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Eduardo González Viaña: “Castilla es el primer presidente aimara que tuvo el Perú”

Eduardo González Viaña ha publicado el libro ‘El largo camino de Castilla’. Lo entrevistamos.

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Eduardo González Viaña ha publicado el libro ‘El largo camino de Castilla’. (FOTO: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO).
Fecha Actualización
Llegó hasta Londres. Pero ese no era su destino. Encontró la bitácora del soldado español que acompañó a Ramón Castilla en la travesía de 11 mil kilómetros por la Amazonía. Documentos alojados en el archivo británico. “Acá tengo una historia. Aquí tengo Indiana Jones”, dijo. En el proceso de escritura encontró algo más importante: en qué momento Castilla asumió como propia la nacionalidad peruana y la causa de la independencia, pese a que fue un soldado realista desde los 15 años. Eduardo González Viaña había llegado a su destino: El largo camino de Castilla (Fondo Editorial de la Universidad César Vallejo), deliciosa novela de casi 500 páginas. Motivo para reflexionar sobre el bicentenario.
Roy Rogers fue un vaquero. Era el héroe de las películas, era el héroe del pequeño Eduardo. Su vecino y amigo tenía como héroe a Flash Gordon. Y ambos juraron que serían los primeros hombres en llegar a la luna, cuando el ser humano todavía no había alcanzado esas alturas. Su vecino se convirtió en general de aviación y Eduardo González Viaña en escritor y catedrático en Estados Unidos, en habitante de un pueblo del estado de Oregon, donde se desarrollaban las aventuras de Roy Rogers.
-No llegó a la luna, pero con la literatura se puede llegar hasta el sol, inventar planetas y hasta viajar en el tiempo. Ha viajado al siglo de Castilla.
Es cierto. Aunque mi mamá decía: “Eduardo ha estado en la luna todo el tiempo” (risas). Ahora me doy cuenta de que el tiempo no tiene importancia. En la mañana, poco antes de conversar contigo, he estado en Tailandia (en una transmisión online).
-¿Tuvo héroes literarios?
El libro que me ha alimentado desde niño hasta ahora ha sido La divina comedia. Cuando tenía 9 años comencé a leerla. Cuando fui a pedirla a la biblioteca, me dijeron que ese libro no era para niños. Casi llorando me fui a hablar con mi abuelo, un viejo lector. Me dijo: “Mira, tengo una edición de La divina comedia”. Era una edición que por un lado estaba escrita en italiano y por el otro en español. Y mi abuelo agregó: “Vamos a leerla juntos”. Nos tardó como dos años. Consiguió pinturas italianas y me hizo vivir el mundo de La divina comedia. En una pianola me puso música italiana. Dante se convirtió en mi héroe. Y ya luego publiqué un libro que se llama El corrido de Dante, sobre la inmigración latinoamericana a los Estados Unidos, novela que entre otras traducciones tuvo una en italiano.
-¿Pero por qué eligió leer La divina comedia?
No lo sé realmente. Probablemente, mi fantasmagoría se nutría de mis creencias católicas. Y me doy cuenta de que toda mi literatura está influida por ese libro. El corrido de Dante es sobre un mexicano inmigrante ilegal que recorre los Estados Unidos en una camioneta en busca de su hija de 15 años que se ha escapado. Es como una metáfora de los latinos que buscan el paraíso en los Estados Unidos y para eso tienen que atravesar el infierno.
-¿Y tuvo algún héroe peruano o el primero fue Castilla?
Tendría que inventarlo. Yo me he nutrido de la biblioteca de mi abuelo y de las películas que veía.
-Castilla puede ser un héroe de la ficción.
También es una novela de camino, que es el camino a pie desde Río de Janeiro hasta Lima. Un poco el camino que sigue Dante. Otro de mis libros es Vallejo en los infiernos, que es la historia de Vallejo en el tiempo que pasó en la cárcel de Trujillo. También tengo Sarita Colonia viene volando y es un poco el camino de los provincianos hacia Lima. Otro libro es Don Tuno, el señor de los cuerpos astrales, que es un chamán de verdad que vivía cerca de Trujillo. El prólogo lo hizo Walter Alva (quien descubrió las Tumbas Reales de Sipán) y decía que González Viaña era un mochica vivo.
