"En otras palabras, cada vez comemos más comida con ingredientes que no serían reconocibles como comida por sí solos".
"En otras palabras, cada vez comemos más comida con ingredientes que no serían reconocibles como comida por sí solos".

La teoría del “desfase”, del paleo-antropólogo Daniel Lieberman, sugiere que atributos biológicos previamente ventajosos se pueden convertir en grandes lastres cuando ocurren cambios rápidos en el entorno.

La predilección de nuestros antepasados por el azúcar es un perfecto ejemplo, ya que no apreciamos lo escasa que era hasta hace poco, históricamente hablando. Lieberman advierte a los que siguen una dieta “paleo” que en el pasado las frutas contenían la misma cantidad de azúcar que hoy tiene una zanahoria moderna. Hasta nuestros productos “naturales” ya no son tan naturales.

Ni que decir de los productos del supermercado. La palabra “procesado” ha quedado chata ante la continua manipulación y expertos, como el nutricionista Carlos Ríos, sugieren agregar el prefijo ultra para identificar esas “preparaciones industriales comestibles elaboradas a partir de sustancias derivadas de otros alimentos.” En otras palabras, cada vez comemos más comida con ingredientes que no serían reconocibles como comida por sí solos.

Este ultraprocesamiento no es exclusivo de la comida, podemos hacer un paralelo con las drogas también. Nuestros padres comían pollo de granja y fumaban troncho, los millennials hacían lo propio con el pollo industrial y marihuana de laboratorio genéticamente modificada, y los jóvenes hoy comen nuggets y fuman en vape pens.

Incluso la ropa, supuestamente cada vez más técnica y sofisticada, hoy es la principal responsable de los microplásticos que llenan nuestros mares, la atmósfera y que incluso, se han encontrado en la placenta humana.

La realidad es que deberíamos ser muy escépticos con los productos que se marketean como “naturales” y bajo esa misma lógica, los que salen de los laboratorios nos deberían aterrar.

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