[OPINIÓN] Sonia Chirinos: “El muerto, ay, siguió muriendo”

No es fácil lidiar, desde los postulados de la democracia, con un grupo tan bien estructurado y asentado en medio de la población. Invito a leer la novela Patria, de Fernando Aramburu, para darse cuenta de lo que significó.

Los distintos gobiernos democráticos fueron conscientes de que su problema mayor era la lucha antiterrorista, solo superado por la incomprensión de la sociedad civil ante hechos sangrientos con que sembraban los terroristas las calles españolas. Si hay una imagen que quedó grabada, fue la de una niña de 10 años que intentaba levantarse del suelo, tras una bomba, sin entender que sus piernas fueron salvajemente amputadas.

Hubo otro hito aún peor, el de un joven miembro del Partido Popular secuestrado por ETA. Esta puso unas condiciones imposibles al gobierno, bajo la amenaza de ejecutarlo. Lo hicieron. De dos tiros en la cabeza.

¿Cuál fue la respuesta gubernamental ante tamaña salvajada? Escudarse en la institucionalidad. No es fácil cuando se cometen esas tropelías, pero es cuando de verdad se erige en toda su plenitud y potencia la facultad de gobernar.

En el Perú están sucediendo cosas terribles. Pero lo que no percibo (bien, desde la distancia) es voluntad de diálogo, de unos y otros, ni aptitud para ponerse en la piel del otro, sin prejuicios. Que es obligación de todo gobierno. Lo más difícil es esto. De lo contrario, el muerto, como decía Vallejo, seguirá muriendo.

Es necesario que, como en su poema, todos los hombres de la tierra (peruana) se hagan uno solo, limen diferencias, laman heridas, para que el muerto, que es el Perú, emocionado, eche a caminar.