Contra todas las expectativas, no hemos llenado los embalses de Tinajones (en la foto) y Gallito Ciego, señala el columnista.
Contra todas las expectativas, no hemos llenado los embalses de Tinajones (en la foto) y Gallito Ciego, señala el columnista.

Al igual que en el verano de 2016, tras un intenso , el país se preparó e invirtió para una eventualmente fuerte temporada de lluvias en la costa norte y central, con la consabida pérdida de vidas y masivos daños a la infraestructura que el fenómeno supone.

Pues bien, y como se empezó a sospechar a partir de septiembre y confirmar conforme transcurría el calendario; las condiciones de El Niño que el público conoce en término de impactos no se presentaron. Los modelos climáticos mostraban que ese sería el caso y que además el país estaría presentando un sesgo deficiente de precipitaciones.

Y finalmente eso sucedió. Con la agravante que marzo ha sido una calamidad por lo seco y la proyección hacia el final de la temporada de lluvias en la costa y sierra es que ese final ya está en curso.

No me voy a cansar de criticar a los medios que explotaron este evento para vender calamidades que nunca estuvieron aseguradas. La prensa climática peruana es un desastre que el Senamhi no supo ni sabe combatir. Es más, a veces lo alimenta. Hay calidad científica en el servicio meteorológico; pero inexistente eficacia comunicativa y un divorcio entre las direcciones regionales y Lima.

La ausencia de lluvias extremas es una bendición, por un lado, pero la ausencia de lluvias normales para el verano es una dificultad importante por otro. Contra todas las expectativas, no hemos llenado los embalses de Tinajones y Gallito Ciego. Tampoco hemos llenado otros embalses importantes como Choclococha en la naciente del Río Pampas y, tampoco hemos superado el ya muy bajo nivel del Lago Titicaca de fines de marzo del 2023.

Lima tiene agua asegurada para 2024, Arequipa igual para su riego; pero en muchos lados, vamos a empezar a descargar nuestros embalses anticipadamente, pues los caudales de fines de marzo no están como quisiéramos.

Nada de esto es de vida o muerte, pero en mi análisis crítico y de acuerdo a lo conversado con una persona muy entendida en la interacción de factores climáticos que determinan la magnitud de las lluvias, me queda la inquietud de lo que sucederá en materia de agua el próximo verano.

Todos los modelos climáticos indican que La Niña regresa. Hay razones evidentes para ello en el Pacífico. La Niña suele ser lluviosa en la sierra sur y central, mas no en la costa norte. Sin embargo, aun con La Niña activa desde 2020 hasta inicios de 2023, nuestra sierra no ha sido precisamente una panacea en lluvias desde la primavera de 2022. Esto trajo bajas reservas de agua, impactos en el riego, en las tarifas de energía y problemas que se volverán a repetir por el bajo nivel del Titicaca.