Aeropuerto Internacional Jorge Chávez
Aeropuerto Internacional Jorge Chávez

La negligencia e incapacidad de Corpac pudo desencadenar una tragedia de grandes proporciones en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Inconcebible a estas alturas del siglo XXI y en un país que se nutre tanto de las divisas que trae el turismo.

La falla, que se dio a conocer mucho tiempo después de la suspensión de 129 vuelos, y del caos y la desesperación de miles de pasajeros de todo el mundo varados en nuestro principal ingreso aeroportuario, fue un cortocircuito, que ocasionó un súbito apagón que dejó a la principal pista de aterrizaje sin iluminación.

Recordemos que la presidenta de la República inauguró hace un año, entre bombos, platillos y besamanos, una segunda pista, con nueva torre de control a prueba de siestas incluso, pero, cual republiqueta de postín, esta continúa fuera de servicio.

La negligencia de la empresa estatal, que no hace mucho protagonizó también un accidente que acarreó la muerte de tres esforzados bomberos, y que permite que sus controladores dormiten mientras los aviones sobrevuelan en busca de un turno para aterrizar y que le hagan huelgas recurrentes paralizando el tráfico aéreo, es inexcusable.

El accidente, según todos los indicios, se produjo por una falta de mantenimiento más que por un hecho fortuito, como le quieren llamar ahora; pero en cuyo caso Corpac estaba igual obligado a contar con un plan de contingencia. Es decir, un sistema eléctrico alternativo, de respaldo, o tener luces de balizaje, como las que se observan –cada vez que se les puede tomar una foto– hasta en las improvisadas pistas de aterrizaje que los cárteles del narcotráfico abren en la selva.

¿Es que Corpac carece de un plan al menos parecido? Lo más increíble fueron las explicaciones del presidente de la institución y las falsas promesas, para aplacar la angustia de los viajeros, de garantizar que los vuelos se reanudarán en el más breve plazo, aunque la solución podría ser solo temporal: “Si vuelve a pasar, los controladores saben lo que tienen que hacer con los aviones que están aproximándose, pero yo no puedo decir (que no volverá a ocurrir) porque son 5 mil y pico de metros de cableado (que puede fallar)”.

Funcionarios de este nivel conduciendo la infraestructura del principal terminal aéreo del país, dejando por los suelos la imagen del Perú, son una bomba de tiempo. Ese debería ser removido ya de su cargo, de lo contrario se estará poniendo en riesgo la vida de miles de viajeros.