Foto: GEC
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El dilema es irse antes de que esto se ponga peor o quedarse luchando para que no se ponga peor. La pregunta tiene trampa porque distrae, convierte la opción de migrar en el tema central. Hace pensar que si no tienes nada que perder y tienes un pariente que te acoja por allá, entonces podrás irte. Igual si puedes liquidar tus propiedades para enviar la fortuna fuera.

No está en la misma situación el que tiene hijos chicos, o padres ancianos, o no puede vender fácilmente lo que tiene. Como fuese, dejar el país duele, aunque puedas regresar de tiempo en tiempo, o las redes sociales te mantengan en contacto. El recuerdo pesa demasiado, aun antes de haber partido.

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Para quien pueda, el mercado ofrece visas a cambio de inversiones en el país de destino. También sociedades offshore para negocios libres de impuestos, o fideicomisos (fundaciones, trust) para proteger patrimonios contra los impuestos a las herencias o contra expropiaciones. Desconfíe de los combos rápidos. Debe saber que hay visas migratorias y residencias fiscales. Usted es residente fiscal en el Perú, aquí vive y paga impuestos. Tener visa migratoria en otro país puede que no le haga perder la residencia fiscal en Perú. Podría llegar a tener una doble residencia fiscal y tener que pagar impuestos aquí y allá. En segundo lugar, la presión internacional está llevando a igualar los sistemas tributarios; tarde o temprano los paraísos fiscales ya no lo serán tanto. Por último, los activos peruanos seguirán sometidos a soberanía peruana, no importa si el propietario es una offshore o un fideicomiso. Migrar puede costar un ojo de la cara y los impuestos el otro.

El mercado también alista fondos buitres para comprar en remate lo que vendamos desesperados por salir. Es entonces que aparece la verdadera pregunta: ¿por qué tengo que dejar mi casa, mi trabajo, mis amigos? Respuesta: porque no nos preocupamos de los asuntos y servicios públicos. Pedro Castillo y Vladimir Cerrón son el último capítulo de una historia de desencuentros. Bueno pues, ya estamos en medio del partido.

Podemos largarnos y perder lo ganado, o quedarnos y preocuparnos de la política. La primera condición es luchar contra lo absurdo y lo perverso de este gobierno, con las armas que nos da la democracia, aunque nos jueguen sucio. La segunda es resucitar la inversión privada, que sin ella no hay trabajo. El bicentenario nos guardaba esta crisis para unirnos y ser mejores. El premio será recuperar este Perú para que volvamos a ser felices, para que esta vez lo seamos todos.

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