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Nunca más
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El día de ayer, 12 de setiembre, es una fecha que los peruanos no debemos olvidar ni dejar pasar como una efeméride más. Se cumplieron 30 años de la valerosa gesta de un grupo de oficiales y suboficiales del GEIN que, luego de un arduo, paciente y silencioso trabajo de inteligencia, logró capturar –sin ningún derramamiento de sangre– a la cúpula de la sanguinaria organización terrorista Sendero Luminoso, entre ellos a Abimael Guzmán, su cabecilla.
El así llamado “presidente Gonzalo” y las personas que con él cayeron ese día, en noticia que dio la vuelta al mundo, lideraban la secta extremista que había puesto en jaque a la democracia y la vida nacional durante más de una década. Con el golpe recibido, la organización sediciosa no tardó en desmoronarse, sobre todo luego de que su cúpula dirigencial se rindiera rápidamente a cambio de prebendas y privilegios carcelarios.
La importancia de la conmemoración se redobla por las extrañas circunstancias que hoy vive el Perú. El jefe de la Dircote, el general Óscar Arriola, en una entrevista a Perú21 y ayer durante la ceremonia por el Día de los Defensores de la Democracia, fue enfático en recordarnos lo que todo el Perú vivió durante la época de la insania subversiva.
El oficial insistió específicamente en la manera en que SL y sus remanentes habían desarrollado nuevas estrategias para seguir operando en contra del Estado peruano. Vinculándose con el narcotráfico en el campo y, en las ciudades, a través de “organismos generados” que buscan infiltrar las instituciones y minar nuestra democracia. Pidió, por último, que no perdiéramos la memoria de lo que significaron esos años de sangre y terror para el país.
“Señor presidente, por eso, nosotros [la policía] nunca bajaremos los brazos ante una amenaza terrorista”, enfatizó Arriola en el momento más aplaudido de su discurso, ante un Castillo que lo observaba impertérrito.
Y, desde luego, es comprensible que los miembros del GEIN histórico decidieran abandonar casi en bloque la ceremonia en que los homenajeaba cuando llegó el presidente con su séquito. Una falta de respeto a las víctimas de la violencia y a los sacrificios de estos oficiales el solo hecho de compartir tribuna con un mandatario que no solo maltrata permanentemente a la institución policial, sino que, además, no se avergüenza de ser amigo y socio de organizaciones senderistas como el Conare y el Movadef.
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