-Usted es un mochica que se encontró con Dante.
(Risas). Yo creo que sí. Y en el libro de Castilla, está el yatiri, que es el chamán aimara. Y fíjate que los aimaras son muy importantes porque su predominio comienza en el Lago Titicaca, atraviesa toda la costa de Chile y traspasa los andes hasta la Argentina. El yatiri es un orientador que se pone al lado del difunto (Castilla) y comienza a contar lo que ve en la otra vida... Me estás ayudando a encontrar a ese héroe viejo de mi infancia, que indudablemente es Dante Alighieri.
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-¿Qué lugar ocupaba Ramón Castilla hasta antes de conocer a profundidad su historia?
Los historiadores no han sido muy justos ni muy exhaustivos. Esa historia, que dura en mi libro casi 500 páginas, dura dos líneas en Basadre. Diversos historiadores a veces ni mencionan la historia de Castilla en la Amazonía.
-Nos hemos quedado con la figura del presidente y de quien abolió la esclavitud. Pero ese viaje por la Amazonía es épico.
Me encontré con esa historia porque un amigo era cónsul en Río de Janeiro. Él descubre la casa donde había estado Castilla. Yo ni sabía que había estado en Brasil. Y me dijo que yo debía escribir una novela sobre eso. Hice toda una investigación. Recuerda que Castilla nació en Tarapacá e ingresó al ejército real cuando tenía 15 años. No era un académico, él lucha contra los patriotas chilenos y es derrotado en Chacabuco cuando ese fantasma llamado San Martín aparece y vuelve locos a los españoles. Castilla fue como prisionero de guerra hasta Buenos Aires, donde la mayoría de hombres del ejército se casaron con argentinas y se enrolaron en el ejército libertador. Castilla pudo haber hecho eso. Pero estuvo un año y se fue a Río de Janeiro y desde ahí comenzó la travesía. Después de ocho meses, llegó a Lima y fue recibido por el virrey. Pero lo hizo patriota el descubrimiento de que esa tierra asombrosa de la Amazonía no era la España que él defendía. Y está el descubrimiento de los negros que vivían en los quilombos y que habían podido construir sociedades sofisticadas.
-Pero para hacer ese viaje estaba convencido de que tenía que luchar por el rey.
Claro, pero no es una convicción intelectual. No era un lector, era un soldado desde los 15 años. Pero ese hombre al contacto con estas realidades en la Amazonía, se convierte.
-Sin embargo, ¿también podría concluirse que Castilla fue un traidor, que se plegó a las tropas patriotas porque era lo que se veía venir?
Esa pregunta me lleva al 28 de julio de 1821, donde no se consolidó la independencia. Los españoles con el ejército entero pudieron entrar en la sierra y llegar hasta Cusco y establecer una suerte de capital y amenazar a Lima. El mismo Castilla no estaba seguro de lo que se venía. Castilla se incorpora a las filas independentistas y pelea en la Batalla de Ayacucho, donde fue herido con una lanza en el hombro. La única seguridad se consigue después de esa batalla. El bicentenario tendría que ser la batalla de Ayacucho o bien la insurrección de Túpac Amaru.
Qué compleja es la historia del Perú y, lamentablemente, nos han educado en las dicotomías ‘peruanos y españoles’, ‘peruanos y chilenos’, ‘buenos y malos’.
Y lamentablemente los festejos del bicentenario no ayudan mucho. Y esta es la fiesta en que asumimos la nacionalidad. Yo soy absolutamente bolivariano. Sostengo y creo que la unión de todas esas naciones nos habría llevado a un plano histórico superior en el que nos encontramos. Creo en la nacionalidad americana.
-¿Hoy ya hemos adquirido la nacionalidad peruana?
No lo somos completamente y nos está dando la razón el momento que vivimos. Creo que no se ha llegado a consolidar ese sentimiento de nacionalidad.
