Los congresistas pretenden derogar la Ley de las Personas con Discapacidad (No. 29973) sin haber siquiera consultado con quienes son sus actores más importantes: las mismas personas con discapacidad, advierte la columnista.
Los congresistas pretenden derogar la Ley de las Personas con Discapacidad (No. 29973) sin haber siquiera consultado con quienes son sus actores más importantes: las mismas personas con discapacidad, advierte la columnista.

Como están ocurriendo las cosas, es claro que en este país no podemos detenernos ni a respirar. No es solo por la falta de oxígeno de la pandemia sino por la constante opresión en el pecho que la mayoría de congresista imprimen en una ya agotadísima sociedad. Lamentablemente, no llegaremos al Bicentenario con la renovación de la clase política y seguiremos víctimas de mercenarios que se disfrazan de políticos.

Sin embargo, aunque la pobreza cale hondo y la desesperanza aflore, la ciudadanía activa puede y debe mantenerse firme para recuperar la dignidad patria y restituir nuestro derecho a vivir sin sobresaltos producto de crisis políticas. Más allá del lío de la vacuna, nuestros “padres” de la patria intentan destruir incluso lo que ha tomado años de lucha y reivindicación lograr alcanzar. Pretenden derogar la Ley de las Personas con Discapacidad (No. 29973) sin haber siquiera consultado con quienes son sus actores más importantes: las mismas personas con discapacidad (Pcd). Así, buscan impulsar un proyecto de ley sin mayores cambios de fondo y, al contrario, con un viraje peligroso hacia una mirada asistencialista en contra de un modelo que promueva su autonomía. Más aún, el corto plazo de este Congreso –que además se la pasa ocupado buscando hacer renunciar a ministras– no permitirá que se logre reglamentar la norma y, por lo tanto, hará que se sucumba ante un vacío jurídico.

Cuando invité a la profesora Renata Bregaglio, abogada especialista en discapacidades e inclusión, a mi clase de Derecho a la Ciudad en la PUCP, nos hizo notar con mucha claridad que quien “discapacita” es la ciudad, cuya infraestructura roba independencia y quita oportunidades a las PcD. Nos hizo ver cómo la adaptación y la accesibilidad eran grandes pendientes y cómo reconocer cuando solo se atendían las necesidades de unos pocos y se dejaba de lado, por ejemplo, a la neurodiversidad. Un diez por ciento de la población declara tener discapacidad. Tres millones de personas serán afectadas por este absurdo… señores congresistas aunque sea dejen de joder.

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