"¿Los conflictos vinculados a la minería (92) “espantan las inversiones”? Me pregunto si una empresa que va a invertir cientos o miles de millones de dólares huiría del Perú con solo ver esta cifra". (Foto: GEC)
"¿Los conflictos vinculados a la minería (92) “espantan las inversiones”? Me pregunto si una empresa que va a invertir cientos o miles de millones de dólares huiría del Perú con solo ver esta cifra". (Foto: GEC)

No es tarea fácil comprender y explicar la conflictividad social en el Perú. Es un fenómeno complejo resistente a las simplificaciones. Pero estas se dan y circulan. Hace poco en una columna de este diario se hicieron algunas afirmaciones sobre la labor de la Defensoría del Pueblo en este tema que he de comentar.

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¿Los conflictos vinculados a la minería (92) “espantan las inversiones”? Me pregunto si una empresa que va a invertir cientos o miles de millones de dólares huiría del Perú con solo ver esta cifra. No, sus equipos técnicos analizan cada palmo del suelo patrio antes de poner un dólar en él, y evalúan factores, como el muy notorio “clima político”. En esto coinciden Fraser y Fitch Ratings; este último agrega la desaceleración de la economía mundial. Pese a ello, este año el crecimiento en minería será de 6.2%, aunque los siguientes se vislumbran parcos.

¿Los conflictos sociales reflejan “un país en guerra diaria, paralizado, sin camino”? Es claro que no. De los referidos 92 casos, 73% están en procesos de diálogo y durante agosto, por ejemplo, no ha habido protestas sociales en este tipo de conflicto. Cabe recordar que más del 90% de estos casos no son de oposición a los proyectos. Las comunidades los aceptan. Lo que hay es una coexistencia problemática, tratada en negociaciones directas o facilitadas por el Estado. Actualmente, hay en el país 1,010 unidades mineras de exploración y explotación.

La conflictividad social es un indicador a tener en cuenta, ciertamente, pero no la causa principal de la retracción de las inversiones. Más daño causan las visiones tremendistas y la idea del conflicto como un hecho maligno. La minería sigue siendo una actividad económica pujante y clave para el desarrollo del país.

Sobre “la verdad del conflicto” que no estaría recogida en los reportes de la Defensoría diré que pocas veces aparece a simple vista, se va componiendo mientras el diálogo se abre a la pluralidad de perspectivas. Entretanto no se puede cerrar los ojos a las protestas y a los riesgos que estas traen. Al inicio de un conflicto nadie enuncia una verdad incontestable, menos aún en contextos de desconfianza y desprestigio. Es en el diálogo donde saltarán a la vista las posibles bases falsas de un conflicto. El reporte es ante todo una herramienta descriptiva basada en 35 indicadores.

La Defensoría practica el diálogo y acoge con simpatía las discrepancias. Pero, hasta donde recuerdo de mi paso por el periodismo, preguntar, pedir explicaciones y, enseguida, hilar fino, ha sido siempre la cartilla básica de todo género periodístico, incluida la columna de opinión.

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