Era una fogata que ardía cual desmonte en llamas; el aire embalsamado por el humo de sus cabellos se sentía a la distancia mientras Arnaldo Sánchez, ladrón de 22 años y con antecedentes, intenta apagar el fuego, pero, en instantes, se convierte en una antorcha humana. Nadie lo auxilia. Nadie se inmuta. Es el castigo impuesto por los vecinos de la urbanización Los Jardines en Trujillo. El gobernador regional, César Acuña, reconoce no haber hecho lo suficiente en seguridad y el ajusticiamiento aparece como respuesta frente a la ineficiencia del Estado.