Comienza un nuevo año y tenemos que generar esperanza, a pesar de la crisis política que vive el país y el desprecio que nos ha mostrado esa clase política que está en el Gobierno; pero nosotros como ciudadanos también podemos generar compromisos mínimos, porque si no vamos a dejar que este grupete de impresentables que están en el poder nos avasalle y lleven al país al garete.

El escenario futuro es complicado; definitivamente cerramos 2023 en negativo, con un decrecimiento del país de 0.5% y en recesión económica, exponiendo a problemas serios a los sectores emergentes. Además, no hay inversiones a la vista que puedan generar expectativa, al contrario, se complica el panorama con la conflictividad social en torno a los principales proyectos mineros.

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Ni que decir del riesgo país, que ya algunas agencias anuncian seguir bajándonos la calificación en su grado de inversión; todo por la irresponsabilidad de esta clase política que no entiende que sus líos y negligencias nos están pasando factura y que así jamás se va a fomentar la inversión extranjera que es clave para el desarrollo económico.

Es imposible que se brinde seguridad jurídica a las inversiones con cada arrebato del Congreso y de la propia Municipalidad Metropolitana de Lima, sumado a la irresponsabilidad de un Tribunal Constitucional que es capaz de zurrarse en las decisiones de un tribunal supranacional en un tema tan sensible como es el de los derechos humanos.

El reto para la ciudadanía es volver a engancharnos pensando en el país y así generar una fuerza que cuestione y por qué no, que confronte a los actos de ignominia que comete el Congreso con el aval del Ejecutivo.

Es una obligación ciudadana expresar la indignación colectiva frente a estos actos; más que nunca se tienen que activar espacios de vigilancia ciudadana, ahí la prensa tiene un rol trascendental, porque estamos enfrentando a mafias con la fachada de partidos políticos que quieren tomar el Estado, y para ello son capaces de copar los poderes, destruir la institucionalidad y arremeter contra nuestro sistema democrático.

La calle será el reto mayor, pero primero tenemos la obligación de generar legitimidad y credibilidad, refrescando los rostros de los líderes y lideresas, que ayuden a recuperar la confianza, organizándonos para movilizarnos pacíficamente, con firmeza y denuncia; ese es el reto para este 2024.