Gerencia a  destajo. (Foto: Anotnhy Niño de Guzmán/El Comercio)
Gerencia a destajo. (Foto: Anotnhy Niño de Guzmán/El Comercio)

Y así como van ministros y gabinetes en las últimas semanas, el todopoderoso Hugo Chávez Arévalo, gerente general de Petroperú, sin embargo, se mantiene entornillado e impertérrito en el cargo, como si con él no tuvieran nada que ver las denuncias y acusaciones sobre malos manejos en la empresa petrolera del país, pese a que sobre él recae una medida de impedimento de salida del país y otras sanciones penales que seguramente irán en aumento conforme avancen los procesos.

La fiscalía anticorrupción lo tiene en la mira, pero a Chávez y al directorio de Petroperú parece no importarles el tema pues cuentan con el impajaritable respaldo del presidente de la República. Él mismo ha declarado a la prensa, no sin sorna, que solo egresará de la petrolera nacional el día que Pedro Castillo deje el poder (“gozo de la confianza del presidente”).

Este personaje, de pellejo tan duro, llegó al cargo gracias a la junta de accionistas de la empresa, cuyos miembros, además de él mismo, son los ministros de Economía y de Energía y Minas, el viceministro de Hacienda y el de Hidrocarburos, todos obviamente nombrados por el Ejecutivo, con lo que en Palacio están al tanto de los movimientos, negociaciones y directrices que imparte como gerente. Un aspecto que seguramente tienen muy en cuenta en el Ministerio Público.

De hecho, la fiscal anticorrupción Norah Córdova imputa a Chávez Arévalo el delito de colusión, junto al empresario Samir Abudayeh, la lobista Karelim López, el productor de palma aceitera Gregorio Sáenz Moya, entre otros. Y como ha señalado Perú21, Córdova ya interrogó a ocho testigos que han brindado valiosa información sobre los manejos turbios que las investigaciones y testimonios están sacando a flote en Petroperú.

De poco servirá la renuencia a hablar de Karelim López en el Congreso, como sostuvimos ayer, pues el hilo de la madeja se sigue desenredando y cada día que pasa queda más claro qué intereses estaban en juego durante las reuniones clandestinas en la calle Sarratea y las visitas no registradas en Palacio. Y a no dudarlo, Chávez es una pieza clave de la trama.