Mank: la redención del escritor en la película de David Fincher que lidera las nominaciones a los Oscar

En la cinta biográfica, producida por Netflix, se pone el foco en la etapa en que Mankiewicz, tras ser defenestrado de los estudios de Hollywood para los que trabajaba, es contactado por Welles para que sirva de escritor fantasma de su primera gran producción para RKO, la productora que le había dado carta libre al genio que por entonces tenía 23 años.

Mankiewicz, encarnado por el actor británico Gary Oldman, se recluye en un rancho afuera de Los Ángeles para escribir, entre el alcoholismo y la convalecencia tras un accidente automovilístico, la historia de auge y caída de Charles Foster Kane, un magnate de la prensa que terminó sus días en una mansión solitaria. Esta ficción es un reflejo del magnate de los medios de comunicación William Randolph Hearst, a quien Mankiewicz conoció de cerca y cuyos desencuentros se van narrando a lo largo de la película de Fincher.

Mank destaca por su fotografía en blanco y negro, y la estética que busca emular al celuloide de las producciones de los 30 y 40. Además, su estructura y montaje, con saltos en el tiempo y flashbacks, remite al novedoso estilo narrativo que Ciudadano Kane introdujo en su momento y la convirtió en un referente dentro del séptimo arte en las décadas siguientes.

Pese a que obtuvo nueve nominaciones en 1942, Ciudadano Kane solo ganó un Oscar por Mejor guion original, premio que fue compartido por Mankiewicz y Welles. Sin embargo, la luminosa trayectoria de Welles puso en un segundo plano la participación de Mankiewicz, fallecido en 1953.

Fincher ha indicado que Mank no busca generar un “arbitraje póstumo” sobre la autoría de Ciudadano Kane. Sin embargo, la película rescata del olvido y realza al escritor que, en medio de la decadencia personal, concibió una de las obras maestras de la historia del cine.

En esta película, el director también hace un rescate de la obra de su padre, el periodista Jack Fincher, quien escribió el guion de Mank en la década de 1990. Él falleció en 2003 sin que se llegara a filmar su historia. Por eso, no es gratuito que en los créditos de inicio de Mank se destaque, antes que cualquier otro nombre, el de Jack Fincher como guionista de la obra. De esta forma, la redención del escritor llega por partida doble.

En el filme se muestra la era dorada de la industria de Hollywood, pero no hay una visión idealizada ya que, tras las estrellas y el glamour, aparece la tiranía de los dueños de los estudios que usan la magia del cine y la maquinaria creativa para oscuros fines políticos.

Es dentro de este contexto que Mankiewicz va, poco a poco, entumeciendo sus sueños y dejando morir su talento. Gary Oldman, en una entrevista para La Vanguardia, cuenta que entender este complejo de culpa en Mank fue clave para meterse en el papel.

“Detestaba a la industria, sentía que escribir guiones era algo que él ya había superado y que su talento daba para mucho más. Y así es como se fue agriando. A lo largo de los años se fue resintiendo cada vez más”, indica Oldman, quien ha recibido una nominación a los Premios de la Academia por esta actuación.

A pesar de ser un hombre en ruinas, en Mank vemos el último esfuerzo de un talentoso guionista por aferrarse a su vocación y retratar a una persona que degradó y pervirtió sus ideales por las ansias de poder. Escribir esta historia puede terminar destruyéndolo, pero rehuir de la tarea podría causarle incluso mucho más dolor.