Encuentra aquello que más te llena de energía y alegría para que regreses a ese lugar muchas veces. (Foto: Serpar)
Encuentra aquello que más te llena de energía y alegría para que regreses a ese lugar muchas veces. (Foto: Serpar)

Para quienes tenemos un propósito vinculado al bien común y trabajamos en labores de servicio -ya sea desde el sector público, las organizaciones sociales o el activismo-, es mucho más fácil priorizar al colectivo que buscamos atender muy por encima que a nosotros mismos.

Quizá algunos sientan que su causa es más importante que sus propios problemas o quizá hay culpa por algunos privilegios que tienen. Quizá se postergan por la sensación de que todo es más importante y más urgente que, por ejemplo, hacer una pausa para descansar.

Cuántos funcionarios públicos hay que se madrugan trabajando y, en lugar de siquiera un “gracias”, reciben la noticia de su destitución por una resolución en El Peruano. Cuántos activistas que invierten todo lo que tienen para ayudar, acompañar y apoyar a quienes lo necesitan y, muchas veces, solo reciben críticas por no hacer más. Cuántas personas que trabajan en organizaciones sociales saben que nunca contarán con beneficios sociales y, además, reciben el menosprecio de quienes quieren pedirles servicios pero no quieren pagar sus honorarios.

Esto es muy duro pues, cuando una persona tiene realmente un propósito, va a hacer todo lo que pueda para contribuir al mismo… incluso a pesar de sí misma. Por ello, creo que quienes estamos en esa situación tenemos que comprender que necesitamos reconocer el valor de lo que hacemos y saber poner límites en beneficio de nuestro bienestar. Nos es más fácil dar que recibir pero tenemos que aprender a hacerlo, no solo por nosotros mismos, sino también por la causa que perseguimos.

Yo hablo mucho de desobediencia urbana, como una acción de resistencia a aquellas situaciones urbanas que perjudican nuestra calidad de vida. Animo a vecinos y a vecinas a que se organicen para proteger sus barrios, defender sus espacios públicos, luchar contra la privatización y construir comunidad.

Ahora mi llamada es distinta, pues quiero invitarte a que mires hacia adentro y te permitas aceptar tu propia vulnerabilidad, reconociendo que, si tú no estás bien, tampoco podrás apoyar a quienes quieres ayudar. Por eso te invito a cuidarte como si fuera un acto desobediente. Una rebelión de ti mismo y de tus propios patrones. Una pequeña revuelta en el lugar que más importa: tu corazón.

Encuentra aquello que más te llena de energía y alegría para que regreses a ese lugar muchas veces. Yo me recargo cada que me encuentro con alguien entusiasmado y apasionado por hacer de su ciudad un mejor lugar.

Esta semana tuve la oportunidad de conocer a muchas de estas personas y esto definitivamente ha sido maravilloso para mí y para mis ganas de continuar haciendo lo que más amo. Seamos desobedientes, seámoslo siempre.