[OPINIÓN] Abraham Levy: “El lado seco de El Niño”. Foto GEC
[OPINIÓN] Abraham Levy: “El lado seco de El Niño”. Foto GEC

Para entender los riesgos de cara a la continuidad del Fenómeno de El Niño, hay que tener claro que su expansión, madurez y disipación va a tomar por lo menos los siguientes 9 meses. Ese es el lapso que nos separa hasta el final del verano.

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Aquí estamos hablando de la combinación del Niño Costero, cuya magnitud actual es fuerte y que se espera que tenga una magnitud débil hacia el final del verano según ENFEN y los modelos climáticos. Lo opuesto a El Niño Global, que actualmente es débil, pero que se proyecta fuerte hacia el final del año, para luego decaer.

Al repasar los impactos de los grandes episodios del Fenómeno de El Niño en los últimos 50 años, donde los registros de precipitaciones se han venido recolectando, cada vez mejor; aparecen episodios como 1982-1983 o 1991-1992 donde la sierra sur y central experimenta cuadros generalizados de sequía. Entendida como deficiencia prolongada de precipitaciones a lo largo de toda la temporada entre el inicio de la primavera y el inicio del otoño del año siguiente.

Los riesgos de que ello suceda están presentes con la sola presencia de El Niño. Todos estamos preocupados por una eventual repetición de las lluvias y huaicos observados en la costa durante el último verano; pero no en el silencioso y arruinante efecto económico de una sequía.Desde el final del invierno pasado, una pobre temporada de lluvias dejó en evidencia durante la primavera 2022, que el sistema eléctrico peruano, de desordenado y mal regulado crecimiento de los años previos, no era capaz de satisfacer nuestra creciente demanda de energía sin hacer uso de centrales térmicas con turbinas alimentadas por Diesel. Cuando ello sucede, el costo de producir energía deja de ser razonablemente barato y se encarece tremendamente. Lo que al final todos pagamos en el recibo. Ya estamos, ahora, en esta parte seca del año, experimentando breves periodos del día donde nuestra generación hidroeléctrica, a gas, solar y eólica, es insuficiente para que cada enchufe reciba suministro sin acudir a nuestras centrales de reserva accionadas a Diesel.

Imaginemos un 2023-2024 pobre en lluvias, como ya lo muestran algunos modelos climáticos para la sierra. Imaginemos ahora uno muy pobre en lluvias. Pues lo vivido en el verano de El Niño de 1992 – por ejemplo – se va a repetir en algún momento. Entonces, Lima y parte del país vivían no solo con apagones escalonados; sino además con racionamiento de agua potable. Ojo que SEDAPAL no pudo llenar reservorios por la falta de lluvias en la sierra central el último verano.

El Perú es un país muy vulnerable a una sequía en la parte energética y en el suministro de agua potable. Ahora agréguele a ese difícil escenario una agricultura pobremente regada por la sequía. Estos escenarios incómodos obligarían a un Estado moderno y funcional a diversificar sus fuentes de generación energética, suministro de agua potable y de riego. Pero…

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