(Foto: Britanie Arroyo/GEC)
(Foto: Britanie Arroyo/GEC)

Perdonarán si esta columna parece escrita desde el patíbulo (como diría Isaiah Berlin) pero, con la información que manejamos hasta el momento, cada día que pasa la anhelada moderación del presidente se torna más quimérica.

Castillo está en medio del fuego cruzado de dos bandos radicales que bregan por afianzar su cuota de poder en Palacio: el del cerronismo trasnochado que vive anclado en delirios maxistas-leninistas y el que aglutina a dirigentes y simpatizantes del ala prosenderista y ultraradical del magisterio (Conare-Sute), la cantera desde la que él mismo emergió. Bellido y Maraví son la insignia de cada una de estas facciones en tensión.

Hace unos días Castillo intentó remover a Bellido, pero Cerrón no tardó en advertirle que “cualquier disidencia es una traición”, y el presidente terminó cediendo. La sociedad Castillo-Cerrón hoy sigue en pie y la permanencia de Bellido en el gabinete es prueba insoslayable. Maraví, por su parte, es el representante de la facción radical del magisterio y él mismo tiene claros vínculos con Sendero Luminoso. Una de sus primeras acciones como ministro fue inscribir al Fenate, el sindicato fundado por Castillo en el 2017 que congrega a miembros del Conare-Sute y a fundadores del Movadef. A pesar de la enemistad entre estas facciones, ambas coinciden en su radicalismo y buscan “refundar la patria”.

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La ambivalencia de Castillo sería atribuible, en parte, a la existencia de estos dos bandos a los que busca complacer. Aunque las gestiones del Fenate para crear su partido y la obstinación del presidente en mantener a Maraví a pesar de que Cerrón y Bellido le bajaron el dedo serían una señal de que buscaría desmarcarse del bando cerronista y trazar su propio derrotero de la mano del sector magisterial. Lo cierto es que mientras que estas facciones rivalizan en Palacio y generan un desgobierno absoluto, el país camina al filo de la cornisa. Sería terrible para el Perú, como todo indicaría, que cualquiera de las dos se imponga. Esperemos que el presidente reflexione, se despercuda de ambos bandos y opte por la moderación.

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