/getHTML/media/1229195
Cherman: "Quien me quiebra el lado patriótico fue Juan Acevedo con Paco Yunque"
/getHTML/media/1229190
Marco Poma CEO de Tkambio: "Perú está atrasado en materia de 'open banking'"
/getHTML/media/1229170
Percy Medina por nueva Mesa Directiva: "Tenemos que estar vigilantes"
/getHTML/media/1229169
Carlos Basombrío: "La lista que salga será más de lo mismo"
/getHTML/media/1228869
Iván Arenas: "Hay riesgos si APP asume Mesa Directiva"
PUBLICIDAD

Malabares semánticos

Imagen
Malabares semánticos. (Anthony Niño de Guzmán)
Fecha Actualización
El presidente Vizcarra aclaró al ministro Morán que quitarle el resguardo policial a los nuevos congresistas “era solo una propuesta” y que debía proceder en coordinación expresa con los parlamentarios, como exige el articulo 98 de la Constitución. Sin embargo, queda claro que el titular del Mininter quiso ganarse un titular popular y le salió el “tiro por la culata”. Morán hizo el pomposo anuncio ante la prensa como un hecho consumado. Ante la lluvia de críticas (en una semana de muchos yerros gubernamentales) por formas más que por el fondo, el jefe de Estado (no solo de Gobierno, como señaló equivocadamente en entrevista en RPP) optó por enmendarle la plana a su ministro. El miércoles, después de la reunión de su gabinete, el premier Zeballos, no exento de malabares verbales, aseguró que se acordó “dejar de hacer uso de las seguidoras” –unidades destinadas a resguardar los trayectos vehiculares de muchas autoridades que incluyen a los miembros del Ejecutivo–, con la finalidad de sumar mayor disponibilidad de policías en las calles. El tema de fondo es que la delincuencia es la mayor preocupación de la población. Cada cinco minutos se comete un delito y el 82% de los peruanos nos sentimos inseguros (Observatorio de criminalidad del Ministerio Público). El delito más común es el robo agravado con arma de fuego. No solo es un asunto de número de policías; es también logística, capacitación especializada e infraestructura. Menos de la mitad de comisarías están habilitadas de manera mínimamente satisfactoria para enfrentar modalidades delictivas cada vez más violentas. La interconexión de data es muy deficiente, sin hablar de la corrupción diaria.
El problema de la inseguridad se ha desbordado y es demasiada tentación el hacer anuncios efectistas. El discurso del Gobierno debe ser sólido y equilibrado, midiendo resultados factibles. Es cierto que la ciudadanía espera desprendimiento de los poderosos y que se reduzcan los privilegios, pero espera también eficiencia y consecuencia entre lo que se dice y lo que verdaderamente se hace.