Gonzalo Elías: El Daño Corporativo.
Gonzalo Elías: El Daño Corporativo.

No me malentiendan, tengo amigos y familiares que lideran en el mundo corporativo. De hecho, un apreciado amigo que tiene un alto puesto gerencial me dijo esta semana: “A pesar de la pandemia, nos ha ido bien este año, incluso el 2020, pero no paran, siempre exigen más, si en el 2021 nos corrimos los 100 metros en 10 segundos, pues ya nos están pidiendo que para el 2022 lo hagamos en 9...”. Las corporaciones siempre quieren más.

Y ante las encuestas que se están haciendo para ver quién quiere regresar al trabajo presencial, sorprende el alto porcentaje de personas que no quieren regresar. ¿No quieren regresar porque no extrañan a sus amigos y compañeros? ¿No quieren regresar porque todos tienen en sus casas unas oficinas comodísimas y porque aman lo virtual? ¿No quieren regresar porque los límites que se han perdido en sus viviendas entre el home schooling, el home office y el hogar mismo es fácil y color de rosa? No. La razón por la que muchos no quieren regresar es porque quieren manejar sus tiempos, sentirse más libres, estar con la familia, etc. Es como si hubiera una lucha de poder entre el mundo del trabajo y el mundo personal, donde claramente está ganando la sobrexigencia corporativa ya que para la mayoría “la jornada de 8 horas laboral” es un verdadero mito. Esto está afectando la salud de la gente.

Las personas que han mantenido su trabajo en el último año y medio están más asustadas que nunca, saben que hay que cuidar la chamba porque con toda la crisis “hay una cola atrás tuyo que quiere tu trabajo”, o sea que encima hay que estar agradecido. Esta amenaza implícita hace que la gente tenga niveles muy altos de estrés y que tengamos que sentir que en tierra de ciegos el tuerto es rey.

Veo a diario jóvenes en mi consultorio abrumados, con migrañas, ansiedad, gula, insomnio y hasta con depresiones. Y eso que son jóvenes y fuertes. Imagínense cómo están los más mayorcitos.

La presión de una cultura de trabajo movida por la competencia extrema, la productividad excesiva y la voracidad, donde lo que más importa es “bajar los costos o subir las ventas” está agrediendo al planeta y la salud de los seres humanos. Matrimonios destruidos, padres que no conocen a sus hijos, amistades a las que no se les puede “hacer su mantenimiento” por falta de tiempo. Esto tiene que cambiar. Venimos a la tierra para ser felices, para tener balance y para disfrutar la vida que se pasa rápido.

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