(Foto: Britanie Arroyo/@photo.gec)
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Durante el segundo semestre de 2020, no obstante el inusual brillo solar que tuvimos los limeños, tanto en nuestra costa como en el océano abierto, se desarrollaron las dos versiones de La Niña: la costera, que suele enfriar nuestras ciudades litorales, y la oceánica, que favorece las lluvias andinas y desfavorece las lluvias en la costa norte durante la estación de .

Una de las diferencias entre y , más allá de su signo en las temperaturas del mar, está presente en la duración de esos eventos.

En los últimos 70 años en que la información oceánica ha sido más o menos consistente, la duración de Las Niñas se ha extendido en algunos episodios por dos o hasta tres años, como sucedió desde mediados de 1998 hasta avanzado el 2001. Esto no se observa en El Niño. Por lo menos no se ha visto un evento tan largo, aunque sí algunos menores a dos años.

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Estas últimas semanas, algunos modelos climáticos están mostrando escenarios de continuidad de La Niña hasta el siguiente verano. Aún es temprano para tan largo pronóstico, pero está empezando a aparecer en las simulaciones y debe ser tomado en cuenta por sus impactos en el frío del invierno y las lluvias de 2022.

“Algunos modelos climáticos están mostrando escenarios de continuidad de La Niña...”.