América del Sur, la gran potencia del primer virreinato, etc., de repente pierde una guerra, pero la pierde en términos humillantes, lo invaden. Los peruanos, hay que reconocerlo, no han sabido procesar eso (…). Los peruanos siempre pensamos que en cualquier momento Chile lanza una expansión, lanza una conquista, hay mucho recelo, pero si uno se fija en las relaciones con frialdad, entre el año 29 que se firma el Tratado de Lima con Chile, y ahora, cien años después, no vamos a ver ningún conflicto (…). Incluso en el tema de La Haya, pudo crear mucha inseguridad nuestra demanda con la parte chilena, pero fue muy bien recibido el fallo y pasamos la página.
-Al cumplirse el centenario de la independencia empieza a surgir una generación de intelectuales con un pensamiento muy rico. Tenemos a Mariátegui, a Haya de la Torre, a Víctor Andrés Belaunde, Julio C. Tello antes de González Prada. Es como que hay un cambio, donde pasan los años necesarios para generar nuestras propias ideas, para debatirlas. Yo quiero robarme tu memoria de tu abuelo, que fue el primer líder de centro, ahora que vivimos tan polarizados.
Al final del siglo XIX tienes la figura de González Prada que has mencionado, pero después la Generación del 900, que es Riva Agüero, que son los hermanos García Calderón, y que es mi abuelo, Víctor Andrés Belaunde, que son unos señores que entienden que hay que empezar de cero, que han recibido un país quebrado, derrotado y que hay que empezar a hacer cosas de la nada. Quizás ahí hay una frase de mi abuelo que termina su discurso de inauguración del año en San Marcos diciendo: “Queremos patria”, casi un grito de desesperación de esta generación que había salido a la vida en un país destrozado. Y, claro, para el centenario aparecen Mariátegui, Basadre, Porras, Jorge Guillermo Leguía y tantos otros intelectuales muy potentes (…). Sí, el siglo XX es muy complejo porque es muy rico en acontecimientos políticos, culturales, pero es también una época terrible porque Leguía líquida ese proceso –se llamaba la República aristocrática–, pero también era un intento de institucionalizar la democracia en el Perú con alternancias y cosas por el estilo, y eso muere con Leguía.
-Hacia el final del siglo XX surgen otros liderazgos. Fernando Belaunde marca un hito, pero quisiera hablar del segundo gobierno de Alan García, a quien conociste mucho porque fuiste canciller durante los cinco años de su gobierno. ¿Cómo resumirías a ese personaje?
No es fácil esa respuesta. No está hablando el ministro, el amigo, sino alguien que trata de ver la política de lejos. Alan García es un personaje importante y ha pesado en la historia del Perú a partir del 82-83, que se hizo de la secretaría general del Partido Aprista, hasta 2011, que fue el final de su segundo gobierno. Un García que, después de una peregrinación por el desierto, llega a la Presidencia por segunda vez con nuevas ideas traídas de su propia experiencia, y ciertos descubrimientos. Visita China, le impresiona cómo ese país pudo haber cambiado en tan pocos años, pero llega con dos miedos muy grandes: la inflación y que apareciera un escándalo de corrupción; era una preocupación muy seria que tenía y nos recomendaba mucho que cuidáramos que todo fuera transparente. Por eso le desconcierta el tema de los petroaudios.
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-¿Cuánto crees que impactó en los peruanos que se suicidara?
Creo que los peruanos no han procesado eso. Es el primer caso en el que un presidente del Perú se suicida. No es común en América. Hay dos casos en Chile: Balmaceda y Allende, y un caso en Brasil, pero más no hay. Los peruanos quedaron en shock y después se pretendió olvidar, para evitar hacer un examen de conciencia, para evaluar cómo este señor llega a esos extremos. Y probablemente llega porque está solo, nadie lo escucha y nadie lo quiere escuchar; ya está condenado y nadie lo quiere escuchar.
-¿Dirías que pasamos del antiaprismo al antifujimorismo por razones políticas o porque hay una manera de hacer política que necesita del enemigo, del ‘anti’?
Es una pregunta muy difícil de contestar. Lo que tengo claro es que ha habido anticomunismo pero nunca ha sido tan importante, pero el antiaprismo y el antifujimorismo son dos fenómenos que están definiendo la política del Perú desde hace casi un siglo. Hay un paréntesis en el segundo gobierno de Alan García…
-Jorge Basadre decía que el Perú era más grande que sus problemas. ¿Cómo avizoras nuestro futuro inmediato?
Soy menos pesimista que mucha gente y estoy menos preocupado porque yo sí creo que algunas creencias se han arraigado mucho en la población. Una de ellas es que el país no puede no tener estabilidad económica. Nadie en el Perú está dispuesto a jugar una carta arriesgada en que se disparen los precios y entremos a un proceso inflacionario. La otra cosa es que hay una clase media, que no existía hace unos años, que también tiene algo que decir y proteger. Probablemente la gente esté reaccionando con irritación y fastidio porque tenía expectativas que se han caído con la pandemia; eso no quiere decir que está apostando por el caos. En tercer lugar, no me imagino que, ante un acuerdo como el que tuvimos con Estados Unidos o con la Unión Europea, que nos permite acceso sin aranceles, un gobierno diga ‘no, eso no me interesa y vuelvo a mi proteccionismo de vieja cuña de los años 60’. Yo creo que ese mundo no puede regresar al Perú porque se ha avanzado demasiado (…). La pandemia es una oportunidad para decidir qué vamos a hacer, si vamos a seguir en lo mismo, si vamos a digitalizar la economía; no tengo la bola de cristal, no sé lo que va a ser.
TENGA EN CUENTA
-José Antonio García Belaunde es diplomático. Fue ministro de Relaciones Exteriores durante todo el segundo quinquenio gubernamental de Alan García, entre 2006 y 2011.
-En su gestión se firmó el tratado de libre comercio con Estados Unidos. También se entabló ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya la demanda por la delimitación marítima con Chile.
- Ha sido embajador del Perú en España y actualmente es representante de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina– en Europa.
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