-Uno de los valores de su libro es la figura de un aimara cuidando el cadáver de Castilla, casi como un encuentro de dos mundos. Y un aimara con un conocimiento superior.
Y hay algo más que nace de esa imagen que estás mostrando: Castilla tuvo un abuelo español y un abuelo italiano, pero Castilla en realidad es el primer presidente indio que tuvo el Perú, el primer presidente aimara. El primero y tal vez el único.
-¿Por qué lo dice?
Este hombre tiene una visión del mundo muy indígena. En realidad, la conciencia de nacionalidad nace de nuestras antiguas nacionalidades. Somos aimaras, somos quechuas o, en mi caso, somos mochicas. Castilla en un momento determinado se plantea ese problema: “¿quién soy yo?”. Si Castilla se quedaba en el lado español, como se quedó su hermano, habría tenido un gran apoyo del virrey. Los españoles han podido triunfar y quedarse.
-¿Qué lugar debe ocupar hoy Castilla?
Lo que reconoce Basadre es que fue el fundador de la República. Y luego, es el buscador de la nacionalidad; en ese sentido, es el héroe más importante.
-Entonces, ¿sumaría a Castilla a su lista de héroes, al lado de Roy Rogers y Dante Alighieri?
Absolutamente.
-Entiendo que ha terminado de escribir un libro sobre Chabuca Granda. ¿Qué tienen en común Vallejo (de quien ha escrito un libro), Castilla y Chabuca?
Sobre Chabuca mucha gente supone que es una señora gringa, de buena sociedad, etc. Personas que se suponen izquierdistas atacan a Chabuca por eso. Pero la que he conocido y continúo conociendo y escuchando es una peruana que se queda fascinada por el mundo peruano. Fui amigo de Chabuca. Me llevó a México. Pero el libro de Chabuca no lo terminé, porque llegó la pandemia que trastornó todo, desde el hecho de que yo mismo tuve COVID a partir del primer día de la cuarentena. Estuve como 20 días en una clínica.
-¿Vio a la muerte?
Sí, claro. El doctor me dijo que tenía una neumonía. “Bueno pues, moriré doctor”, le dije. Morir era como cambiar de sitio en la cama. “Usted no va a morir”, me respondió.
-Vuelvo a la pregunta: ¿Qué tendrían en común esos tres personajes?
Son formas diferentes de ser peruanos. De Vallejo se supone que fue un afrancesado que no quiso volver al Perú, lo que es falso.
-En todo caso, los tres han tenido una relación muy particular con el Perú.
Sí y una relación diferente.
-Una relación contradictoria. Y no es malo tener una relación contradictoria con tu país.
Lo importante es tenerla.
-En el Largo camino de Castilla hay un diálogo sobre qué es morir, y la respuesta es “quedarse quieto”. Y usted sigue escribiendo y publicando, pese al COVID.
Es cierto (risas). Estoy haciendo lo que con menos torpeza hago. Descubrí que si todos los días escribes una página, tienes que ser muy estúpido para que en 365 días no escribas una novelita regular (ríe a carcajadas).
AUTOFICHA:
- “Soy Eduardo Martín González Viaña. Nací el 13 de noviembre de 1941. Acabo de cumplir 79 años. Me voy a Trujillo a fines de este año porque se celebra el bicentenario de la independencia de Trujillo y todavía tendré 79 años. Voy invitado a dar una charla sobre Vallejo”.
- “No llevo la cuenta de cuántos libros he publicado, pero son entre 60 y 70 libros. He vivido, hasta ahora, 30 años en los EE.UU. Le escribía a mi madre siempre y descubrí que podía mandarles cartas a mis amigos Arturo Corcuera o César Calvo. Mandaba unas 70 cartas al mes”.
- “Tengo la suerte de ser un profesor emérito, jubilado honrosamente, de la Western Oregon University. Tengo todo mi agradecimiento con el mundo académico norteamericano. He estado escribiendo cuentos y me he encontrado con algunos proyectos casi abortados, como una novela sobre Garcilaso”.
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