[OPINIÓN] Richard Arce: “Balance anual del gobierno (II)”. (Foto: Presidencia de la República)
[OPINIÓN] Richard Arce: “Balance anual del gobierno (II)”. (Foto: Presidencia de la República)

Es indudable que, si en el plano económico la gestión gubernamental ha sido un desastre, en seguridad ciudadana nos ha ido peor, y sobre todo han jugado con las expectativas de la población que soportaba hasta las declaratorias de emergencia para contribuir al famoso “Plan Boluarte” que el premier Otárola lanzó con bombos y platillos.

En declaraciones de la propia presidenta, nunca existió el bendito “Plan Boluarte” para la lucha contra la delincuencia urbana, que ha originado que las mafias organizadas hagan de las suyas, arreciando con execrables hechos de violencia en las calles; por eso no es de extrañar que las encuestas consideren la inseguridad ciudadana como uno de los principales problemas del país.

Si el gobierno de Boluarte no tenía ningún plan para abordar esta política pública, cómo explicar las medidas de declaratorias de emergencia indiscriminadas que se declaraban en diversas ciudades del país y en varios distritos de Lima; una muestra evidente de la improvisación y la informalidad del gobierno. Salir ahora a negar la existencia del dichoso plan abona la tesis de la improvisación del gobierno y, además, muestra que el premier Otárola actúa a la libre y sin coordinar con la presidenta, terrible para la precaria situación del gobierno.

Imagínense que en el mensaje a la nación del 28 de julio anunció la creación de una policía de orden y seguridad, que osó todavía presentar mediante un proyecto de ley; al final todo quedó en nada y no fue más que una de las tantas medidas demagógicas. Encima se ha reducido para este año el presupuesto público asignado al sector, con la connivencia del gobierno, mostrando ambos poderes un desprecio para abordar la lucha contra la inseguridad ciudadana.

No solo sale jalado el gobierno, sino que nos deja expuestos a los criminales, como se vio en el tiroteo en pleno centro comercial en Trujillo. Ahora capturan a un director y sus secuaces de una escuela policial, involucrados en una mafia de tráfico de ingresos para ser policía.

Se requiere primero una reforma profunda en la Policía, además del compromiso de los alcaldes en un trabajo coordinado con la ciudadanía organizada para prevenir el accionar de la delincuencia, y esto tiene que ir acompañado con otra reforma en el sistema de justicia que garantice sentencias efectivas a los delincuentes y todo un programa de resocialización en las cárceles, medidas inmediatas que, al parecer, al gobierno actual no le importan.

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