(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

Aún no llegamos a julio y ya tenemos 27 partidos formalmente inscritos y otros 14 que están a un paso de la inscripción. A un paso, decimos, porque estas organizaciones o membretes políticos ya solo esperan que el JNE verifique el cumplimiento de los requisitos que establece la ley.

No sería nada extraño, entonces, que los ciudadanos se encuentren en la cédula electoral de 2026 con más de 40 candidatos presidenciales, como informó Perú21 el último lunes. Una cifra desopilante y sin precedentes, todo un récord, que tiene como responsable directo a los sucesivos Congresos de la República que hemos tenido. Y, particularmente, el actual, que eliminó de un plumazo el meollo de la reforma electoral realizada años antes, las PASO, las elecciones primarias abiertas y obligatorias, un mecanismo que filtraba cantidad y calidad, y habría obligado a las agrupaciones a formar alianzas programáticas en función de ciertas líneas o principios.

“Antes el ganador de la primera vuelta pasaba a la segunda con 25% o 30%. En 2026 es posible que un candidato con 8%, que antes terminaba en sexta posición, pase a segunda vuelta”, ha señalado Álvaro Henzler, presidente de Transparencia.

Es decir, un absurdo por donde se le mire, cuyas consecuencias para la gobernabilidad del país pueden ser cataclísmicas, por ejemplo, si pensamos solamente en lo que sería la representación parlamentaria en semejante escenario.

Entre los partidos que ya están formalizados figura el del exconvicto Antauro Humala (A.N.T.A.U.R.O.) y uno llamado Salvemos al Perú, presidido por un personaje investigado por ser parte de una organización criminal. Y entre los 14 que aguardan el visto bueno final, destacan Ahora Nación, del actual rector de la UNI Alfonso López Chau; Batalla Perú, vinculado al gobernador de Junín; Tierra Verde, de un exministro de Desarrollo Agrario; Adelante Perú... y así por el estilo.

Pero eso no es todo. Durante los primeros meses del año se han solicitado 121 reservas de denominación –entre partidos y movimientos regionales– para inscribir organizaciones en el JNE, en buena cuenta, 121 potenciales agrupaciones más que podrían integrarse al abigarrado, variopinto espectro partidario del país.

El daño a la democracia ya está hecho. La irresponsabilidad y cínico cálculo de los perpetradores de esta contrarreforma –la enésima– electoral la pagaremos todos los peruanos.

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