Cataluña
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¿Cómo se tomaría en el resto del Perú si un grupo minoritario pretendiese llevar a cabo un demencial referéndum ilegal para independizar Loreto, Puno o Arequipa? ¿Cómo hubiera actuado la Guardia Nacional de EE.UU. si algo así hubiera sucedido en Hawái? ¿Los ingleses con Irlanda del Norte?

Porque lo que el New York Times, la BBC y otros medios anglos y “progres” olvidan en su tan parcializada cobertura proindependentista de la “consulta” de ayer en Cataluña es que existe –por lo menos– un 50% de catalanes que se opone a la secesión de España, además de que tampoco se le ha consultado al resto del país, la otra parte evidentemente interesada.

Todo este lamentable y polarizador proceso lo inició un político, ambicioso e irresponsable, llamado Pasqual Maragall, un socialista federalista que para poder pasar de alcalde de Barcelona a presidente de la comunidad, no vaciló en pactar con la extrema izquierda independentista y proponer un nuevo “Estatut” para regular esa región. Ese documento se excedió en sus competencias (judiciales, tributaria, administrativas... ¡Hasta llamar “nación” a Cataluña!) y el Tribunal Constitucional español tachó eso. De allí vino la megacrisis económica (fácil echarle toda la culpa a Madrid), el descubrimiento de una corrupción espeluznante en el derechista partido dominante catalán (que usa el independentismo para tapar eso) y el robustecimiento de una ultraizquierda local, infantil ahora a más no poder.

Eso se sumaba a décadas de mentiras casi nazis en los colegios (Cataluña JAMÁS fue un reino independiente), un acoso al castellano y a que ser independentista se volvió “cool”. Todo esto es suicida: la Unión Europea les separaría, toda la industria emigraría y Cataluña se volvería una irrelevante Andorra gigante (continuará).

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