ALTO RIESGO. Advierten que las adolescentes gestantes terminan con problemas mentales, como depresión, ansiedad, intentos de suicidio y otras manifestaciones.
ALTO RIESGO. Advierten que las adolescentes gestantes terminan con problemas mentales, como depresión, ansiedad, intentos de suicidio y otras manifestaciones.

Tenía 17 años y cursaba el quinto de secundaria en el Colegio Nacional Chapiza, ubicado en la provincia de Condorcanqui, región , cuando su profesor de Matemáticas la forzó y abusó sexualmente de ella. Aprovechándose de la confianza y el respeto que la adolescente le tenía, la llevó al ‘monte’ y la violentó. Producto de aquel ataque sexual, ‘Laura’ quedó embarazada, pero no pudo revelar el nombre de su agresor ni ponerle su apellido al niño, porque este “amenazó con hacerle mucho daño a ella y a su familia”.

Este hecho significó para la menor “un trauma” por tener que llevar en su vientre a un hijo concebido por abuso sexual, hacerse responsable de su crianza en condiciones económicas y sociales adversas, y verse obligada a truncar su proyecto de vida.

El ataque ocurrió en mayo de 2018; sin embargo, la víctima no ha podido recuperarse emocionalmente, porque el imputado, en julio de 2021, intentó volver a ultrajarla, recordándole, incluso, cómo abuso de ella por primera vez.

Frente a esta situación y para evitar que más niñas y adolescentes pasen por lo mismo, ‘Laura’ decidió denunciarlo en octubre de 2023 por el delito de violación sexual ante la Fiscalía Provincial Mixta de Río Santiago-Condorcanqui-Amazonas.

La UGEL de Condorcanqui suspendió al acusado por un caso de acoso sexual contra otra menor, pero el juicio por la demanda de ‘Laura’ todavía no empieza.

TRAGEDIA SIN FIN

La historia de ‘Laura’ nos permite abordar un problema grave en el país: el —considerado como tal entre los 10 y 19 años por la Organización Mundial de la Salud (OMS)—. Según el Sistema de Registro del Certificado de Nacido Vivo del Ministerio de Salud (Minsa), en 2023 hubo 1,352 partos en menores de 14 años, principalmente en las regiones de Loreto, Ucayali, La Libertad, San Martín y Lima; mientras que 41,476 partos —7 mil menos que el año anterior— en jovencitas de 15 a 19 años, con mayor recurrencia en Cajamarca, Loreto, Ucayali, Lima, Piura y San Martín.

Las estadísticas de enero a abril de 2024 no son nada alentadoras: el Minsa reporta 243 partos en menores de 14 años y 12,977 en jovencitas 15 a 19 años.

De acuerdo a la Encuesta Nacional Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) 2022, el porcentaje de embarazo en adolescentes de 15 a 19 años es de 9.2% —0.3% más que en 2021— y en el de 12 a 17 años, 2.7% —0.2% menos que en 2021—. Los datos de la encuesta 2023 aún no han sido publicados.

“El embarazo adolescente es un problema no solo de salud pública, sino que hay muchos otros factores: el hogar, la educación, la ruralidad; generalmente más embarazos hay en quintiles de pobreza extrema, con menor educación y menor acceso a establecimientos de salud”, declara a Perú21, Lucy del Carpio, miembro de la Dirección de Salud Sexual y Reproductiva del Minsa.

A su vez, Susana Chávez, directora del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex), hace hincapié en dos aspectos: la incidencia del embarazo adolescente en poblaciones vulnerables y la gran cantidad de menores gestantes producto de violaciones sexuales.

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“En el caso de adolescentes de entre 15 y 19 años ha habido una ligera reducción, pero allí no vemos promedios por estrato social, donde los sectores de mayor empobrecimiento, por ejemplo la Selva, arrojan que el 40% de adolescente se embarazan antes de los 20 años. Y, la cifra es dramática en adolescentes menores de 14 años; primero, porque (los embarazos) no están disminuyendo, sino que se mantienen o ha incrementado; segundo, hablamos de niñas y adolescentes con embarazos asociados a violencia sexual”, subraya.

La especialista señala que por cada 100 niñas que se embarazan, solo en una el padre sería un adolescente de su misma edad, pues, dice, la mayoría “no han tenido relaciones sexuales voluntarias, sino forzadas con hombres que les duplican la edad”.

“Esos 1,352 casos inclusive no debieron producirse ni continuar con el embarazo porque son de muy alto riesgo. El hecho de que niñas den a la luz en la precariedad es la demostración de que estos embarazos no debieron progresar, esto nos da cuenta del daño a la salud y proyecto de vida de estas niñas”, añade.

DAÑOS IRREVERSIBLES

Del Carpio detalla que las adolescentes gestantes no están preparadas para llevar un embarazo seguro ni convertirse en madres, por lo que los daños a su salud física y mental podrían ser irreversibles.

“El embarazo adolescente es un problema, porque estas adolescentes no han terminado de desarrollarse física ni mentalmente: la pelvis es muy pequeña, muchas van a necesitar cesárea y si viven lejos pueden complicarse y hasta morir”, indica.

“El problema también es que muchos de estos embarazos, entre los 10 a 14, son producto de una violación. Tenemos un kit que protege de embarazo y VIH, pero no toda la población puede acceder antes de las 72 horas. Tenemos que ver que estas adolescentes van a terminar con problemas mentales, como depresión, ansiedad, intentos de suicidio y otras manifestaciones, pues se ve dañada tanto su salud física como mental”, enfatiza.

DESERCIÓN ESCOLAR Y ESI

El problema del embarazo adolescente tiene un impacto directo en la deserción escolar, pues muchas de las menores convertidas en madres verán truncado su proyecto de vida, advierten tanto Chávez como Del Carpio.

“Tenemos que ver que sea una prioridad nacional y regional, porque a una adolescente que gesta se le acaba su proyecto de vida, muchas veces desertan del colegio y no vuelven, pues deben mantener a ese niño, la oportunidad de conseguir un trabajo es pobre y se le cierran oportunidades de llegar a la educación superior”, refiere del Carpio.

“La generación de familias a temprana edad también está relacionada con la prevalencia de bajos niveles educativos de las mujeres, su baja participación social y política, y la reproducción de la pobreza”, respondió a través de un cuestionario el Ministerio de Educación (Minedu).

Sin embargo, no ofreció información respecto a cuántas niñas y adolescentes dejaron de estudiar en 2023 por causa de un embarazo temprano ni cuántas menores retomaron el servicio educativo tras convertirse en madres.

Para prevenir los embarazos tempranos y sus consecuencias, el Minedu debe implementar los programas de Educación Sexual Integral (ESI) en las 68,957 escuelas a nivel nacional en beneficio de los 9′412,823 escolares.

Según el Censo Educativo 2023, del total de servicios educativos en primaria, en el 31% se planificaron acciones de ESI en los planes tutoriales de aula; mientras que en el caso de secundaria, este indicador subió a 63%.

Todo adolescente, hombre y mujer, que requiera iniciar su vida sexual puede acudir a cualquier centro de salud y recibir información sobre planificación familiar y métodos anticonceptivos. Y las niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual tienen derecho a acceder a un kit de interrupción de embarazo y protección de enfermedades de transmisión sexual.

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