Duendes y hadas en Lima: Mira cómo es la casa de estos seres mágicos [FOTOS]

Un imponente muqui llamado ‘El Tayta’ da la bienvenida a esta vivienda, ubicada en la calle San José 136, en Magdalena. Mide casi un metro, viste un poncho peruano, zapatos negros y sostiene un hongo. Tiene una frondosa cabellera larga y barba. Es el más llamativo de los cientos de duendes que hay en la sala.

Su creador, Renzo Gómez, comunicador de profesión, cuenta con gran orgullo que desde hace tres años inició esta aventura en su casa, cuando empezaba la pandemia. Hace seis meses abrió las puertas de este mágico lugar y ahora cuenta con un taller donde junto a otros cuatro artesanos elabora estas llamativas piezas de cerámica.

Cuenta que cuando tenía seis años jugaba y hablaba con estos seres mágicos. Allí nació su relación con ellos. Hoy los siente tan cercanos que incluso es apodado ‘Duende’ por sus familiares y amigos. Un sobrenombre que lo hace feliz.

Explica que hay cuatro tipos de seres elementales: De aire (hadas), de agua (sirenas), de fuego (salamandras) y de tierra (duendes).

Estos últimos son los más comunes y también tienen divisiones. Los que cuidan los metales y minas son conocidos en Perú como muquis, los que cuidan la Amazonía son los chullachaquis, los que viven en Irlanda son los conocidos como Leprechaun, los que viven en el hemisferio norte son los trolls y los que están en los jardines son los gnomos.

“Los duendes traen prosperidad, pero han sido satanizados en Perú. Decían que se llevaban a los niños sin bautizar, pero no es cierto. Los duendes son traviesos y juegan con niños, los mueven, pero siempre dentro de la casa, para reírse de los padres. Son palomillas”, dice Renzo.

Precisamente en su tienda, los que predominan son los muquis, pues son los favoritos del público.

“Son espíritus de la naturaleza. No van en contra de ninguna religión. No son diablillos. Al contrario, hacen más conscientes a las personas sobre el cuidado del planeta. Te generan un cariño por la naturaleza cuando los adoptas”, asegura.

Renzo sostiene que adoptar (comprar) un duende no es como adquirir cualquier objeto. “Es un pedacito de la naturaleza que uno lleva a casa. Es como adoptar una mascota. Se les debe colocar tierra, una olla con monedas, ramitas, dulces, cuarzos, velas de miel. Les gustan las bebidas de hidromiel. También se les puede poner botellitas pequeñas de pisco o whisky”, agregó.

Agrega que a la fecha ha vendido más de 5 mil ejemplares, muchos de ellos han sido pedidos desde Arequipa, Cusco, Piura, Tarapoto y Chachapoyas.

Su próximo paso es la internacionalización, pues su obra es exhibida a través de su Instagram y Facebook. Además, ya cuenta con varios seguidores extranjeros.

“He creado una comunidad. Las personas se van hasta el extranjero con sus duendes. Son compañeros. Hablarle a un muñeco te descarga emocionalmente”, refiere.

Renzo contó que esta pasión por los duendes también lo ha llevado a interesarse más por el cuidado del planeta y la preservación del medioambiente. Es por ello que realiza campañas de limpieza.

“En verano limpiamos la playa. El próximo mes limpiaré el río Lurín e invito a las personas que deseen a que se sumen. Pueden llevar sus duendes”, agrega.

Próximamente también hará recolección de basura en los bosques.

Si usted desea visitar este rincón mágico de Lima ubicado en Magdalena, el ingreso es libre. Su horario es de miércoles a domingo, de 12 del día hasta las 9 de la noche. Es un lugar propicio para pasear con la familia y para que los niños puedan aprender sobre los guardianes de la naturaleza y la importancia de cuidar los recursos.

Posee una librería sobre temas místicos y cuentos para los más pequeños. También venden inciensos, bebidas como hidromiel y accesorios para duendes. Asimismo, hacen limpieza espiritual, venta del único tarot andino y amuletos.

Los más pequeños valen 10 soles, mientras que los más grandes y elaborados cuestan hasta 1300 soles. Sin embargo, se puede encontrar otros duendes de diversos tamaños y formas que oscilan entre los 35 hasta los 140 soles.

Renzo relata que generalmente se tarda un día en hacer estas obras, pero en las más grandes que bordean el metro de altura, se puede demorar hasta una semana. Cuenta que también hace pedidos especiales y algunos de ellos se han ido a la selva.