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[OPINIÓN] Abraham Levy: A pescar se ha dicho
La normalización de las condiciones oceánicas y la pesca industrial, por ende, está en marcha.
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Con rápidos reflejos, Produce dio luz verde al inicio de la primera temporada de pesca industrial para la costa centro norte con una cuota asignada de 2.475 millones de toneladas métricas.
Esta asignación corresponde a un porcentaje de la biomasa estimada por el Instituto del Mar del Perú como manda la ley.
La magnitud de la cuota está dentro de lo que el sector esperaba teniendo en cuenta el adverso entorno que el océano planteó con el severo calentamiento que nos propinó El Niño Costero.
Como suele suceder tras los años de El Niño, que son malos para la industria por el evidente deterioro que sufre el hábitat del recurso y toda la cadena de impactos que se generan, tras la disipación del episodio cálido, un proceso de normalización en las condiciones del mar suele venir acompañado de otro que compete estrictamente a la componente biológica.
Un científico norteamericano experto en El Niño –Mark Cane– me comentó personalmente que una de las características de El Niño en la costa peruana, que él percibía a nivel pesquero, era una suerte de reseteo biológico del océano que entendía como natural y positivo.
Nosotros hemos podido constatar que tras veranos de El Niño Costero suelen presentarse años cuyo rendimiento pesquero es mejor en el segundo semestre. Y esto último tiene toda lo lógica y racionalidad que supone pasar de un estado alterado a uno equilibrado.
Este año, y el inicio de esta primera temporada, los primeros números que van llegando desde el comienzo de las faenas de pesca a las 00 horas del último martes, presenta señales alentadoras. Seis por ciento de la cuota asignada ya fue desembarcada. Clara señal de que el recurso está presente y que las faenas están mostrando contundencia en las capturas.
Si bien es cierto los desembarques han sido importantes, también nos hemos encontrado, principalmente del lado sur de la zona de pesca, en concreto frente a la costa central, una mayor presencia de juveniles. Esto va a determinar en los próximos días –muy probablemente– el establecimiento de ventanas de área y tiempo frente a la costa que denominamos minivedas para proteger aquellos sectores de nuestro mar donde la anchoveta no ha alcanzado madurez.
Por ello, señalo al inicio de esta columna, lo importante que son los reflejos para anticipar todo lo posible la temporada (que suele finalizar una vez iniciado el invierno), de modo de tener la mayor flexibilidad para concatenar la captura completa de la cuota con el menor porcentaje de juveniles en ello.
La normalización de las condiciones oceánicas y la pesca industrial, por ende, está en marcha. Esto es bueno para toda la cadena económica que, empezando por los tripulantes de las bolicheras y sus familias, llega hasta las arcas del Estado en la Sunat.
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