[OPINIÓN] Sonia Chirinos: “Arde Francia. España se congratula”. (Foto de Thomas SAMSON / AFP)
[OPINIÓN] Sonia Chirinos: “Arde Francia. España se congratula”. (Foto de Thomas SAMSON / AFP)

Curioso el paralelismo que viven los gobiernos de Francia y alrededor de su política en materia de reforma de pensiones.

Mientras en Francia la reforma se hace vía decreto, y con la calle soliviantada, el Gobierno socialista español culmina su propuesta de reforma de pensiones. Y está tan ufano con ella, que no teme el control parlamentario.

El derecho a una pensión en el sistema público europeo depende de un mercado laboral amplio que con sus aportaciones al sistema permita la continuidad del mismo. La famosa “hucha” o alcancía que se nutre de las aportaciones de los trabajadores en activo, y de donde sale la partida más grande del presupuesto: la de las pensiones de los jubilados.

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Es obvio que la esperanza de vida de hoy no tiene nada que ver con la de antaño. En Francia se protesta porque se alarga la edad de jubilación a los 64 años. Ese jubilado, sin embargo, es muy probable que viva (de las pensiones) 20 años o más. ¿De dónde sacar los fondos para garantizar pensiones de monto elevado y, sobre todo, de larga extensión temporal?

Frente al pragmatismo y racionalismo de Macron, que entiende que las cuentas no cuadran y que hay que introducir cambios radicales en garantía de la sostenibilidad del sistema, el gobierno español con el apoyo solitario de los sindicatos plantea una reforma que en lugar de reducir su cuantía, la eleva hasta los límites del salario mínimo (1.200€), a cambio de un impuesto solidario que habrán de pagar empresarios y la cada vez más menguada masa de trabajadores.

¿Quién tiene razón? El tiempo lo dirá. Pero las matemáticas nos permiten anticipar que lo que plantea el gobierno socialista es una utopía. O una irresponsabilidad.

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